Un estudio muestra una subrepresentación sistemática de los votantes latinos y negros en las elecciones estadounidenses
Un análisis de las elecciones de 2020 revela que los votantes latinos y negros estuvieron sistemáticamente subrepresentados, con importantes disparidades raciales en la participación electoral y la aceptación de las boletas, particularmente en estados indecisos clave que decidieron el resultado de las elecciones.
Tras las elecciones presidenciales estadounidenses de 2020, una de las más reñidas de la historia reciente, un nuevo análisis ha sacado a la luz hallazgos preocupantes sobre las disparidades raciales en la participación electoral. El informe, titulado “Raza y representación en condados en campo de batalla”, destaca cómo los votantes latinos y negros estuvieron sistemáticamente subrepresentados, particularmente en los estados indecisos cruciales que desempeñaron un papel fundamental en la determinación del resultado de las elecciones. Los hallazgos subrayan los desafíos duraderos que enfrentan las comunidades de color para acceder y ejercer sus derechos de voto, desafíos que se exacerban en los distritos donde estas comunidades forman una mayoría.
El informe, realizado por investigadores de la Union of Concerned Scientists, se centró en datos electorales de 11 condados en siete estados: Arizona, Georgia, Michigan, Carolina del Norte, Ohio, Pensilvania y Wisconsin. Estos estados no fueron sólo campos de batalla en las elecciones de 2020; fueron decisivos para asegurar la victoria del presidente Joe Biden. Los condados elegidos para el análisis, incluido el condado de Maricopa en Arizona, son emblemáticos de los cambios demográficos y los campos de batalla políticos que han llegado a definir las elecciones estadounidenses modernas.
Los investigadores encontraron lo que describieron como una “brecha significativa” en las tasas de participación electoral entre los votantes latinos y negros en comparación con sus homólogos anglosajones. Esta brecha fue evidente incluso en distritos donde las comunidades latinas y negras constituyen la mayoría de la población. En los distritos con un mayor porcentaje de residentes anglosajones, la participación electoral fue notablemente mayor, con una participación media del 78%. En marcado contraste, los distritos con población mayoritariamente latina tuvieron una participación de sólo el 54%, mientras que aquellos con población mayoritariamente negra tuvieron una participación del 59%.
Estas disparidades no son sólo números en una página; reflejan problemas sistémicos profundamente arraigados que continúan marginando a las comunidades de color en el proceso electoral. La menor participación en estas comunidades se puede atribuir a una variedad de factores, desde tácticas de supresión de votantes hasta barreras socioeconómicas que dificultan que estos votantes participen en el proceso electoral. El informe enfatiza que estas disparidades no son coincidentes sino que son el resultado de un sistema que, ya sea intencionalmente o no, priva de sus derechos a ciertos grupos de votantes.
Disparidades en la aceptación de boletas
Una de las conclusiones más alarmantes del informe es la disparidad en las tasas de aceptación de votos entre las comunidades de color y sus homólogos anglosajones. Los investigadores encontraron que los votantes latinos y negros tenían significativamente más probabilidades de que se rechazaran sus votos en ausencia o provisionales. En concreto, el informe afirma que el 40% de los votos ausentes y provisionales de las comunidades de color fueron rechazados, frente a sólo el 20% de los votantes anglosajones.
Esta discrepancia es particularmente preocupante dada la importancia de los votos ausentes y provisionales en las elecciones de 2020. Debido a la pandemia de COVID-19, un número récord de votantes optó por votar por correo o utilizar boletas provisionales, lo que hizo que la aceptación de estas boletas fuera fundamental para garantizar que cada voto fuera contado. Las mayores tasas de rechazo de votos de comunidades de color sugieren que estos votantes se vieron afectados desproporcionadamente por políticas o prácticas que llevaron a la descalificación de sus votos.
El informe también señala que estas disparidades en la aceptación de votos no se limitan a las elecciones de 2020. Los datos históricos indican que las comunidades de color han enfrentado durante mucho tiempo mayores tasas de rechazo de votos en ausencia y provisionales, una tendencia que ha persistido a pesar de los esfuerzos por hacer que el proceso de votación sea más inclusivo. Este hallazgo subraya la necesidad de reformas para garantizar que todos los votantes, independientemente de su raza o etnia, tengan las mismas oportunidades de participar en el proceso electoral.
El impacto en la representación
La subrepresentación de los votantes latinos y negros en las elecciones de 2020 tiene implicaciones de gran alcance para su representación en el gobierno. Como señaló Liza Gordon-Rogers, investigadora asociada del Centro para la Ciencia y la Democracia, “es sorprendente ver los datos reales de las elecciones y darse cuenta de hasta qué punto el lugar donde vives determina si tu voz será escuchada en las elecciones”.
Cuando las comunidades de color están subrepresentadas en el proceso electoral, es menos probable que sus necesidades e intereses se reflejen en las políticas y decisiones gubernamentales. Esta falta de representación puede perpetuar ciclos de desigualdad, ya que las voces de los más afectados por las disparidades sociales y económicas quedan marginadas en los mismos procesos que podrían abordar esas cuestiones.
