Venezuela: ¿Puede la oposición confiar en Nicolás Maduro?
Pese al reciente acuerdo entre chavismo y oposición, ¿qué tan confiable es la palabra de Nicolás Maduro?
Foto: Gobierno de Venezuela
LatinAmerican Post | Santiago Gómez Hernández
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Luego de que miembros de la oposición venezolana y delegados del Gobierno de Nicolás Maduro llegaran a un acuerdo, el ambiente y las esperanzas de varios detractores del oficialismo no es de mesura o de escepticismo.
Debido a años de persecución política, críticas a las garantías de las elecciones y de una desconfianza mutua, surge pregunta que surge es si este acuerdo será el inicio de un restablecimiento de la democracia en Venezuela o servirá solo como método para lavar la cara a un presidente y un partido que se ha atornillado en el poder.
Acuerdo entre Chavismo y Oposición
Luego de reanudar la mesa de diálogos en México, el pasado 26 de noviembre, el grupo mandó una noticia positiva para todos aquellos que siguen esta reunión. Ambas partes lograron un acuerdo parcial que representaría liberar los fondos bloqueados en el exterior para ser invertidos en la protección de los venezolanos. Estos fondos habían sido congelados debido a que varios países del mundo desconocían la figura de Nicolás Maduro como presidente legítimo del Estado venezolano, lo que le imposibilitaba acceder a estos fondos.
Se acordó entregar el dinero a un Fondo de Protección Social para que pueda ser invertido. Este fondo será manejado mediante procedimientos internacionales y con la veeduría y aprobación de diferentes organizaciones.
Adicionalmente, se determinó una Mesa de Atención Social que estará dedicada a atender las necesidades sociales de los venezolanos. Por ejemplo, este órgano atenderá requerimientos de Salud, del sistema eléctrico, temas de educación pública, entre otros.
Un pasado poco alentador
Nicolás Maduro llegó a la presidencia venezolana en 2013, luego de vencer electoralmente a Enrique Capriles. Pese a las críticas por un posible fraude en el balotaje, chavismo y oposición mantenían una relativa relación que permitió futuras elecciones en donde ambos participaran. No obstante, con el correr del tiempo y de otras elecciones, las protestas y el rechazo de la oposición a mantener un sistema cuestionado, generaron mayores enfrentamientos entre ambos sectores.
Desde la llegada al poder del sucesor de Hugo Chávez, se han registrado 5 diferentes procesos formales de negociación.
En 2014, la Mesa de Unidad Democrática que representaba la mayoría de los partidos y movimientos opositores al chavismo realizó la primera negociación con el Gobierno Maduro. Las llamadas conversaciones en Miraflores contaron con el papel facilitador del Vaticano, Colombia, Ecuador y Brasil. Según la MUD, el diálogo en ese entonces fracasó por la poca voluntad del oficialismo.
Luego, fue en 2016 cuando MUD y representantes de Nicolás Maduro vuelven a buscar una salida negociada de la crisis política y social que cada día empeoraba en el país caribeño. Esto, luego de que el Poder Judicial, anulara la propuesta de un referendo revocatorio. Bien como lo recopila Cronica.Uno, en ese entonces, se acordaron convenios en 4 temas, pero se levantaron cuando el Vaticano pidió a la administración de Maduro el cumplimiento de los acuerdos.
Luego, en diciembre de 2017, bajo el papel de República Dominicana como país garante, y el acompañamiento de los gobiernos de México, Chile, Bolivia, Nicaragua y San Vicente.
No obstante, la convocatoria de elecciones presidenciales adelantadas en 2018, terminaron por hundir ese nuevo intento. No fue sino hasta 2019 cuando ahora miembros del auto proclamado gobierno de Juan Guaidó y del chavismo establecieron un diálogo intermediado por el Reino de Noruega. El diálogo se mantuvo entre enero y julio, pero luego de nuevas sanciones de Estados Unidos a Venezuela, el Gobierno e Maduro se levantó de la mesa.
Finalmente, el último intento de diálogo fue el iniciado ya desde hace algún tiempo en México. Las negociaciones que buscan una nueva salida negociada de la crisis en Venezuela fueron levantadas luego de la captura y extradición a Estados Unidos de Alex Saab, quién es acusado por la justicia norteamericana de ser testaferro del Gobierno de Nicolás Maduro.
Sin embargo, tal como lo explica Maru Morales en Crónica.Uno, la mayoría las negociaciones exitosas vienen precedidas de varias fallidas. Esto demuestra que no se puede dar por sentado una nueva derrota sin antes empezar. Se dice que lo más importante, es que cada intento fallido puede dar una experiencia para que el próximo sea más fructífero.
Tal como dijo el representante de Guaidó en Estados Unidos, Carlos Vecchio para CNN en Español, en su momento, la negociación solo avanzaría si la salida de Maduro estaba planteada en la mesa. Hoy, con un contexto mucho más favorable para el presidente venezolano, puede ser mucho más beneficioso para que las expectativas de ambos bandos sean más cercanas a lo que pueden lograr.
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A pesar de la poca esperanza que puede generar este reciente acuerdo para la mayoría de los venezolanos, es importante entender las posibles consecuencias a las que lleguen estos acuerdos. Hoy, Nicolás Maduro y todo su Gobierno cuenta con una posición de poder mayor a la de la oposición.
Hoy, es un actor importante en la crisis energética que se lleva a cabo debido a la guerra en Ucrania que ha resultado en la disminución del flujo de gas de parte de Rusia a Europa occidental. De esta manera, hoy el petróleo y el gas de Venezuela son necesarios para abastecer a Estados Unidos y Europa y mantener los precios “bajos”. Adicionalmente, Maduro hoy está en un mapa político regional amigable. Gobiernos de izquierda que mantienen una relación amistosa (o por lo menos, imparcial) resulta mucho mejor a hace pocos años, cuando estaba rodeado de Gobiernos poco amistosos, especialmente en Colombia, Brasil y Perú.
Esto puede dar una idea de las metas o resultados que pueden encontrar estas negociaciones. Seguramente, el derrocamiento de Maduro como presidente será un objetivo poco viable, si no se consiguió en el pasado, ahora será menos probable. Sin embargo, lograr garantizar libertades democráticas básicas para que la oposición tenga la posibilidad de competir bajo relativas condiciones de paridad y de una vigilancia internacional que permita la realización de próximas elecciones que den mayor relevancia y poder a los grupos ajenos al chavismo. Por ejemplo, no permitir que se repita lo ocurrido en las elecciones legislativas pasadas, cuando la oposición logró mayorías en la Asamblea, pero el oficialismo desconoció estos resultados, al instaurar una Asamblea Constituyente que reemplazó las labores del legislativo.