¿Por qué el Tren de Aragua alimenta la xenofobia hacia migrantes venezolanos?
El Tren de Aragua se ha expandido por Latinoamérica dejando múltiples víctimas a su paso. Entre ellas se encuentran los migrantes venezolanos.
Foto: UNICEF Ecuador
LatinAmerican Post | July Vanesa López Romero
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El Tren de Aragua es conocido hoy en día por ser una de las organizaciones criminales más atemorizantes de Latinoamérica. Nació en Venezuela, pero sus actos violentos han salido de estas fronteras. Actualmente, opera en algunos países en la región, como Colombia, Chile, Perú, Brasil y Bolivia. Son muchas las víctimas que ha dejado a su paso esta megabanda criminal, pero quizás unos de los que más sufren las consecuencias son los migrantes venezolanos. Veamos más de cerca qué es el Tren de Aragua y las consecuencias que está generando su acción sobre la comunidad migrante venezolana.
¿Qué es el Tren de Aragua?
Esta organización delincuencial surgió entre 2013 y 2014 con el sindicato de obreros que laboraban en la construcción del tramo del Ferrocarril de Venezuela que recorría los estados Aragua y Carabobo. De ahí surge el nombre. Sus creadores fueron Johan José Romer, alias “Johan Petrica”, y José Gabriel Álvarez Rojas, alias “el Chino Pradera”, el cual fue abatido en un enfrentamiento con la policía en 2016.
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En 2018, se dio a conocer la expansión al exterior de la organización criminal con la detención de Edison Agustín Barrera, alias “Catere”, en Perú. Poco tiempo después, se conoció su presencia en Brasil y, desde entonces, el grupo se ha hecho famoso en la región. Actualmente, el grupo opera en el Centro Penitenciario de Aragua, más conocido como la prisión de Tocorón. Su cabecilla es Héctor Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”.
Su entrada a otros países ha causado enfrentamientos, pero también vinculaciones con otros grupos de talante criminal. En el 2022 en Colombia, por ejemplo, hubo enfrentamientos con el ELN (en los que también participó la Policía Nacional), los cuales dieron como resultado una ola de homicidios en el Norte de Santander. Por otro lado, en Brasil el grupo está vinculado con el Primer Comando de la Capital (PCC), reconocida como la organización criminal más grande del país, y hay alrededor de 700 integrantes del Tren en el PCC.
La presencia del grupo en la región ha causado conmoción, sobre todo en Chile, que es considerado uno de los paises más seguros de Latinoamérica. Acá se han encontrado cuerpos con señales de tortura, y se conoce que la megabanda comete delitos como el secuestro, la trata de personas, el tráfico de drogas, el sicariato, entre otros, sobre todo al norte del país.
El Tren de Aragua y la migración masiva
Para su expansión, el grupo criminal ha aprovechado la migración masiva de venezolanos y ha seguido la ruta migratoria hacia el sur del continente para establecerse a lo largo y ancho de la región. Esto no ha sido coincidencia. De hecho, el Tren de Aragua inició sus actividades internacionales ofreciendo la provisión del servicio de tráfico de migrantes. Esta actividad mutó a trata de personas con fines de explotación sexual, lo cual realizan principalmente en las zonas fronterizas.
El pasado 23 de abril, el periódico colombiano El Espectador publicó un reportaje sobre cómo Colombia se ha vuelto el centro de operaciones de la megabanda para esta actividad. En él, se profundizó en las historias de distintas víctimas que fueron explotadas sexualmente de una forma violenta. Lo que más llama la atención al respecto es el modus operandi, que está muy bien establecido y que cuenta con distintos métodos para captar a las víctimas. Estos van desde engaños con castings a agencias de modelaje, hasta vinculaciones con cercanos como amigos y hasta familiares de las víctimas. Cabe resaltar que la mayoría de ellas son enviadas a Chile.
En este sentido, son los migrantes venezolanos, sobre todo las mujeres, quienes más han sufrido las consecuencias de la expansión del grupo criminal. Sumado a esto, hay que tener en cuenta que su presencia en la región ha alimentado la xenofobia que se vive desde que la migración masiva inició. En países como Perú y Chile se han fortalecido las medidas migratorias. En el caso de Chile, el gobierno militarizó la frontera en febrero de este año y en abril se anunció la orden de prisión preventiva para cualquier migrante que cometa un delito (cualquier tipo de delito) y no pueda ser identificado.
En Perú el caso es más sorprendente. Recientemente, la presidenta Dina Boluarte culpó públicamente a los migrantes venezolanos del aumento de la criminalidad en el país. No hizo excepciones y tampoco presentó datos ni pruebas para sustentar su afirmación. Asimismo, declaró estado de emergencia para poder militarizar las fronteras del país.
Los casos de ambos países son problemáticos porque criminalizan a migrantes venezolanos que han tenido que dejar su país atrás para buscar oportunidades de una vida digna en el exterior. Con afirmaciones como las de Boluarte, se estigmatiza y generaliza sobre un grupo de personas que no son el Tren de Aragua y no necesariamente pertenecen o tienen vinculaciones con él. De hecho, como se mencionó, son también víctimas de su actuar delictivo. Los migrantes viven hoy las consecuencias de delitos que no han cometido.