El informe enfatiza que las disparidades en la participación de los votantes y la aceptación de las boletas no se refieren solo a las elecciones de 2020; también tienen implicaciones para futuras elecciones. Con las elecciones de 2024 en el horizonte, estos hallazgos resaltan la necesidad urgente de abordar las barreras sistémicas que impiden a los votantes latinos y negros participar plenamente en el proceso democrático.
El mito del voto ilegal generalizado
Una de las conclusiones más importantes del informe es su refutación de las teorías de conspiración generalizadas que han plagado las elecciones recientes, en particular las de 2020. Los investigadores no encontraron evidencia que respalde las afirmaciones de votación ilegal generalizada, una narrativa que se ha utilizado para justificar leyes y políticas electorales restrictivas que afectan desproporcionadamente a las comunidades de color.
El informe sostiene que estas teorías de conspiración son “simplemente falsas” y que el verdadero problema no es la votación ilegal sino la privación sistemática de sus derechos a ciertos grupos de votantes. Al centrarse en la supuesta amenaza del voto ilegal, los formuladores de políticas están desviando la atención de los problemas reales que afectan la integridad del proceso electoral, es decir, las barreras que impiden a las comunidades marginadas ejercer su derecho al voto.
Los investigadores piden un cambio en la conversación sobre la integridad electoral, uno que se centre en ampliar el acceso a la votación en lugar de restringirlo. Sostienen que garantizar que todos los votantes elegibles puedan participar en el proceso electoral es la mejor manera de salvaguardar la integridad de las elecciones y que abordar las disparidades destacadas en el informe es un paso fundamental para lograr ese objetivo.
Recomendaciones para futuras elecciones
El informe concluye con varias recomendaciones para abordar las disparidades en la participación de los votantes y la aceptación de las boletas que se identificaron en el análisis. Estas recomendaciones tienen como objetivo garantizar que las elecciones futuras sean más inclusivas y que se escuchen las voces de todos los votantes.
Una de las recomendaciones clave es el establecimiento de una línea de base para detectar irregularidades en la votación. Al crear un conjunto estandarizado de métricas para identificar y abordar problemas en el proceso de votación, los funcionarios electorales y los grupos de defensa pueden comprender mejor quién está siendo excluido del proceso electoral y por qué. Esta línea de base también ayudaría a identificar patrones de privación de derechos, permitiendo intervenciones específicas para abordar las necesidades específicas de diferentes comunidades.
El informe también pide una mayor inversión en educación y extensión a los votantes, particularmente en las comunidades de color. Al brindarles a los votantes la información y los recursos que necesitan para navegar el proceso de votación, los funcionarios electorales pueden ayudar a reducir las barreras que impiden que estos votantes participen en las elecciones. Esto incluye esfuerzos para garantizar que los votantes comprendan sus derechos, cómo emitir su voto y qué hacer si encuentran problemas en las urnas.
Además, los investigadores recomiendan reformas al proceso de voto ausente y provisional para reducir las disparidades en las tasas de rechazo. Esto podría incluir cambios en los criterios utilizados para evaluar estas papeletas, así como esfuerzos para hacer que el proceso sea más transparente y accesible para los votantes. Al garantizar que todas las papeletas reciban el mismo trato, independientemente de la raza o el origen étnico del votante, los funcionarios electorales pueden ayudar a restablecer la confianza en el proceso electoral y garantizar que cada voto cuente.
Finalmente, el informe enfatiza la importancia de continuar la investigación y el análisis para monitorear el impacto de estas recomendaciones e identificar nuevos desafíos a medida que surjan. Si se mantienen alerta y proactivos, los funcionarios electorales, los grupos de defensa y los investigadores pueden trabajar juntos para crear un proceso electoral más inclusivo y equitativo para todos los votantes.
Avanzando
Las conclusiones del informe “Raza y representación en los condados en campo de batalla” son un claro recordatorio de los desafíos que aún quedan en la lucha por el derecho al voto en Estados Unidos. Si bien las elecciones de 2020 fueron históricas en muchos sentidos, también expusieron las desigualdades profundamente arraigadas que continúan socavando el proceso democrático.
Mientras la nación mira hacia futuras elecciones, está claro que se debe hacer más para garantizar que todos los votantes, independientemente de su raza o etnia, tengan las mismas oportunidades de participar en el proceso electoral. Esto requerirá un esfuerzo concertado por parte de los formuladores de políticas, los funcionarios electorales y los grupos de defensa para abordar las barreras sistémicas que impiden que las comunidades de color ejerzan plenamente su derecho al voto.
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Al tomar las medidas descritas en el informe, Estados Unidos puede acercarse a hacer realidad la promesa de una democracia verdaderamente representativa, en la que cada voz sea escuchada y cada voto sea contado. Hay mucho en juego, pero el camino a seguir es claro: para crear una sociedad más justa y equitativa, debemos garantizar que todos los ciudadanos tengan la misma voz en las decisiones que configuran sus vidas.