Campañas para dejar de fumar: ¿necesidad o acoso?
La trama de los fumadores sufre un giro inesperado
Empezar a fumar puede venir de un acto tan aparentemente inofensivo como recibir una probada del cigarrillo de un amigo. De ahí, dos más. Luego el primer cigarrillo propio, hasta llegar al a primera cajetilla y en últimas a una variedad de enfermedades originadas por el consumo regular del tabaco.
Hace unos años, fumar era visto como un símbolo de poder y de status para los hombres. Para las mujeres era concebido como un acto de sofisticación, coquetería e independencia.
Si dejamos de pensar por un momento en las consecuencias físicas de fumar, nos podemos preguntar lo siguiente: ¿se podría considerar al consumo del tabaco como una enfermedad social? Según un estudio publicado en la Revista del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias de México, la respuesta es sí. Este estudio aclara que el fumador es culpable y víctima a la vez: culpable porque él ha elegido adoptar este hábito; víctima porque al empezar a fumar probablemente se vio amedrentado por la presión social y, una vez adentro, vio cómo se cierran las paredes sociales alrededor de él.
Hoy en día fumar es un hábito mal visto. La presión social se ha volcado: ahora el fumador se siente, más allá de incómodo, acosado. La sociedad de hoy ve al consumidor de tabaco como un paria. Al momento de comprar su cajetilla, se topa con una serie de imágenes en el empaque tan gráficas que rayan en lo grotesco. También ocurre que los espacios exclusivos para fumadores en lugares de entretenimiento y restaurantes, en lugar de hacerlo sentir aceptado, lo hacen sentir aislado y encerrado, cual criatura ponzoñosa dentro de una vitrina. En el día a día, cada vez se tolera menos que las personas regresen a sus hogares o trabajos con su ropa impregnada de aroma a cigarro. En el gremio laboral se instauran políticas de no fumar en las oficinas o fábricas, ya sea por respeto a quienes no fuman o porque se podrían suscitar accidentes.
Si bien no es un acto saludable y el irreversible daño que el cigarro causa a la salud está comprobado, lo más sensato es no convertir la campaña contra el cigarrillo en una cruzada, pues no parece efectivo.
Latin American Post | Rubén Ricardo Rey
Copy edited by Susana Cicchetto