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Sabotaje en Nord Stream: las teorías en el gasoducto que comunica a Rusia y Alemania

En LatinAmerican Post hicimos un recorrido por las teorías que se han generado alrededor de la explosión en el gasoducto por el que Rusia envía gas a Alemania. ¿Es un autosabotaje de Rusia o un plan orquestado por la OTAN?.

corriente del norte

Foto: AFP

LatinAmerican Post | Christopher Ramírez Hernández

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El 26 de septiembre de 2022, se añadió una nueva tensión en Europa luego de que se registraron dos fugas submarinas de gas natural en Nord Stream, uno de los gasoductos más importantes del Viejo Continente por el que Rusia envía el importante hidrocarburo hacia Alemania. Cabe recordar que el proyecto Nord Stream (que consta de dos gasoductos) transportaba alrededor de 55 mil millones de metros cúbicos de gas por año desde territorio ruso hasta el alemán por todo el lecho del mar Báltico. Por supuesto, es una megaconstrucción que seguramente sería vista como objetivo militar en medio de una guerra; tal como la que se vive desde el 24 de febrero de 2022, cuando Rusia invadió a Ucrania.

¿Explosión o terremoto?

Ahora, tratando de reducir las especulaciones y de no sumar una tensión más a la ya problemática realidad que se vive con Rusia en Europa, algunas de las principales redes sismológicas de este continente trataron de “ver el vaso medio lleno” y pensar que las fugas en ambos gasoductos derivaron de actos sísmicos naturales y no de un sabotaje con explosivos. Sin embargo, luego de analizar las pruebas recolectadas, especialmente por Suecia, que ha sido uno de los países más activos en la búsqueda de pesquisas, se determinó que, en efecto, la situación se dio luego de grandes explosiones generadas por algo o por alguien.

Lucía Lozano, sismóloga de la red sísmica de España, aseguró en conversación con el diario El País, que “explosiones y terremotos de origen natural tienen orígenes distintos. Una explosión genera una onda expansiva que se propaga en todas las direcciones (…) la primera llegada es una onda muy impulsiva de gran amplitud”.

“Mientras que un terremoto natural tiene un origen como de fractura y las primeras llegadas (de la onda) pueden ser, tanto de dilatación como de compresión”, añadió la experta. Luego, Lozano dio una explicación clave en el entendimiento de esta situación: “las explosiones suelen ser muy superficiales, mientras que los terremotos naturales tienen unas profundidades de varios kilómetros”.

Bajo esa tesis, un terremoto natural no hubiese podido causar el daño que se evidenció en los gasoductos; tal como Suecia lo confirmó semanas después. Tras varias investigaciones que este país realizó con autoridades danesas, se llegó a la conclusión de que, en efecto, lo de Nord Stream se trató de un sabotaje. El 17 de noviembre de 2022 se hallaron rastros fehacientes de lo que habrían sido varias explosiones en el trecho del Báltico por el que pasan los gasoductos. "Los análisis realizados encontraron rastros de explosivos en varios objetos extraños recuperados en el lugar", indicó el fiscal sueco Mats Ljungqvist, por medio de un comunicado oficial.

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¿Quién lo hizo?

Según Ljungqvist, la investigación es compleja y muy amplia como para poder dar con un culpable en un tiempo tan reducido. Sin embargo, instó a los demás países interesados en saber más a que se sumen a la causa, pues “las investigaciones en curso demostrarán si algún sospechoso puede ser formalmente identificado”.

En ese orden de ideas, todas las acusaciones que se han lanzado en los últimos meses no son más que ataques, algunos infundados, entre países que hoy son considerados enemigos. Existen varias teorías nacidas en el seno de los países miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de que fue la propia Rusia la que se autosaboteó. Lo propio ha hecho el Kremlin (Gobierno ruso), acusando formalmente a Estados Unidos y al Reino Unido de orquestar estos ataques.

El primero en decir que el ataque nació en la mente del Gobierno estadounidense, en apoyo de Noruega, fue Seymour Hersh. Es un periodista norteamericano ganador del Pulitzer en 1970, quien referenció al presidente Joe Biden como el principal responsable de estos actos. “La decisión de Biden de sabotear los gasoductos estuvo precedida por nueve meses de discusiones altamente secretas en el seno de la comunidad de seguridad nacional de Washington", escribió Hersh.

Esta investigación, por supuesto, ha sido tomada como una “biblia” por el Gobierno ruso y demás actores que defienden la invasión en Ucrania. Aseguran que el supuesto sabotaje estadounidense obedece a una estrategia para intentar acabar con cualquier relación que pudiese existir aún entre Alemania y Rusia con el gas como principal medio de adhesión.

“A gran escala es un atentado terrorista contra la alianza, precisamente, que se formó desde hace años entre Alemania y Rusia, y que en términos geopolíticos, se tenía que evitar que Alemania y Rusia se unieran porque la fuerza que generaran ambos iba a hacer que la potencia marítima, que sería Estados Unidos, no tuviera fuerza”, dijo la doctora Imelda Ibáñez, especialista en relaciones internacionales y diplomacia rusa en conversación con el medio estatal ruso Sputnik.

Ahora, lo que Rusia ha considerado como una verdad inapelable es para algunos expertos solo una sarta de mentiras “muy bien escrita” creada por Hersh. “El nivel de detalles que proporciona el artículo podría agregar credibilidad a su historia. Sin embargo, si analizamos estos detalles, es cuando podemos ver que su relato comienza a desmoronarse”, dijo Oliver Alexander, especialista en Inteligencia de fuentes abiertas (Osint, por sus siglas en inglés), en entrevista con El Confidencial.

Para Alexander la historia del periodista estadounidense se basa en la aparición de barcos y naves que nunca estuvieron en el lugar de los hechos, o la supuesta explosión de armas noruegas que, según las Fuerzas Armadas de ese país, “no entrarían en servicio hasta inicios del año 2023”. En el otro lado de la moneda está la OTAN culpando a Rusia de explotar sus propios gasoductos con el fin de tomar ventaja en la guerra por medio de la desesperación que genera la escasez de gas en territorio europeo. No es un secreto que para 2022 la Unión Europea dependía de Rusia para cerca del 40% de su gas natural. Por supuesto, los rusos siempre han negado las acusaciones tildándolas de ser "predecibles, estúpidas y absurdas".

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