¿Qué pasa con los periodistas en Europa?
No solo en Latinoamérica se cuarta la libertad de prensa
En Sudamérica se ve al periodismo europeo como una actividad segura donde los medios pueden expresar sus opiniones libremente y denunciar casos de corrupción o malversación de fondos. Sin embargo, esto puede ser parcialmente cierto, los hechos que ocurrieron contra la revista Charlie Ebdo en el 2016 dejan en claro que ser un formador de opinión en Europa también tiene su precio.
Uno de los casos más llamativos en Europa en materia de periodismo fue el asesinato de la periodista danesa Kim Wall al norte de Copenhague. Kim Wall se encontraba en un yate entrevistando Peter Madsen, creador de barcos; sus últimas palabras fueron enviadas a su pareja diciendo que se encontraba bien.
Después de 8 días de desaparecida, las autoridades determinaron en sus investigaciones que el señor Madsen torturó y descuartizó el cuerpo de la periodista. Las declaraciones de Madsen dan ha entender que su asesinato no va más allá de un acto desligado a las actividades periodísticas de Kim Wall, pero, como pasa en América del Sur, no es extraño que el asesinato de un periodista sea un caso aislado.
Poco después, en Malta, uno de los países que supone ser un ejemplo de la Unión Europea, al mejor estilo de Colombia en los años 80, fue asesinada la periodista Caruana Galizia con un carro bomba. Las autoridades determinaron que su asesinato tiene que ver con sus actividades de periodismo, ya que, Galizia era implacable en sus investigaciones de corrupción y de malversación de fondos en Malta. Sin embargo, hasta el momento no se sabe quién cometió el crimen dado que su lista de enemigos era larga, desde funcionarios de Azerbaiyán hasta empresarios chinos, pasando por funcionarios de la Unión Europea.
Para el 2018, el primer asesinato reportado en Europa fue el periodista eslovaco Jan Kuciak. Kuciak, como si se tratase de un país en Sudamérica, llevaba un trabajo de alto riesgo especializado en publicar los actos de corrupción del gobierno de Eslovaquia en diferentes ámbitos. Una de sus últimas publicaciones fue un artículo denunciando los nexos del primer ministro de Eslovaquia Robert Fico con una de las mafias italianas, la denominada “Ndrangheta”.
En febrero, él y su pareja fueron encontrados en su casa en Bratislava con varios disparos y con municiones a los lados, lo que las autoridades eslovacas identifican como una amenaza a los siguientes periodistas que se atrevan a destapar este tipo de actos.
Finalmente, en abril de este año, el periodista ruso llamado Maksim Borodin murió en un hospital de Ekaterimburgo después de haber caído de un quIGNORE INTO piso en su vivienda. Las autoridades rusas apuntan a que se trato de un suicidio, sin embargo, una de las jefes del periodista que trabajaba en Novy Den declaró que no cree en que haya sido un suicidio, ya que no dejó una carta de despedida, además su actividad periodística iba encaminada a denunciar el gobierno de Vladimir Putin. Este periodista es reconocido por contar en sus artículos la presencia de mercenarios rusos en Siria.
¿Coinciden estos hechos con Latinoamérica?
Tanto en Latinoamérica como en Europa existen casos de corrupción, malversación de fondos, actividades ilícitas y hasta encubrimiento de grupos o personas en actividades ilícitas. Si bien, Europa Oriental donde fue asesinado el periodista eslovaco, tiene muchas similitudes en este aspecto con países de Sudamérica como la corrupción o la concentración de tierras, es evidente que en la Europa más desarrollada también suceden estos hechos.
La actividad periodística es sumamente necesaria para destapar los problemas que una sociedad tiene, sin embargo, estas actividades no serán bien vistas por las personas más poderosas de cada país, llegando hasta el punto de asesinar a sangre fía a las personas relacionada con el periodismo, no importa si esto sucede en Europa, América del Norte o China, el precio del periodismo en el mundo del siglo XXI todavía es demasiado alto.
Latin American Post | Migue Díaz
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