Nayib Bukele proclama victoria en elecciones salvadoreñas
Antes de los resultados oficiales, el presidente salvadoreño Nayib Bukele declara una victoria electoral “récord”, desafiando la prohibición constitucional de la reelección.
Polémica declaración de victoria
El último proceso electoral en El Salvador ha generado controversia cuando el presidente Nayib Bukele reclamó preventivamente una victoria aplastante mientras los votos aún estaban en juego. Su afirmación va en contra de una prohibición constitucional existente sobre la reelección inmediata, desafiando las normas democráticas en un país que ya está al borde de su futuro político.
La declaración de victoria de Bukele se produjo a través de un comunicado en la plataforma X, antes conocida como Twitter, donde promocionó una victoria “récord”, con más del 85% de apoyo de los votantes que supuestamente aseguraría a su partido, Nuevas Ideas, la asombrosa cifra de 58 de los 60 escaños en la votación de la asamblea legislativa. Esta mayoría es fundamental para Bukele, ya que garantiza la continuación del estado de emergencia y su política de línea dura contra las bandas criminales que ha sido elogiada por reducir las tasas de homicidio y criticada por abusos contra los derechos humanos.
Los resultados oficiales preliminares se publicaron casi dos horas después del anuncio autocomplaciente de Bukele. Las primeras cifras dieron a su partido una amplia ventaja, con casi 795.000 votos que representan el 13% del total, muy por delante de su competidor más cercano, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, que obtuvo poco más de 69.000 votos.
Búsqueda inquebrantable de un mandato ampliado
El intento de Bukele de extender su mandato otros cinco años, hasta 2029, no parece inmutarse por el obstáculo constitucional ni las críticas en torno a su estrategia de seguridad. Su actual mandato ha estado marcado por una agresiva campaña contra la violencia de las pandillas, que ha incluido el despliegue del ejército en una función de aplicación de la ley nacional y el controvertido encarcelamiento de miles de presuntos miembros de pandillas sin juicio. Las medidas han logrado una fuerte disminución en la tasa de homicidios, que alguna vez convirtió a El Salvador en uno de los países más peligrosos del mundo, un logro al que Bukele hace referencia con frecuencia para justificar su enfoque.
Sin embargo, grupos de oposición y de derechos humanos han expresado preocupación por la erosión de las libertades civiles y el potencial de estas políticas para alimentar el abuso y la corrupción. Los detractores argumentan que el éxito en frenar la violencia no justifica el socavamiento de los derechos fundamentales, ni excusa el aparente desdén de Bukele por las limitaciones legales a su poder, como la de la reelección.
La prohibición de la reelección, consagrada en la Constitución salvadoreña, tenía como objetivo impedir el retorno a las prácticas autoritarias que alguna vez plagaron al país. El rechazo de Bukele a esta prohibición plantea el espectro de una regresión a una era en la que las instituciones democráticas eran frágiles y estaban sujetas a los caprichos de quienes estaban en el poder.
Decisión judicial controvertida
La cuestión constitucional relativa a la elegibilidad de Bukele para postularse se resolvió de manera controvertida a su favor mediante un fallo de la Corte Suprema en 2021. El tribunal, cuyos jueces fueron designados por la asamblea legislativa dominada por los aliados de Bukele, interpretó la constitución de una manera que le permitió candidatura a la reelección, lo que generó acusaciones de extralimitación judicial y un poder judicial comprometido.
Mientras los salvadoreños esperan el recuento final, la comunidad internacional observa con cautela. Las primeras declaraciones de victoria, el desprecio por los límites constitucionales y la promulgación de políticas de línea dura evocan inquietud en los observadores que temen por la resiliencia de los procesos democráticos en El Salvador.
La confianza inquebrantable de Bukele
La confianza de Bukele, sin embargo, sigue inquebrantable. La victoria autoproclamada refuerza su posición dominante en la política salvadoreña, lo que sugiere un futuro en el que su tipo de gobierno –que combina comunicación populista con medidas de seguridad de mano dura– seguirá definiendo la trayectoria del país.
Los observadores señalan que si bien sus tácticas han producido resultados tangibles en términos de seguridad pública, los costos a largo plazo para la integridad democrática y el cumplimiento del estado de derecho de El Salvador aún no se han tenido en cuenta.
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La legitimidad final del resultado electoral y la continuidad de Bukele en el cargo pende de un hilo del recuento final y de las reacciones del público salvadoreño. Queda por ver si la afirmación de victoria temprana será validada o conducirá a preguntas más profundas sobre el proceso democrático.