Protestas en Haití: una historia de años
La rampante corrupción que enfrenta el país más pobre de América ha frenado cualquier oportunidad de crecimiento
Las protestas que han acompañado el panorama político de Haití desde hace unos años son el resultado de un estado débil que ha fallado en su capacidad de gobierno y organización. La rampante corrupción que enfrenta el país y la falta de credibilidad en las autoridades locales se han convertido en obstáculos para el crecimiento de esta nación, considerada la más pobre de América. De hecho, Transparencia Internacional ubica a Haití en el puesto 159 de 176 y menciona una corrupción endémica en las instituciones públicas haitianas; lo que se traduce en mayores niveles de desigualdad.
En octubre de 2015, después de cinco años de gobierno de Michel Martelly, fueron organizados unos comicios nacionales que dejaron como ganador a Jovenel Moise, líder del mismo partido político en el poder, el Haitian Tèt Kale (PHTK). Sin embargo, los resultados de estas elecciones fueron declarados fraudulentos ese mismo año y no fueron reconocidos como consecuencia de las fuertes tensiones políticas y oleadas de violencia en las calles.
Como medida provisional, Jocelerme Privert asumió el rol de presidente interino de Haití hasta que las nuevas elecciones pudieron ser realizadas en noviembre de 2016, dejando como ganador al mismo Jovenel Moise. Los resultados, aceptados esta vez por la población local, se vieron salpicados por el paso devastador del Huracán Matthew en octubre, que se encargó de sumir al país en una crisis generalizada.
Las protestas de este año
A lo largo del 2017, nuevas olas de protesta han estallado en Haití como consecuencia de la crisis política y económica que enfrenta el país desde hace años. En particular, durante septiembre de este año, la población salió a las calles a protestar en contra del nuevo presupuesto nacional, designado por el presidente y aprobado por ambas cámaras del legislativo. La oleada de violencia en las calles fue una respuesta directa de la población a los aumentos de impuestos propuestos por parte del gobierno, que no corresponden a un aumento salarial o una mejoría en las condiciones económicas de la nación.
Entre los valores más criticados por los ciudadanos se encuentra el aumento de 40 a 95 dólares en la emisión de pasaportes, una obligación importante para quienes desean migrar a otros países en búsqueda de mejores condiciones. Además, es un monto que resulta relevante cuando se piensa que reportes de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) hablan de más de 2.5 millones de haitianos viviendo en el extranjero.
Haití es el país con el PIB más bajo del continente y depende en gran parte de los flujos de capital extranjero llegados no solo como remesas e inversión externa, sino también como asistencia por parte de organizaciones internacionales y ONGs relevantes en la arena política y económica. De hecho, Haití no solo hace parte de las listas del Fondo Monetario Internacional (FMI) de países pobres con deuda elevada, sino que depende alrededor de un 40% de la ayuda externa que recibe.
La dependencia haitiana de los fondos provenientes del extranjero debilita la capacidad del gobierno de autorregularse y pone en tela de juicio la autonomía de las autoridades locales a la hora de formular e implementar políticas públicas. Adicionalmente, los altos índices de corrupción en todas las esferas, reducen la credibilidad de los autoridades locales y aumentan los niveles de oposición por parte de la población local.
El mandato de Jovenel Moise, iniciado en febrero de 2017, ha puesto en marcha un nuevo período presidencial que busca desarrollar una política agraria, junto a las iniciativas de educación y salud universal propuestas por el ex-mandatario Martelly. Moise, empresario de carrera, promovió durante sus campañas el desarrollo de una agricultura ecológica como motor económico para Haití. Sin embargo, el fraude y la falta de apoyo que acompañaron su primera elección en octubre de 2015, y que han matizado también los comicios de 2016, explican los bajos niveles de popularidad y aceptación que tiene entre los ciudadanos, e intensifican las oleadas de protestas en el país.
Latin American Post | Laura Delgado
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