La masacre de Napalpí en Argentina y la lucha por las reparaciones indígenas
Un siglo después de la masacre de Napalpí, en la que 500 indígenas fueron asesinados por el Estado argentino, descendientes y activistas buscan justicia y reparaciones.
El 19 de mayo de 2022, casi 98 años después de la Masacre de Napalpí, la jueza federal Zunilda Niremperger dictó un veredicto histórico. Leyendo su sentencia simultáneamente en lenguas qom y moqoit, declaró la masacre como un crimen de lesa humanidad, organizado por el Estado argentino para exterminar a las comunidades indígenas qom y moqoit. “El Estado atacó a las comunidades en un plan previamente organizado”, afirmó, marcando el primer reconocimiento oficial de los brutales acontecimientos del 19 de julio de 1924.
La masacre fue parte de un esfuerzo sistémico más amplio para eliminar a las comunidades indígenas durante la formación de la Argentina moderna. Hasta hace poco, el Estado no había investigado ni reconocido estas atrocidades. El Napalpí fue una de las cuatro “reducciones” indígenas, esencialmente campos de concentración, establecidas para controlar a las poblaciones indígenas. Estas tierras, al igual que las creadas por los españoles durante la Guerra de Independencia de Cuba, fueron diseñadas para disminuir y explotar a sus habitantes.
Los residentes indígenas de Napalpí fueron obligados a trabajar en campos de algodón en condiciones opresivas. El gobernador de la Región del Chaco, Fernando Centeno, impuso controles estrictos, prohibiendo a los habitantes utilizar sus ingresos fuera de la reducción y obligándolos a pagar el transporte de sus cosechas y su ropa de trabajo. Cuando la comunidad protestó por salarios justos y mejores condiciones, el gobierno respondió con violencia, lo que llevó a la masacre que mató a aproximadamente 500 personas moqoit y qom.
Reconstruir el pasado: un proceso doloroso
Reconstruir los hechos de la Masacre de Napalpí fue una tarea desafiante. Los testimonios de los supervivientes no fueron escuchados durante casi un siglo y no se llevó a cabo ninguna investigación oficial. Sin embargo, los incansables esfuerzos de descendientes, historiadores y sociólogos apoyados por el actual gobierno del Chaco llevaron a la apertura de un juicio por la verdad en abril de 2022. Este juicio no tenía como objetivo condenar a los perpetradores ya fallecidos sino validar las voces de las comunidades de Napalpí y reconocer los crímenes cometidos contra ellos.
Rosa Grilo, una sobreviviente de la masacre, compartió su desgarrador relato con el investigador qom Juan Chico. “No sé por qué mataron a tantos niños y mayores. Había tanto sufrimiento”, recordó. A sus más de 100 años, el testimonio de Rosa fue crucial para reconstruir la historia. La masacre, que tuvo como objetivo principalmente a las comunidades Qom y Moqoit en la Colonia Aborigen, involucró tácticas brutales, incluido un avión que arrojó dulces para atraer a los aldeanos antes de que la policía comenzara a disparar, lo que provocó días de violencia.
La masacre debe entenderse en el contexto de la Reducción Estatal para Pueblos Indígenas de Napalpí. Establecidas por el Estado argentino, estas reducciones operaron entre 1911 y 1956 en las regiones del Chaco y Formosa. Los pueblos indígenas fueron sometidos a un sistema de endeudamiento, se les cobró por alimentos, herramientas y ropa, y se los obligó a trabajar en condiciones similares a la esclavitud. El sociólogo Marcelo Musante explica que estas reducciones fueron parte de un sistema diseñado para concentrar y disciplinar a las comunidades indígenas, que enfrentaban amenazas de detención o muerte si se resistían.
