De la que se salvó Marruecos con el mundial de 2026
Para un país como Marruecos, sin mayor tradición ni infraestructura futbolística, organizar este mundial pudo significar ruina
Este miércoles, la FIFA, máximo organismo del fútbol mundial, anunció que la copa mundial a jugarse en el año 2026 será organizada en conjunto por los Estados Unidos, México y Canadá. Este mundial, el primero en el que participarían 48 equipos, 16 más que los 32 que participan actualmente, es uno de los proyectos deportivos más grandes de la historia y hacerlo realidad necesitará de una monumental inversión.
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Marruecos, el único país que competía contra la propuesta conjunta de Norteamérica, perdió la votación para ser el próximo anfitrión con apenas 65 votos en contra de los 134 del llamado United 2026 de Estados Unidos, México y Canadá.
Este fue el quIGNORE INTO intento de la Federación de Fútbol de Marruecos para conseguir que la FIFA les otorgue un mundial, y aunque la frustración que debe sentir la federación es entendible, deben sentirse afortunados. Mientras que para un país como Estados Unidos organizar un mundial puede ser una gran oportunidad, para un país como Marruecos se puede convertir en un dolor de cabeza económico.
¿Por qué los países quieren organizar mundiales?
Naturalmente, los países se postulan para ser anfitriones de un mundial con una ambición racional en mente. La idea es que los incentivos que provee organizar el evento les provean beneficios a largo plazo. Esto significa que todas las mejoras en infraestructura turística y deportiva, posteriormente, se puedan aprovechar por la población.
Además, se espera que la organización de un evento de esta magnitud deje renta para el país en el corto plazo. Esto significa que las ganancias que el país obtiene al alojar una masa turística de esta proporción, que para el mundial de Brasil 2014 alcanzó a ser de 6,4 millones, y de proveerles bienes y servicios, debe representar una ganancia frente a la inversión que el país hizo en infraestructura, logística y transporte.
Finalmente, aunque en principio no es un beneficio económico, existe un elemento de prestigio alrededor de organizar el mayor evento del deporte más popular del mundo, en especial, si el evento sale particularmente bien. Esto, sumado a la exposición que recibe el país, es algo que se puede capitalizar para incrementar el turismo en el futuro.
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Brasil y Sudáfrica, mal augurio para Marruecos
Las ambiciones de los países organizadores, al menos en los casos de Brasil y Sudáfrica, no se cumplieron a cabalidad. A pesar de que tanto en el caso de Brasil como el de Sudáfrica, los 64 partidos del mundial transcurrieron sin eventualidades, resulta difícil argumentar que rindieron los beneficios económicos esperados.
El caso de Sudáfrica, por ejemplo, da mucho que hablar, pues a pesar de una monumental inversión de 2,4 mil millones de dólares en renovaciones y construcciones de estadios, la recién inaugurada infraestructura, de clase mundial para cumplir con los estándares de la FIFA, rápidamente cayeron en desuso.
Esto se debe a que, en los años próximos al mundial de fútbol de 2010, los equipos de la liga de fútbol de Sudáfrica tuvieron dificultades para atraer el público necesario para hacer pleno uso de los nuevos escenarios deportivos. Según The Guardian, a excepción de los Kaizer Chiefs y los Orlando Pirates, los dos principales clubes sudafricanos, que frecuentemente atraen por encima de 50 mil espectadores, los partidos de esta liga promedian apenas entre 500 y 5.000 espectadores. Considerando que los estadios construidos para el mundial deben poder acomodar por encima de 40.000 espectadores, el número resulta decepcionante.
En Brasil, un país sinónimo del fútbol, con clubes de larga trayectoria y amplia fanaticada, se esperaría que esto no ocurriera, pues los nuevos estadios siempre serían utilizados por la hinchada de alguno de sus muchos importantes equipos. Sin embargo, también han tenido problemas para mantener algunos de sus estadios.
Por ejemplo, de acuerdo con el portal National Public Radio (NPR), el estadio Mané Garrincha, en la ciudad de Brasilia, la más cara de las construcciones de Brasil para el mundial de ese año, costando 550 millones de dólares, se alcanzó a convertir en un parqueadero de buses a causa del desuso.
El estadio Arena Pantanal, de la ciudad de Cuiabá, que costó 215 millones de dólares, también fue víctima del deterioro posterior al mundial. Según información de NPR, el estadio fue clausurado muchas veces a causa de ‘problemas estructurales’ e inclusive fue invadido por gente sin hogar que se asentí en sus camerinos.
Para Marruecos, que necesitaría construir 6 estadios nuevos, esto debió ser una preocupación a la hora de presentar su plan a la FIFA. Adaptar la infraestructura, particularmente los estadios y lo referente al transporte, constituye el gasto más grande de la organización de un mundial de fútbol y, por lo tanto, uno de los mayores determinantes para el éxito económico del evento para el país anfitrión.
A pesar de que cuenta con una liga de mayor tradición que la de Sudáfrica, Marruecos sencillamente no tiene hinchada suficiente para consistentemente hacer uso de 12 estadios de más de 40.000 espectadores. Esto muestra las características típicas de una situación que dejaría atrás más de uno de los llamado elefantes blancos, aquellos enormes proyectos para eventos que quedan olvidados cómo monumentos a una mala planeación.
Por otra parte, para Estados Unidos, México y Canadá, esto no tiene por qué figurar entre sus preocupaciones. Con decenas de estadios de altísima calidad y capacidad, una infraestructura turística altamente desarrollada y experiencia organizando eventos de gran envergadura, los costos a los que se enfrentan estos países son menores. Por tanto, la rentabilidad está mejor asegurada.
Marruecos debe agradecer no haber sido elegida como próxima sede, además, porque el primer mundial de 48 equipos supone un reto desconocido, particularmente en lo que respecta la parte financiera y logística, lo que hubiese puesto en tela de juicio la capacidad de un organizador primerizo. Para Marruecos, hay que agradecer que la quinta tampoco fue la vencida.
Latin American Post | Pedro Bernal
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