ANÁLISIS

Ecuador Inicia la Última Semana de Campaña Electoral con Acusaciones y Sorprendentes Giros

A punto de tomar una tensa decisión nacional, Ecuador entra en su última semana de campaña. Los votantes ven al presidente Daniel Noboa y a Luisa González como los principales contendientes en un campo lleno de candidatos, mientras otros aspirantes cruzan ciudades y pueblos, buscando un impulso de última hora y desafiando el statu quo.

Rivalidades Amargas y Acusaciones

Las elecciones venideras de Ecuador han encendido rivalidades que moldean el debate público. El presidente Daniel Noboa, que busca la reelección bajo la bandera de Acción Democrática Nacional (ADN), recorre provincias rurales como Los Ríos, atravesando pequeños pueblos con caravanas de seguidores. Proyecta una imagen de gobernanza constante y soluciones rápidas a los problemas de seguridad y económicos. Su mensaje es claro: confiar en su administración para lograr estabilidad, especialmente en un país azotado por años de agitación política.

Sin embargo, la controversia lo sigue. Ha delegado repetidamente la presidencia en Cynthia Gellibert, en lugar de la vicepresidenta Verónica Abad, cada vez que sale de la capital para hacer campaña. Los críticos, incluida la misma Abad, consideran que esto elude el orden constitucional. Abad califica los decretos de Noboa como un “golpe de Estado” porque ignoran su autoridad. Su enojo llevó a solicitar la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA). Afirma que el presidente rompió los procedimientos estándar. Pero Noboa señala que existen necesidades políticas urgentes. El presidente ve a Abad como una oponente que intenta dañar al gobierno antes de una elección clave.

El conflicto ahora afecta las discusiones públicas y los planes de política.

Un grupo con camisetas moradas de ADN escucha los discursos directos de Noboa en granjas. Sus abogados esperan que la Corte Constitucional decida sobre la reclamación de Abad acerca de las acciones ilegales. Esta incertidumbre complica su campaña. No puede celebrar completamente los avances de campaña hasta que el máximo órgano judicial aclare si su práctica de nombrar un “vicepresidente encargado” infringe la Constitución. Algunos temen que la decisión del tribunal pueda desestabilizar la contienda si se emite en los intensos días finales. Otros argumentan que los votantes están más preocupados por las realidades cotidianas—el crimen violento, la inflación y la escasez de empleo—que por disputas legales en Quito.

Los críticos de Noboa explotan esta fricción para pintarlo como oportunista, dispuesto a doblar las reglas en su beneficio personal. Afirman que Noboa ha dividido el poder ejecutivo en lugar de crear unidad. Esto suma a las creencias sobre las instituciones débiles de Ecuador. Sus opositores señalan que su desdén por las normas constitucionales durante las campañas genera dudas sobre su idoneidad para otro mandato. Un grupo de seguidores de Noboa responde que Abad bloquea un buen gobierno o se niega a trabajar con los planes de la administración. Pero estos conflictos desvían la atención de problemas urgentes como el aumento de los homicidios y las pérdidas de empleos.

Las encuestas muestran ahora que Noboa lidera a Luisa González por un pequeño margen. González mantiene estrechos lazos con las políticas del expresidente Rafael Correa. Los dos candidatos se mantienen por delante de los demás aspirantes. Se habla de la posibilidad de que un candidato gane de manera definitiva sin necesidad de una segunda vuelta. Diferentes encuestas predicen resultados variados—desde una contienda ajustada hasta una victoria sorpresiva en la primera vuelta. El pueblo de Ecuador ahora espera ver qué traerán los resultados de las elecciones.

Conflicto entre Noboa y Abad

Los observadores sostienen que la delegación repetida de funciones presidenciales de Noboa a un subordinado no electo es un acto de total improcedencia. La Constitución, señalan, designa al vicepresidente como el sucesor natural o el delegado. Ignorar esa línea de sucesión, incluso de manera temporal, parece un intento de socavar la voluntad popular. Abad, quien afirma contar con un mandato popular para asumir siempre que Noboa esté ausente, califica el movimiento como un ataque a la democracia. Cita cláusulas legales que especifican que el vicepresidente debe sustituir al presidente cuando este se encuentre incapacitado o ausente. Para ella, viajar por la campaña electoral califica indiscutiblemente como una ausencia.