La lucha por la justicia y el reconocimiento
La Masacre de Napalpí dejó una profunda cicatriz en las comunidades Qom y Moqoit, lo que resultó en la pérdida de lengua y cultura y el desplazamiento de muchos miembros de la comunidad. En 2014, la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía Federal en Resistencia inició una investigación sobre la masacre, encabezada por los fiscales Federico Carniel, Carlos Amad, Patricio Sabadini y el fiscal adjunto Diego Vigay. Descubrieron una amplia evidencia que respaldaba las afirmaciones de la masacre, lo que condujo al juicio por la verdad en 2022.
El fallo de la jueza federal Zunilda Niremperger de que la masacre constituía crímenes de lesa humanidad como parte de un genocidio contra los pueblos indígenas fue un hito importante. Los testigos ancianos indígenas, entre ellos Melitona Enríquez, Rosa Chara, Rosa Grilo y Pedro Balquinta, tuvieron que superar su miedo a la policía para testificar, con el apoyo de la secretaría de derechos humanos local. Sus testimonios, junto con la evidencia histórica, ayudaron a establecer los hechos de la masacre y las condiciones coercitivas que enfrentaron los pueblos indígenas en ese momento.
El juicio también tuvo como objetivo brindar reparación a las víctimas y sus descendientes. Analía Quiroga, presidenta de la Fundación Napalpí, enfatizó la importancia de darle voz a las víctimas y probar la masacre a través de medios académicos y legales. Este reconocimiento restauró algunos de los derechos negados durante mucho tiempo a las comunidades indígenas.
La lucha por la justicia y el reconocimiento de la Masacre de Napalpí continúa. El veredicto condenó las medidas reparadoras ordenadas por el Estado argentino, incluido el entrenamiento de las fuerzas federales sobre los acontecimientos de la masacre y el genocidio de los pueblos indígenas. Gustavo Gómez, miembro del grupo de trabajo del memorial, reconoce los avances logrados pero subraya que es necesario hacer más.
Ha habido una importante participación en jornadas de entrenamiento para fuerzas federales y el Ministerio de Seguridad Nacional ha publicado un protocolo para la interacción con poblaciones indígenas desde una perspectiva intercultural. El Ministerio de Educación también ha impartido formación a profesores de todos los niveles. Se están realizando esfuerzos para convertir el sitio histórico de Napalpí en un museo y los documentos del juicio se están digitalizando con fines de archivo.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y los relatores de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas han respaldado el juicio como modelo para juzgar las masacres indígenas. Sin embargo, los asuntos pendientes incluyen una disculpa formal del gobierno nacional y el financiamiento del museo. También existe una propuesta para cambiar el nombre de Colonia Aborigen a “Napalpí”, pendiente de la aprobación local.
Abrazar el pasado para forjar el futuro
La Masacre de Napalpí y los esfuerzos en curso para buscar justicia y reconocimiento son un testimonio de la resiliencia y la fuerza de las comunidades Qom y Moqoit. Las historias de supervivientes como Rosa Grilo, fallecida en abril de 2023 a la edad de 115 años, siguen inspirando a las nuevas generaciones. Su nieta, Raquel Esquivel, ahora miembro del equipo del Memorial Napalpí, enfatiza la importancia de que los pueblos indígenas cuenten sus propias historias. “Ayuda a las nuevas generaciones a continuar nuestras luchas y abrazar nuestra historia y cultura”, dice.
La lucha por reparaciones y reconocimiento consiste en abordar el pasado y garantizar un futuro mejor para las comunidades indígenas. El veredicto y los esfuerzos posteriores para honrar a las víctimas de la masacre de Napalpí representan un paso crucial hacia la curación y la justicia. Sin embargo, el viaje está lejos de terminar.
El legado de la Masacre de Napalpí sirve como recordatorio de la importancia de reconocer y aprender de la historia. Subraya la necesidad de solidaridad y apoyo continuos para las comunidades indígenas en Argentina y en toda América Latina. Al aceptar su pasado y luchar por sus derechos, los pueblos indígenas están allanando el camino hacia un futuro más justo e inclusivo.