Colombia: Democracia en tiempos de postverdad
En Colombia, existen auténticos ‘mercenarios de la desinformación’, dedicados a hacer terrorismo mediático con las mentiras que propagan en las redes sociales
Mientras el mundo conocía el escándalo de Cambridge Analítica, en Colombia se recordó lo ocurrido en el año 2016, cuando con una estrategia idéntica a la utilizada por la empresa británica, se logró influir en una mínima mayoría de ciudadanos que votaron en contra del Acuerdo de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC.
En ese momento los representantes de la ultraderecha colombiana, grupos religiosos y sectores de las Fuerzas Armadas, declarados enemigos del Acuerdo de paz, se unieron en un solo bloque para hacer que los electores votaran NO en el Plebiscito, logrando finalmente su objetivo, saboteando lo que se acordó en La Habana y adjudicándose una victoria ilegítima.
Para llegar a eso, dicho bloque se valió de verdaderas infamias, como por ejemplo, que si se votaba por el SÍ “Colombia se convertiría en una segunda Venezuela”, “le entregarían el país a las FARC”, “se impondría la ‘ideología de género’”, entre otras mentiras que con el tiempo se han ido cayendo por sí solas, demostrando el gran fraude de quienes se opusieron al Acuerdo de paz y engañaron a millones de colombianos.
Sin embargo, los mercenarios de la desinformación, aliados del bloque que se opuso ferozmente al Acuerdo de paz, han regresado con su arsenal recargado dispuestos a utilizar todas las formas y métodos de lucha posibles, con el fin de engañar nuevamente a los colombianos, esta vez para obtener el poder que se disputará en las elecciones presidenciales de mayo próximo.
Postverdad 2.0:
Desde finales de 2017 y en lo que va corrido de 2018, durante la campaña a las pasadas elecciones legislativas, y ahora, en la campaña a las elecciones presidenciales, la mayoría de colombianos han tenido que lidiar con anuncios como estos:
- “No hagan el censo virtual porque sus datos serán utilizados para cometer un fraude electoral a favor de las FARC”.
- “La Registraduría le está entregando cédulas a los venezolanos, para que voten por los candidatos de las FARC”.
- “Maduro está financiando la campaña de Petro, para que gane las elecciones y nos impongan el ‘castrochavismo’”.
- “A Colombia están llegando buses llenos de venezolanos que van a votar por Petro”.
Cada una de esas falsas afirmaciones llega a miles de personas por medio de memes que circulan por Facebook y, principalmente, por cadenas de texto y audio que llegan a través de WhatsApp, cuya autoría no es de nadie más que del mismo bloque que en el año 2016 creó y posicionó todas las mentiras que indujeron a los colombianos a votar por el NO.
Los mensajes han sido diseñados con tal precisión, que han estigmatizado a aquellos candidatos que proponen un modelo de país diferente al que quieren continuar quienes partenecen a ese bloque. No obstante, quien más ha sido objeto de esa estigmatización es Gustavo Petro, a quien incesantemente han tildado de: ‘castrochavista’, ‘guerrillero’, ‘extremista’, ‘polarizador’, entre otros calificativos.
No obstante, es claro que se trata de mentiras, falacias que no se pueden verificar porque no son más que un invento del bloque de enemigos de la paz, que además cerecen de todo fundamento, considerando que parten de dos tesis irreales: la supuesta ‘venezolanización’ de Colombia y la posibilidad de que los ex miembros de las FARC gobiernen el país.
En ese sentido, si bien es cierto la mayoría de ciudadanos (a quienes dirigen esas mentiras) carece del suficiente criterio y capacidad para procesar y validar esa ola de desinformación; hay que tener en cuenta que ellos mismos, como se demostró antes, durante y después de las elecciones legislativas, se dieron cuenta que a los venezolanos no les dieron cédula y no votaron por nadie en ninguna parte del país. También evidenciaron que no se cometió un fraude electoral a favor de las FARC, ni estas se tomaron el poder en Colombia, y tampoco Nicolás Maduro financió a ningún candidato.
Así las cosas, ¿es justo que los colombianos sigan creyendo en esas falacias, dejándose llenar de miedo por aquellos que se resisten al cambio? Es el momento de hacer una profunda reflexión.
Latin American Post | Samuel Augusto Gallego Suárez