En medio de las acusaciones, los partidarios de Noboa argumentan que la lealtad de Abad es tan cuestionable que confiarle secretos de Estado o supervisión legislativa podría sabotear la agenda del gobierno. Señalan disputas públicas anteriores en las que ella calificó ciertos decretos presidenciales como “dictatoriales”. Desde su perspectiva, incluso de manera fugaz, un vicepresidente beligerante ocupando el cargo principal podría imponer políticas contradictorias o obstaculizar decisiones de seguridad nacional. Por lo tanto, consideran el nombramiento de Cynthia Gellibert como una medida práctica, no una violación constitucional.

Al mismo tiempo, los analistas políticos sugieren que las peleas son más sobre imagen y control que sobre el cumplimiento de marcos legales. El presidente ve que no tiene opción de otorgar autoridad a una competidora que desafía su candidatura a la reelección. Cada día que Abad no tiene acceso a su posición interina añade peso a sus reclamaciones sobre el gobierno autocrático de Noboa. Ella utilizó palabras contundentes para calificar estos decretos como un “golpe de Estado”, un término que tiene un gran significado en la política latinoamericana. Su salto de los problemas procedimentales a las acusaciones de una toma de poder parece extremo, pero conecta con los votantes que se sienten cansados de los conflictos de poder.

El choque político ha llamado la atención de observadores internacionales. Equipos de la Unión Europea o la OEA están listos para actuar. Un examen cercano de estos conflictos internos podría afectar la credibilidad de las elecciones. Los informes después de la votación podrían influir en cómo otros países ven el derecho del próximo gobierno a gobernar. Si los observadores señalan que la Constitución se rompe o se forza el control, las naciones extranjeras podrían aumentar la presión, especialmente con un conteo de votos ajustado.

Oposición en la Campaña Electoral

Mientras Noboa lidia con conflictos internos, otros candidatos aprovechan el momento. Luisa González, del partido Revolución Ciudadana, invade las bulliciosas calles de Guayaquil, específicamente áreas como el Guasmo, reuniendo seguidores con promesas de restaurar los programas sociales impulsados por Rafael Correa. La presenta a Noboa como un miembro de la élite que comparte las políticas centradas en el mercado de la vieja guardia, a pesar de su imagen moderna. Sin embargo, el estigma del legado mixto de Correa afecta su campaña: algunos lo elogian, mientras que otros condenan sus presuntos delitos. González habla de unir a la gente y reconstruir los programas sociales. Se conecta con medios de comunicación locales o se une a grandes reuniones para expresar su preocupación por los barrios pobres afectados por la violencia.

Más al norte, un grupo separado de aspirantes busca avances. Andrea González Náder, del Partido Sociedad Patriótica, viaja a Riobamba, recorriendo mercados para saludar a los vendedores. Ocupa un papel más destacado tras el asesinato del periodista-político Fernando Villavicencio, que desbarató la campaña anterior. Ahora, se posiciona como una voz contra la violencia política, pidiendo reformas para proteger a las mujeres en la política. El exministro Henry Cucalón presenta un plan para la minería regulada. Afirma que los controles adecuados permitirían que los minerales ayuden al estado sin generar trabajo ilegal o dañar la naturaleza. Aunque menos visible que Noboa o González, estos candidatos buscan votos mientras cada uno intenta destacarse con políticas diferentes.

Leónidas Iza, portavoz de los grupos indígenas, se incorpora a la contienda. Fue a Otavalo, una ciudad de los Andes conocida por sus tradiciones nativas, para prometer la protección de las necesidades comunitarias que a menudo son ignoradas por los funcionarios. Su mensaje sobre un trato justo, la propiedad de la tierra y los métodos agrícolas atrae a los votantes rurales, pero enfrenta competencia de grupos políticos más grandes. Algunos expertos señalan que los grupos indígenas han cambiado las decisiones nacionales antes, incluso han destituido líderes o realizado acuerdos cuando la gente se ha sentido molesta. Su capacidad para unificar sectores del electorado podría ser clave si ningún candidato principal asegura suficientes votos para una victoria en la primera vuelta.

