Colombia: ofertando amabilidad
¿Cuál es el amor y la veneración que le otorgamos solamente a los de otros continentes?
Primero empezaré aclarando que no tengo nada en contra de los extranjeros, mi bello prometido es uno de ellos, lo siguiente va es en contra de nuestra cultura (colombiana) lambona, interesada y oportunista.
No siendo más, empezaré a desglosar las razones por las que ataco de esta manera a nuestra cultura, claramente no todo lo que esta comprende, solo un pequeño aspecto.
Daré inicio rectificando que la palabra extranjero no solo aplica para personas provenientes de Europa, América del Norte o África. Un extranjero es simplemente una personas cuyo país de origen no es el nuestro, por ende, extranjero es aquel chileno, venezolano, peruano, ecuatoriano o cualquiera que no sea colombiano, no entiendo cuál es el amor y la veneración que le otorgamos solamente a los de otros continentes.
¿Han notado que apenas un extranjero (principalmente europeo o estadounidense) llega a un establecimiento sea restaurante, hotel, museo, etc., todos se desviven por atenderlo en su idioma nativo, por ofrecerle la mejor atención, los mejores productos, haciendo hasta lo imposible por acomodarnos a su cultura y sus gustos cuando debería ser al revés?
Por qué nos tenemos que desvivir para ofrecerles una estancia parecida a su lugar de origen cuando en realidad lo que ellos quieren es conocer lo que somos, no lo que aparentamos. Nos han inculcado una necesidad de conocer a cabalidad su idioma, sus gustos y su cultura para hacerlos sentir “como en casa” cuando ellos vienen y tenemos que hacer exactamente lo mismo cuando nosotros somos los extranjeros.
Por qué no simplemente somos lo que somos, los atendemos como a cualquier otro, les ofrecemos lo que a cualquier otro, para que así su experiencia en nuestro país sea en verdad provechosa, ya que así se podrán afirmando que conocieron la verdadera Colombia, no una que simulamos ser por ellos.
Cualquier persona que sale de su país no espera más que conocer las costumbres, la cultura y el idioma del país que visita, si quisiera ver lo mismo que en casa, no saldría de ella. Me encantan aquellos que se esfuerzan por hablarnos español, que les empezamos a hablar en sus idiomas y simplemente dicen que quieren practicar el nuestros, ellos en verdad quieren sumergirse en nuestra forma de ver el mundo, todos sabremos que son extranjeros, pero ellos quieren sentirse como parte de nosotros, como partícipes en nuestras tradiciones y hábitos.
Me pregunto ¿por qué no hacemos lo mismo con los venezolanos, ecuatorianos, mexicanos o bolivianos? Seguimos teniendo e inculcando esas preferencias, aunque la respuesta es bastante obvia, todo se trata de dinero, el dólar y el euro valen mucho más que el peso venezolano o el mexicano.
Ellos son simplemente personas, que en muchos casos pueden tener menos dinero que nosotros, pero por lo que aparentan y representan son tratados con preferencia, esto es algo que quisiera que desapareciera de nuestra cultura, no sé cuándo pasará o si simplemente sucederá, pero por el momento el dinero sigue comprando atención y amabilidad en la cultura colombiana.
Latin American Post | Natalia Isaza Chavarría