¿Debe Venezuela continuar realizando eventos deportivos?
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Tras la muerte de los beisbolistas Luis Valbuena y José Castillo en una carretera de Venezuela, se abrió del debate sobre si los eventos deportivos deben parar o continuar
Venezuela es un país amante de los deportes, pues, aunque el béisbol siempre ha sido el principal pasatiempo de sus habitantes, no es menos cierto que otras disciplinas y sus ligas profesionales también cuentan con muchos aficionados y promoción televisiva. Sin embargo, en los años recientes, el cumplimiento de la temporada del fútbol venezolano (El patito feo de los eventos deportivos en Venezuela), y de baloncesto, han enfrentado dificultades. Muchos pensaron que al béisbol, posiblemente, no alcanzaría la crisis.
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Pero la realidad es que hoy en día ningún evento escapa a la severa crisis que sufre la nación caribeña, haciéndose cada vez más más difícil sostenerlos por factores como, por ejemplo, la ausencia de divisas, poco interés de jugadores élite de vivir una temporada en Venezuela por la creciente inseguridad, así como la disminución de patrocinantes de peso, quienes ya no cuentan con la condición de invertir en algo que no consideran prioritario en sus balances.
La trágica muerte de dos peloteros, como lo eran Luis Valbuena (grandeliga de los Angelinos de Anaheim) y el experimentado José Castillo, en un accidente provocado por delincuentes en una carretera en Yaracuy, al occidente venezolano, hizo reflexionar a muchos sobre hasta qué punto Venezuela, en su condición actual, brinda garantías para organizar un espectáculo deportivo profesional tomando en cuenta factores adversos como la escasez, la inseguridad, la falta de liquidez del ciudadano común y a eso súmenle, el pésimo estado de las vías. Quienes conocen el Béisbol Profesional Venezolano, saben que la carretera es una parte importante del campeonato. Un aspecto que se debe cuidar y que el estado, no está cuidando.
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Caso Béisbol: se pudo evitar
Ciudades como Caracas, Maracay, Valencia y Barquisimeto, están separadas por menos de cinco horas en vehículo terrestre, y son precisamente las que acogen más de la mitad de los partidos del calendario. Ya que en esa zona -capital, centro y occidente- se concentran cinco de los ocho equipos que conforman el circuito: Leones del Caracas, Tiburones de La Guaira, Tigres de Aragua, Navegantes del Magallanes y Cardenales de Lara (equipo en el que jugaban los fallecidos).
Normalmente, por costos y logística, los equipos suelen viajar por vía terrestre durante gran parte de la temporada y en horas nocturnas (una vez finalizan los juegos) por la cercanía que existe entre estas ciudades y que les permite llegar a sus hogares, preferiblemente antes que en un hotel. Se pueden discutir aspectos como exceso de velocidad del conductor, y decisión propia de las víctimas de viajar en vehículos particulares, pero lo cierto es que una nación con carreteras tan deficientes no puede arriesgarse a celebrar un torneo que se juegue en diferentes ciudades y que necesite el uso de estas vías para el traslado de los deportistas.
La situación solo es diferente cuando el viaje es a ciudades como Puerto La Cruz, Margarita y Maracaibo, obligatoriamente por avión. Es peligroso inclusive en un país con otra situación más normal, imagínense en Venezuela. La muerte de un grandeliga como lo era Valbuena, tras un accidente provocado por el hampa, fue un hecho que no pasó desapercibido ante los ojos del mundo y que expuso aún más a Venezuela sobre sus pésimas condiciones de vida. Si el Estado no tiene para garantizar una vida digna a sus ciudadanos residentes, mucho menos a visitantes que obligatoriamente pernoctan en la nación para el cumplimiento de un evento. En este caso, la seguridad es aún más importante, porque hablamos de una campaña de cuatro meses.
Que las vías venezolanas estén llenas de huecos, a oscuras (el que vive allá difícilmente las transita en horas nocturnas), solitarias y sin seguridad, es un riesgo alto para los deportistas que participan en esta liga en especial, pues se juega todos los días (a diferencia del fútbol y el baloncesto) y siendo tan importante como lo es para los venezolanos. Nada genera más pasión que la temporada de béisbol local. Por eso, estas muertes invitan a reflexionar (incluso hasta el más fanático) sobre si más allá de una tradición y una pasión, el país está en condiciones de albergar un campeonato deportivo profesional de semejante magnitud.
Responsabilidades compartidas
Claro que la suspensión temporal o parcial de cualquier evento deportivo depende en gran medida de sus protagonistas: los deportistas. Son ellos quienes también tienen una importante decisión sobre si las condiciones del país son las idóneas para celebrar eventos deportivos. En 2012, cuando la crisis no era tan marcada, falleció de la misma manera que Valbuena y Castillo, el pitcher de los Tigres de Aragua, Rosman García, con la diferencia de que este no chocó por culpa de una piedra atravesada en él camino. Hace muchos años atrás, el en ese entonces grandeliga Richard Hidalgo recibió un impacto de bala en una pierna al ser víctima de un atraco.
En el fútbol, la Selección de Venezuela tuvo dificultades logísticas para recibir sus últimos partidos de local en San Cristóbal ante Colombia y Uruguay, ya que estas temían por su seguridad. Los cafeteros viajaron apenas el dia anterior y solo estuvieron una noche en la ciudad fronteriza siendo escoltados por un amplio número de efectivos policiales. A su vez, los ‘charrúas’ prefirieron quedarse en Caracas y viajar por chárter a San Cristóbal recién el día del partido. Ya hasta un espectáculo mundial como la eliminatoria sudamericana, comenzó a ser un problema para los seleccionados que visiten Venezuela, y no parece que la situación cambie mucho de aquí hasta el inicio del ciclo hacia Catar 2022.
El estado venezolano debe asumir su responsabilidad como ente oficial y no cargar con más muertes de deportistas en su conciencia. Pero atención, que la Liga Venezolana de Béisbol Profesional y los propios peloteros también deben decidir si quieren seguir arriesgándose en una nación que no brinda las garantías máximas. Los aficionados pueden reflexionar y aceptar que los eventos deportivos en un país con crisis humanitaria deben ser suspendidos, pero son ellos quienes menos poder de decisión tienen en el asunto.
LatinAmerican Post | Onofre Zambrano