Emisión de los Últimos Votos

La fecha de las elecciones, el 9 de febrero, convoca a más de 13.7 millones de ecuatorianos para elegir al próximo presidente junto con el vicepresidente, 151 miembros de la Asamblea Nacional y cinco representantes del Parlamento Andino. Si ningún candidato supera el 50% de los votos o alcanza el 40% con una ventaja de 10 puntos, los dos primeros se enfrentarán en una segunda vuelta el 13 de abril. Esta dinámica establece un posible enfrentamiento entre Noboa y González, siempre y cuando ninguno logre superar de manera inesperada ese umbral del 40% con suficiente margen para ganar de forma directa.

Ya, las encuestas contradictorias amplifican la incertidumbre. Algunas muestran a Noboa o González acercándose a la línea del 40%, aunque el margen de error pone en duda un posible knockout en la primera vuelta. Otras sugieren que, aunque ambos tienen una buena intención de voto, una segunda vuelta es inevitable. La participación será alta porque la participación electoral es obligatoria para los ciudadanos adultos en Ecuador. Los votantes deberán elegir entre diferentes estilos de gobernar junto con diferentes personalidades.

La campaña entra en su última fase con intensidad. Noboa recorre pueblos para explicar sus ideas de protección y cambios para Ecuador a pesar de los problemas con Abad. González habla con la gente que desea recuperar la ayuda de Correa o visita barrios con muchos trabajadores. Algunos otros candidatos presentan sus puntos de vista en debates, programas de radio o visitas locales para ganar más apoyo.
La prensa discute los riesgos provenientes de otros países, intentos de engaño en línea y compra de votos que podrían alterar los resultados de las elecciones. Las autoridades planean observar el proceso durante este tenso período. Algunos temen que la violencia política pueda resurgir, recordando tragedias como el asesinato de Villavicencio que una vez conmovió al público. Se dice que la policía intensificará el patrullaje en los eventos de campaña, consciente de la posibilidad de confrontaciones o infiltraciones por parte de bandas criminales.

Muchos ecuatorianos esperan que las elecciones creen más estabilidad. Los ciudadanos recuerdan cómo su nación atravesó numerosos enfrentamientos legislativos, así como una serie de presidentes de corta duración en tiempos recientes. El impacto del aumento de la criminalidad y los problemas derivados de la pandemia hicieron que estos cambios fueran aún más difíciles. Un resultado claro que otorgue el poder de gobernar atrae a la gente, aunque existen dudas sobre cómo un ganador podría unificar a los ciudadanos con diferentes puntos de vista. Los observadores señalan que quien sea el líder deberá manejar crisis inmediatas—desde el narcotráfico descontrolado hasta la estancación económica—mientras supera divisiones internas que atraviesan las líneas partidarias.

El reloj avanza en Ecuador mientras las disputas sobre las funciones presidenciales proyectan sombras sobre su futuro. La nación enfrenta un momento crucial, donde el próximo líder debe abordar obstáculos complejos. El ganador deberá lidiar con conflictos personales o problemas legales junto a la desconfianza pública hacia los políticos. Una victoria clara podría resolver las cosas por el momento, pero el éxito depende de dos factores. El próximo líder deberá formar alianzas en el Congreso y convencer a los ciudadanos sobre el respeto a la Constitución. Todo depende de los resultados de la votación próxima, mientras millones se dirigen a las urnas en los altiplanos andinos, las exuberantes provincias amazónicas y las ciudades costeras golpeadas por tormentas cíclicas.

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Así, la saga electoral de Ecuador sigue abierta. Los últimos días podrían traer cambios repentinos, como apoyos de última hora, decisiones judiciales que alteren los debates o escándalos que cambien las proyecciones de las encuestas. Los votantes se sienten ansiosos, ya que desean evitar errores del pasado y promesas incumplidas. Se acerca un veredicto sobre si Daniel Noboa mantiene el poder, Luisa González lidera un regreso al estilo de Correa, o un candidato inesperado logra una victoria. El 9 de febrero, la nación decidirá qué camino seguir, forjando ya sea la continuidad, el renacer populista o una dirección completamente nueva.

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