Feminicidos: la violencia que enciende a América Latina
¿Será la causa el sistema neoliberal?
La indignación, desesperación, coraje, van en aumento ante la violencia de género que aparece a diario en los medios de comunicación, en pláticas de café, en índices de violencia,lo cual demostraría, por un lado, la incapacidad de todos los gobiernos y, por el otro, el odio que se le tiene a las mujeres. Tan sólo en 2016, la ONU alertó que 14 de los 25 países en el mundo con mayor tasa de feminicidios se encuentran en Latinoamérica.
¿Cómo se ha pasado de un “te amo” a un “te mato”?
La diferencia es abismal -en albores de una sociedad capitalista que se encuentra dinamitada por los intereses económicos que han desarrollado, como diría el sociólogo Zygmunt Bauman, un “amor liquido” en una “sociedad liquida” pero con una violencia concreta- cuando la relación entre dos personas que están juntas por su libre decisión quebrantan la línea que es el no-violentar a ese ser amado para posicionarse como un amo que dicta y niega la libertad del Otro. De ahí nace el machista, el cual describe el filosofo argentino, José Pablo Feinmann como aquel que “se aterroriza ante la libertad del Otro, de ese Otro incognoscible, para él, que es la mujer”. El agresor machista siempre se escuda en una frase que traslada la responsabilidad a la víctima: “Ellas son las que provocan”.
Tan es así que dos casos que están cimbrado a los ciudadanos latinoamericanos se encuentran focalizados en México y en Perú.
El primero de la joven de 26 años, Anayetzin Damaris, quien fuera presuntamente asesinada por su novio, ahora fugitivo, Omar Octavio, con 16 puñaladas en su estómago y encontrada en el armario de él. Aquí la cultura machista se refleja en la cobertura que dan los medios de comunicación, porque no sólo son hombres quienes reflejan la cultura machista, así lo informó El Universal –periódico de circulación nacional en México- que publicó en un tweet: “Investigaciones especulan que al decirle a su novio que estaba embarazada provocó que este la asesinara”, con ello la criminalización se da hacia la víctima y no hacia el victimario. El tweet fue borrado y el medio no se disculpó.
Por otro lado, el caso de Micaela de Osma, quien fue arrastrada por toda la acera por su novio y además amenazada con un cuchillo por no enseñarle su celular, ha levantado a organizaciones de la sociedad civil a presionar por un aumento en las penas legales debido a que el agresor sólo fue detenido 48 horas, como lo estipula la ley por intento de feminicidio. El impacto fue tal gracias a que una vecina grabó el incidente y se viralizó en redes sociales, de no haber sucedido eso ¿qué habría pasado con de Osma?
No obstante, aunque las cifras sobre feminicidios varían en cada país de Latinoamérica, cada día se escucha que en México, Argentina, Perú, El Salvador, entro otros, una joven, una adolescente, una estudiante, una mujer fue víctima de un feminicidio. Sin importar cuales son las diferencias de cada caso, al final, el asesinato de un Otro femenino culmina en un acto atroz. Sin embargo, las autoridades se han centrado sólo en una cambio legal, pensando que modificando las leyes se podrían modificar las condiciones de las sociedades. No obstante, la realidad ha chocado con el aumento en los feminicidios y muchas veces en la libertad que se les da a los asesinos.
Lamentablemente, las mujeres latinoamericanas se encuentran en una indefensión muy grave, tan es así que la CEPAL expone que cada dos horas se comete un feminicidio. Ante ello la organización feminista ha crecido bastante y no esta de más que la lucha del binomio hombre/mujer sea dejada en segundo plano para enfrentar al sistema neoliberal, el cual ha fomentado la cosificación de las mujeres y con ello comenzar una verdadera lucha contra el machismo. Esto supondría cambiar el sistema neoliberal, que no sólo ha impactado en un aumento en la violencia de género, sino en el consumo de drogas, la degradación del nivel de vida, la reducción de espacios verdes. Como diría la reconocida feminista boliviana Domitila Barrios: “el trabajo primero y principal no consiste en pelearnos con nuestros compañeros sino con ellos cambiar el sistema en que vivimos por un otro, donde hombres y mujeres tengamos derecho a la vida, al trabajo, a la organización”.
Latin American Post | Leonardo Daniel