¿Es el fin del dinero en efectivo?
Hoy en día, países como Suecia y China ya casi no utilizan dinero físico, sino que realizan transacciones electrónicas para pagar
Hace poco más de una década, imaginar una sociedad sin billetes ni monedas era solo privilegio de las películas de ciencia ficción. No obstante, en los últimos años esta idea, descabellada para muchos, ha tomado cada vez más forma en diferentes países. Suecia es el ejemplo más claro de ello. Allí, el dinero físico está literalmente desapareciendo frente a los ojos de los suecos y la sociedad parece aceptarlo sin inconveniente.
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Según estadísticas del gobierno, el 93% de las transacciones que se realizan en dicha nación son electrónicas. Estas se ejecutan mediante dispositivos móviles o aplicaciones como Swish, que permiten la transferencia de mínimas sumas de dinero a bajo costo.
Como lo informa El País, este mismo modelo está siendo aplicado con efectividad y a gran escala en China, India, Kenia, Tanzania y Bangladesh. Países que mediante el uso de sus propias aplicaciones avaladas por el gobierno, pretenden registrar y rastrear cada movimiento económico.
¿Orden o vigilancia?
Para los gobiernos y las instituciones bancarias, la sustitución de la moneda física por transacciones digitales supone un importante avance en materia de protección económica. Bajo este sistema, evadir impuestos, lavar dinero, traficar drogas o financiar grupos terroristas se convierte en una misión mucho más compleja que antes.
Aunque este objetivo representa protección y aparente seguridad para los ciudadanos, de la misma manera puede implicar riesgos. Acciones tan simples como pagar un almuerzo, comprar un pasaje de tren o sacar agua de una máquina expendedora en Suecia, pueden convertirse en un tarea más compleja de lo pensado si solo se cuenta con dinero en efectivo en los bolsillos.
Los antes anhelados papeles de colores pierden cada vez más validez y se hacen obsoletos al lado de sofisticados sistemas tecnológicos, cuyo control es una ilusión. Las herramientas como Swish pretenden garantizar transparencia en cada intercambio económico realizado en la sociedad, sin importar su volumen. No obstante, usarlas es dejar una huella digital que puede ser rastreada y monitoreada por los entes de control autorizados.
Para algunos especialistas, y como lo menciona en sus libros el reconocido periodista e investigador David Estulin, estos mecanismos suponen una de las armas de control social más precisas y mejor vendidas a los ciudadanos. Esto se debe a que es cada individuo quien de manera "autónoma" decide ceder el control de su dinero para reemplazarlo por dígitos intangibles, visibles solo en una pantalla. Todo bajo la bandera de la seguridad.
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Si bien tales evoluciones transaccionales representan cierto orden en la sociedad, también se convierten en la oportunidad de oro para hábiles hackers que consiguen rastrear la huella digital monetaria, entrar a cuentas y transferir fondos hacia otros propietarios en solo segundos. Retos inéditos que aún desafían tanto a hackers como a las entidades bancarias que intentan protegerse de los mismos.
Zcash: ¿el efectivo del siglo XXI?
Bajo el mismo concepto de las ya ampliamente conocidas criptomonedas nació el Zcash. Esta es una moneda virtual que pretende hacer todo lo que hace el efectivo, pero de manera digital, clandestina y absolutamente anónima. El Zcash puede considerarse el total opuesto de aplicaciones como Swish.
Mientras este último puede rastrear cada transacción, el Zcash mediante complejos sistemas de criptografía, incluso más potentes que los del Bitcoin, garantiza anonimato absoluto en cada transferencia efectuada.
Bajo este modelo, de la misma manera que un individuo recibe un billete sin conocer su procedencia, o cuántas personas lo tuvieron antes en sus manos, o para qué se usó en intercambios comerciales pasados, el Zcash lo replica pero de forma digital. Un canal que por supuesto enamora a los traficantes y hace temblar a los gobiernos.
El panorama de un mundo sin dinero en efectivo es cada vez más real y ya varios países empiezan a demostrarlo. La practicidad y aparente seguridad que justifican estos modelos hace que los individuos entreguen el control de su dinero a aplicaciones y sistemas electrónicos que en segundos mueven numerosas cuantías de un propietario a otro.
Quizá en unos años las billeteras junto a los billetes serán solo exhibición de museo y nuestro dinero simples dígitos dibujados en pequeñas pantallas, vulnerables a desaparecer con tan solo un click.
LatinAmerican Post | Krishna Jaramillo
Copy edited by Diana Rojas Leal
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