Temer se salva de la destitución y Brasil se hunde en corrupción
La Cámara Baja brasileña evitó que el presidente fuera juzgado por el Tribunal Supremo Federal
La democracia brasileña atraviesa, tal vez, uno de los momentos más críticos en su historia. Los escándalos de corrupción parecen ser la norma y que cualquier político que aspire a algún cargo importante debe tener unas investigaciones por corrupción. La semana pasada, el mismo presidente de la República, Michel Temer, (quien asumió el cargo luego de que Dilma Rousseff fuera inhabilitada) se salvó de ser investigado por el Tribunal Supremo Federal brasileño por un escándalo de corrupción.
Para que el mandatario fuese investigado, era necesario que 2/3 de la Cámara votaran en contra de Temer. Sin embargo, el presidente salió victorioso con 263 votos a su favor, 227 en contra y 2 abstenciones. La Cámara, en donde el 53% de los diputados está siendo investigado por distIGNORE INTOs crímenes, le dio su respaldo al mandatario. Analistas creen que los políticos decidieron cobijar a Temer por 2 motivos: primero, para no dar otro golpe a la ya debilitada economía brasileña; segundo, evitar que la presión sobre sus propias investigaciones aumentara. Según el Instituto de Investigación de Paraná, el 90.6% de los brasileños quieren que Temer salga de su cargo.
El fiscal general brasileño, Rodrigo Janot, acusó formalmente a Temer de recibir 150.000 dólares en sobornos de la empresa JBS, la compañía de carnes más grande del país. Janot había revelado una grabación en donde Temer avala que el presidente de JBS entregue el dinero al exdiputado (que hoy está preso) Eduardo Cunha. Pero el problema de Brasil es mucho más preocupante que un presidente corrupto. De haber sido investigado, el TSF habría evaluado si era necesario suspender al presidente de su cargo para no obstruir con el proceso. En ese caso el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia (también investigado por corrupción y lavado de dinero), asumiría el cargo.
Temer llegó al poder luego de que la presidenta electa, Dilma Rousseff, fuese destituida por el Congreso, por maquillar cifras del presupuesto público. Temer, al ser el vicepresidente, asumió el cargo.
Adicionalmente, el ex presidente Luiz Inacio “Lula” Da Silva, que aspira nuevamente a la presidencia, fue condenado a nueve años y medio de prisión por corrupción en el caso Lava Jato.
Todos estos escándalos han debilitado la democracia brasileña. Tanto así que la ciudadanía está tan decepcionada de su clase política que ni siquiera salió a manifestarse en contra de Temer. Por ahora, no se ven caras nuevas que puedan cautivar nuevamente la esperanza de los brasileños de cara a las elecciones de 2018.
Latin American Post | Santiago Gómez Hernández
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