La violencia emergente en la Araucanía de Chile indica una crisis más profunda
Dos años después de que el gobierno chileno declarara el estado de emergencia en La Araucanía para frenar la violencia de baja intensidad mapuche, la región ahora enfrenta la invasión del narcotráfico y el crimen organizado, cambiando dramáticamente el panorama del conflicto.
En la exuberante y tumultuosa región de La Araucanía, en el sur de Chile, se desarrolla un nuevo capítulo en un conflicto de décadas. La zona, que alguna vez fue principalmente escenario de enfrentamientos por los derechos indígenas y disputas territoriales que involucraban a los mapuche, el grupo indígena más grande de Chile, ahora es testigo de un aumento inquietante del narcotráfico y el crimen organizado.
Históricamente, La Araucanía ha sido un foco de tensión entre las comunidades mapuche y el Estado chileno. El grupo indígena ha impugnado durante mucho tiempo la apropiación por parte del Estado de sus tierras ancestrales en el siglo XIX, que posteriormente fueron vendidas a empresas forestales. Este agravio histórico ha alimentado episodios periódicos de violencia, principalmente contra propiedades asociadas con la industria forestal, consideradas por muchos mapuche como símbolos del despojo continuo.
Sin embargo, los acontecimientos recientes sugieren un cambio significativo como este conflicto. Expertos en seguridad, en declaraciones a Efe, han dado la alarma sobre la creciente influencia de los cárteles de la droga y las organizaciones criminales en la región. El asesinato de tres policías en circunstancias misteriosas en abril, cuyos cuerpos fueron encontrados acribillados y quemados dentro de su vehículo en la comuna de Cañete, provincia de Arauco, ha puesto de relieve particularmente la gravedad de la nueva amenaza.
La respuesta del gobierno a las amenazas emergentes
En respuesta a la escalada de violencia, el gobierno chileno, bajo el presidente Gabriel Boric, quien inicialmente se opuso a tales medidas cuando era congresista, restableció un estado de excepción constitucional, una medida destinada a restaurar el orden mediante mayores controles policiales y el establecimiento de bases militares permanentes. Esta estrategia ha dado lugar a más de 450.000 controles policiales, más de mil arrestos y 167 condenas desde mayo de 2022, lo que ha contribuido a una disminución del 51% en la violencia rural en comparación con 2021.
A pesar de estos esfuerzos, la eficacia de la militarización para combatir las operaciones cada vez más brutales y sofisticadas del crimen organizado sigue en duda. Los críticos argumentan que, si bien tales medidas pueden suprimir temporalmente los incidentes violentos, no abordan las cuestiones sociopolíticas subyacentes que alimentan el conflicto.
El impacto más amplio del narcotráfico
La introducción del narcotráfico en la ya volátil combinación de problemas en La Araucanía complica el panorama de seguridad regional. Según Jorge Araya, experto en seguridad de la Universidad de Santiago, la ubicación estratégica de la región, con su proximidad a los puertos, la convierte en una base operativa ideal para los cárteles de la droga. Esta nueva dimensión del crimen introduce un mayor nivel de violencia y corrupción potencial que podría infiltrarse en varios niveles del gobierno local y las fuerzas del orden.
Según Salvador Millaleo, ex asesor del Ministerio del Interior e investigador del Instituto VioDemos, los problemas persistentes de derechos sobre la tierra, desarrollo económico y reconocimiento cultural siguen en gran medida sin abordarse. Millaleo enfatiza que, aunque algunos delitos han disminuido, las causas fundamentales de la violencia (como la restitución de tierras, la falta de planificación económica y el acceso a los recursos naturales) siguen sin resolverse.
Además, la situación en La Araucanía refleja desafíos nacionales más amplios en materia de derechos e integración indígenas. Chile necesita implementar más rápidamente una educación intercultural efectiva y desarrollar políticas que respeten e integren las aspiraciones culturales y económicas de sus poblaciones indígenas.
Hacia una solución integral
Expertos como Judith Shönsteiner de la Universidad Diego Portales abogan por un enfoque preventivo más allá de la intervención militar directa. Ella aboga por una estrategia sistémica que aborde las causas profundas del conflicto, incluidas las disparidades económicas, las desigualdades sociales y la necesidad de diálogo entre todas las partes interesadas.
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Mientras La Araucanía se encuentra en una encrucijada, el gobierno chileno y la comunidad mapuche enfrentan el doble desafío de abordar agravios históricos profundamente arraigados y al mismo tiempo contrarrestar el aumento del crimen organizado y el narcotráfico. El camino a seguir requiere un enfoque multifacético que combine medidas de seguridad con reformas sociales, económicas y políticas para garantizar la paz y la estabilidad a largo plazo en la región. El futuro de La Araucanía, rica en cultura e historia, depende de la capacidad de todas las partes para forjar una resolución integral e inclusiva que honre tanto a la tierra como a su gente.