¿Por qué la embajada estadounidense en Jerusalén provoca violencia en Israel?
En Gaza la cifra de muertos ya sobrepasa los 50 y los heridos sobrepasan los 2000, ¿qué está pasando?
El lunes 14 de mayo, Estados Unidos abrió su nueva embajada en el Estado de Israel en la ciudad de Jerusalén, lo que ha causado gran indignación entre la comunidad árabe y ha generado protestas en varios puntos del país. Tan solo en la Franja de Gaza el ejército israelí ha matado más de 50 personas, e hirieron a aproximadamente 2000 que protestaban contra el traslado de la embajada.
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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, calificó la apertura como “histórica”. Asimismo, su yerno y consejero para Oriente Medio, Jared Kushner, señaló que los manifestantes “son parte del problema” que impiden la estabilidad de la región. Incluso los estadounidenses vetaron la posibilidad de que una comisión independiente solicitada por la ONU entrara a verificar la muerte de los manifestantes.
El traslado de la embajada coincide con el septuagésimo aniversario de la creación del Estado de Israel, cuando el movimiento sionista declaró la independencia de su país, luego que el Mandato británico de Palestina terminara y el plan de partición del territorio fuera rechazado por la comunidad árabe.
¿Por qué el traslado es una afrenta a la comunidad árabe?
Para responder esta pregunta hay que remitirse al 19 de noviembre de 1947, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el Plan de Partición de Palestina. Entre los mandatos que establecía el plan, se contemplaba que las ciudades de Jerusalén y Belén estuvieran bajo control internacional.
Jerusalén es de gran importancia para las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam. Para los judíos fue en esa ciudad donde el Templo de Salomón fue levantado por el mítico rey, donde estaba contenida el Arca de la Alianza y otras reliquias. No obstante, el templo fue destruido en el siglo VI a.C., reconstruido 60 años después y destruido otra vez en el año 70 d.C., quedando únicamente el famoso Muro de las Lamentaciones.
Por otra parte, para la comunidad islámica Jerusalén tiene relevancia porque fue en esa ciudad donde su máxima figura, el profeta Mahoma, ascendió a los cielos para encontrarse con Dios. En el lugar donde se considera que ocurrieron los hechos fue construido el Domo de la Roca, que guarda la roca en donde Mahoma se encontraba en el momento de su ascensión. También se piensa que este lugar es donde Abraham trató de sacrificar a su hijo Isaac.
Teniendo esto en cuenta, la intención original de designar Jerusalén como territorio internacional, potencialmente liberaba de tensiones adicionales al naciente conflicto en Oriente Medio. Sin embargo, tras la Declaración de Independencia de Israel el 14 de mayo de 1948, los ejércitos de Egipto, Siria, Irak, Líbano y Transjordania invadieron el territorio palestino e inició la Guerra árabe-israelí.
Terminada esta guerra, Jerusalén fue ocupada hacia el oeste por los judíos, mientras que el este de la ciudad quedó en manos de los árabes. Si bien esto significó un equilibrio para el fin de la guerra, la llamada “Ciudad Vieja” quedó bajo control administrativo de Jordania.
Posteriormente, en 1967 estalló un nuevo conflicto entre Israel, por un lado, y Egipto, Siria, Jordania e Irak, por el otro. La llamada Guerra de los Seis Días permitió que los judíos ocuparan Jerusalén en su totalidad, entre otros territorios. No obstante, la polémica no terminó ahí, pues en 1980 y con la aprobación de la Ley de Jerusalén, la ciudad fue proclamada como la “capital eterna e indivisible” de Israel.
A pesar de esto, 128 países rechazan el reconocer a Jerusalén como capital de Israel. En 2017 se impulsó un voto entre los miembros de la ONU sobre el reconocimiento de Estados Unidos de la “nueva capital” de Israel. Solo otros 9 países apoyaron la resolución, entre ellos Guatemala que también trasladó su embajada de Tel Aviv a Jerusalén. Otros 35 se abstuvieron de votar, entre ellos Colombia, Argentina, México, Panamá, Paraguay y República Dominicana.
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Quizá lo más criticable es que mientras Estados Unidos hace de la ocasión una festividad, no parece darle la relevancia necesaria al desastre social y político que está patrocinando el gobierno de Trump. No hay esfuerzos por evitar que asesinen civiles desarmados ni por frenar otros abusos como el establecimiento de asentamientos israelíes en tierras palestinas.
Mientras el gobierno americano siga patrocinando el status quo en Israel, las esperanzas de alcanzar la paz en esta región se van a desvanecer con el tiempo.
Lo que está pasando puede que no tenga un fuerte apoyo internacional, pero es una agresión simbólica tanto a las pretensiones de normalización de las relaciones entre la comunidad árabe y el pueblo judío como a la dignidad de las comunidades no judías dentro de Israel. El traslado de embajadas significa darle la espalda a la implementación de soluciones que satisfagan a las partes enfrentadas.
Latin American Post | Iván Parada Hernández
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