Política

Escándalo de corrupción amenaza el legado de la presidenta hondureña Xiomara Castro

Un video que implica al cuñado de la presidenta Xiomara Castro en negociaciones con narcotraficantes ha provocado llamados a su renuncia. A medida que aumentan las acusaciones, el escándalo amenaza su plataforma anticorrupción y plantea preguntas sobre la profundidad de los vínculos de su administración con las redes criminales.

La presidenta hondureña Xiomara Castro enfrenta una creciente presión para que renuncie después de que surgiera un video que supuestamente muestra a su cuñado, Carlos Zelaya, negociando donaciones de campaña con narcotraficantes. El video, publicado primero por Insight Crime y Univision, ha provocado controversia, arrojando una sombra sobre la administración de Castro y su promesa de erradicar la corrupción y los delitos relacionados con las drogas. El momento de la publicación del video es particularmente significativo, ya que sigue a la polémica decisión de Castro de retirarse del tratado de extradición del país con los Estados Unidos. Esta medida ha generado dudas tanto a nivel nacional como internacional.

Este escándalo, que se centra en una de las familias más poderosas de Honduras, amenaza con socavar la credibilidad de Castro como líder que prometió limpiar el legado de corrupción dejado por su predecesor, Juan Orlando Hernández. Si bien Carlos Zelaya renunció al Congreso tras las acusaciones, el presidente Castro aún no ha abordado en profundidad las implicaciones del video. Los críticos, incluidos los principales activistas anticorrupción, piden su renuncia, argumentando que la participación de su familia en un escándalo tan grave le hace imposible liderar con integridad.

La lucha persistente de Honduras contra la corrupción y el narcotráfico

Honduras ha sido durante mucho tiempo un campo de batalla para la corrupción y el narcotráfico, en el que organizaciones criminales influyentes a menudo ejercen influencia sobre funcionarios gubernamentales y agentes del orden. Los cárteles de la droga, en particular los que son como Los Cachiros, han operado con casi total impunidad, utilizando sus vastos recursos financieros para comprar protección política y canalizar drogas hacia los Estados Unidos. Este entorno de corrupción ha estado arraigado durante décadas, y los sucesivos gobiernos han luchado por controlar las crecientes tasas de criminalidad del país.

La extradición del expresidente Juan Orlando Hernández a los EE. UU. en 2022 por cargos de narcotráfico marcó un punto de inflexión significativo en la lucha contra el crimen organizado en Honduras. Su extradición y posterior condena fueron vistas como una victoria para la justicia, que expuso los profundos vínculos entre el gobierno y los cárteles de la droga. El hermano de Hernández, Tony Hernández, también fue condenado por narcotráfico, lo que demuestra aún más hasta qué punto la corrupción había permeado los niveles más altos de poder en Honduras.

Xiomara Castro hizo campaña con una plataforma de reformas, prometiendo desmantelar el llamado “narcoestado” y restaurar el estado de derecho. Se presentó como una líder que limpiaría al país de la corrupción, posicionando a su administración en marcado contraste con el régimen de Hernández. Sin embargo, el video que implica a su cuñado en tratos con narcotraficantes plantea serias dudas sobre si puede cumplir esas promesas o si los vínculos de su familia con las redes criminales son demasiado profundos para romperlos.

La familia Zelaya y el escándalo emergente

El video que ha sacudido a la administración Castro data de 2013 y muestra a Carlos Zelaya, hermano del esposo de Castro y ex presidente Manuel Zelaya, en conversaciones con líderes del cartel de drogas Los Cachiros. En las imágenes, Zelaya supuestamente negocia contribuciones de campaña del cartel a cambio de protección política. En ese momento, Xiomara Castro se postulaba a la presidencia, una carrera que finalmente perdió, aunque luego se aseguraría el cargo en 2021.

Carlos Zelaya, ahora ex legislador, admitió haberse reunido con miembros del cártel, pero negó saber que estaban involucrados en el tráfico de drogas en ese momento. También afirmó que no se intercambió dinero, pero su renuncia al Congreso después de la publicación del video ha hecho poco para calmar el creciente escándalo. El hecho de que el video saliera a la luz pocos días después de la controvertida decisión de Castro de poner fin al tratado de extradición del país con Estados Unidos ha alimentado la especulación de que los dos eventos están relacionados.

La activista anticorrupción Gabriela Castellanos, directora del Consejo Nacional Anticorrupción de Honduras, ha pedido públicamente la renuncia de Castro, argumentando que su administración no puede gobernar de manera efectiva mientras las acusaciones de corrupción relacionada con las drogas se arremolinan alrededor de su familia. “Si permanece en el poder”, escribió Castellanos en una carta abierta al presidente, “socavaría gravemente el estado de derecho y la seguridad en nuestro país”. Aunque Castellanos no presentó pruebas directas de la corrupción en curso dentro de la administración de Castro, el video ha hecho que muchos cuestionen la integridad y la capacidad de liderazgo del presidente.

La participación de la familia Zelaya en otro escándalo de corrupción ha reavivado los debates sobre la influencia de los cárteles de la droga en la política hondureña. Manuel Zelaya, presidente entre 2006 y 2009, fue derrocado por un golpe militar. Aunque las acusaciones de corrupción empañaron su presidencia, ha seguido siendo una figura clave en la política hondureña, principalmente a través de su influencia en la administración de su esposa. El video que implica a Carlos Zelaya ahora trae un nuevo escrutinio al legado de la familia.

Desafío en medio de acusaciones

A pesar de los crecientes pedidos de su renuncia, Xiomara Castro se ha mantenido desafiante. Su administración no ha respondido formalmente al video, y ella enmarca la situación como parte de una conspiración política más amplia contra su gobierno. En agosto, Castro anunció la retirada de Honduras de su tratado de extradición con los Estados Unidos, alegando que el tratado estaba siendo utilizado para intimidar y chantajear a su gobierno. Afirmó además que había descubierto un complot para derrocarla, estableciendo paralelismos entre su situación y el golpe de Estado que derrocó a su esposo hace más de una década.

El momento en que Castro tomó la decisión de poner fin al tratado de extradición ha suscitado dudas sobre si la medida fue preventiva, posiblemente diseñada para proteger a su familia de un procesamiento en los Estados Unidos. Los críticos argumentan que el tratado, que se había utilizado para extraditar al expresidente Juan Orlando Hernández, era una de las pocas herramientas prácticas para combatir el narcotráfico en la región. La decisión de Castro de cortar lazos con Estados Unidos en este frente ha dejado a muchos preguntándose si su gobierno está realmente comprometido con la lucha contra el crimen organizado.

Los partidarios de Castro sostienen que la presidenta está siendo atacada injustamente debido a sus políticas izquierdistas y sus esfuerzos por distanciar a Honduras de la influencia estadounidense. Consideran el escándalo como un ataque con motivaciones políticas por parte de las fuerzas conservadoras dentro del país, que están utilizando el video para desacreditar a su administración. Sin embargo, la gravedad de las acusaciones y la participación del cártel de Los Cachiros hace que sea difícil descartar el video como mero oportunismo político.

La administración de Castro sigue bajo una intensa presión de los grupos anticorrupción dentro de Honduras y la comunidad internacional. La forma en que la presidenta maneje este escándalo en las próximas semanas será fundamental para determinar el futuro de su presidencia y el éxito de su agenda anticorrupción.

El papel del narcotráfico en la política latinoamericana

El escándalo de corrupción que envuelve al gobierno de Xiomara Castro no es exclusivo de Honduras. En toda América Latina, los cárteles de la droga han desempeñado durante mucho tiempo un papel central en la configuración de los resultados políticos y la influencia en las decisiones gubernamentales. Desde México hasta Colombia, el nexo entre el crimen organizado y la política ha desestabilizado gobiernos, socavado la democracia y contribuido a la violencia generalizada.

En muchos países, los líderes políticos se han visto enredados con los cárteles de la droga, ya sea a través de la participación directa en el tráfico o al aceptar contribuciones de campaña a cambio de favores políticos. El caso de Honduras, donde el expresidente Juan Orlando Hernández fue extraditado a los EE. UU. y condenado por tráfico de drogas, es solo un ejemplo de cuán profundamente el crimen organizado se ha infiltrado en la élite política de América Latina.

La ubicación de Honduras entre los principales países productores de drogas de América del Sur y los lucrativos mercados de América del Norte la convierte en un punto de tránsito clave para la cocaína y otras sustancias ilícitas. Como resultado, los cárteles de la droga tienen una influencia significativa sobre los políticos y las fuerzas del orden hondureños, lo que hace difícil para cualquier gobierno combatir la corrupción y el crimen de manera efectiva. La situación se complica aún más por la pobreza generalizada y las instituciones débiles, que crean un entorno en el que las organizaciones criminales pueden prosperar.

Para la presidenta Xiomara Castro, el desafío de desmantelar el “narcoestado” contra el cual hizo campaña se hace aún más difícil por el hecho de que su familia ahora está implicada en las mismas redes que prometió desmantelar. El escándalo que rodea a Carlos Zelaya subraya la complejidad de gobernar un país donde la línea entre el poder político y la actividad criminal a menudo es borrosa.

La presidenta Xiomara Castro se encuentra en una encrucijada a medida que se desarrolla el escándalo de corrupción que rodea a Carlos Zelaya. El video que supuestamente muestra a su cuñado negociando con narcotraficantes ha arrojado una nube oscura sobre su presidencia, poniendo en duda su compromiso con la plataforma anticorrupción que la llevó al poder. Aunque se mantiene desafiante ante las crecientes críticas, el escándalo ha puesto de manifiesto la fragilidad de la democracia hondureña y el grado en que los cárteles de la droga siguen ejerciendo influencia sobre sus instituciones políticas.

Lea también: Honduras enfrenta un grave desafío en la lucha contra la violencia contra los jóvenes

El camino que tiene por delante Castro está plagado de desafíos. Si no aborda las acusaciones de frente, su administración corre el riesgo de perder credibilidad en el país y en el extranjero. Más importante aún, su capacidad para cumplir su promesa de limpiar el sistema político corrupto de Honduras se verá gravemente comprometida. ¿Puede Xiomara Castro liderar un país donde los vínculos de su familia con el crimen organizado han sido objeto de un intenso escrutinio?

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