La crisis de Ecuador: más allá del estado de emergencia, la militarización y los plebiscitos
Ecuador está en crisis. La reciente ola de violencia, personificada por la dramática situación de rehenes que involucró a más de 100 funcionarios penitenciarios y la invasión armada de una transmisión televisiva en vivo, ha llevado a la nación sudamericana a un punto de inflexión. La rápida respuesta del presidente Daniel Noboa revela una falta de profundidad para comprender y abordar las raíces de esta crisis. Sus medidas –una represión militar y un plebiscito centrado en la seguridad– son curitas superficiales para una herida supurante.
Los desafíos aumentan para el presidente Noboa: un preocupante aumento de la violencia
El Presidente Noboa, que llegó al poder con la promesa de frenar la violencia, enfrenta un desafío sin precedentes. La duplicación de las muertes violentas en 2023 en comparación con el año anterior y el asesinato de un candidato presidencial anticorrupción ilustran claramente la gravedad de la situación.
Sin embargo, la respuesta de la administración, en particular el estado de emergencia de 60 días y el referéndum propuesto, parecen ecos débiles de intentos pasados que no han logrado resultados significativos.
El quid de la cuestión radica en la creciente influencia de las bandas de traficantes de cocaína, que han creado una estructura de poder paralela dentro del país. El débil control del Estado sobre las prisiones ha permitido a estas pandillas consolidar su poder, convirtiendo las instalaciones correccionales en zonas de guerra. Esto no es sólo una falla en la aplicación de la ley; es un colapso sistémico de la gobernanza y las estructuras sociales.
Defectos del “Plan Fénix” de Noboa
Aunque ambicioso en su alcance y financiamiento, el “Plan Fénix” de Noboa para la seguridad tiene fallas fundamentales. El plan se centra demasiado en soluciones agresivas (nuevas unidades de inteligencia, armas tácticas y prisiones de alta seguridad) y pasa por alto la necesidad de enfoques holísticos y centrados en la comunidad.
Simplemente invertir dinero en el ejército y las fuerzas del orden, como lo demuestran el precio de 800 millones de dólares y los 200 millones de dólares en armas de Estados Unidos, no es una solución sostenible. Es una estrategia que trata los síntomas ignorando la enfermedad.
El reciente estallido de violencia, desencadenado por la desaparición del líder de la pandilla Adolfo Macías y los posteriores disturbios carcelarios y violencia callejera, es un indicador claro de que las pandillas no son sólo entidades criminales sino que están profundamente arraigadas en el tejido social de Ecuador. Un enfoque militarizado sólo conducirá a un ciclo de violencia, represalias y un mayor atrincheramiento de estos grupos.
Además, declarar el estado de emergencia, como lo hizo el predecesor de Noboa, Guillermo Lasso, ha demostrado una eficacia limitada. Las patrullas militares y los toques de queda pueden ofrecer un alivio temporal, pero no abordan los problemas subyacentes de la pobreza, la corrupción y las fallas sistémicas que alimentan el crecimiento de estas pandillas. El estado de emergencia es una solución a corto plazo que puede incluso exacerbar la situación al crear un ambiente de miedo y represión.
Plebiscito: un paso en la dirección correcta, pero…
El plebiscito planeado centrado en la seguridad, que incluye preguntas sobre extradiciones e incautaciones de activos, es un paso en la dirección correcta, pero aún necesita ponerse al día. Si bien es crucial involucrar al público en estas decisiones, el referéndum parece más una maniobra política para obtener la aprobación pública que un intento genuino de involucrar a los ciudadanos en la lucha contra el crimen. Tampoco aborda la necesidad de reformas judiciales, programas de protección de testigos e iniciativas de rehabilitación que son esenciales para romper el ciclo del crimen y la violencia.
Ecuador necesita un enfoque multifacético que combine una vigorosa aplicación de la ley con reformas sociales, económicas y políticas. Esto incluye invertir en educación, creación de empleo y programas de desarrollo comunitario que brinden alternativas a unirse a pandillas. Fortalecer el sistema judicial, garantizar la transparencia en las operaciones gubernamentales y proteger los derechos humanos deben estar al frente de esta estrategia.
Vigilancia comunitaria: una alternativa más eficaz
La actuación policial comunitaria, en la que las fuerzas del orden trabajan estrechamente con las comunidades locales para identificar y resolver problemas, puede ser más eficaz que las intervenciones militares. Este enfoque genera confianza entre la policía y el público, lo que conduce a una prevención del delito más sostenible.
Además, la cooperación internacional es crucial para combatir el tráfico de drogas. Sin embargo, esto no debería limitarse a la ayuda militar, sino que debería incluir el intercambio de inteligencia, investigaciones conjuntas y apoyo a programas sociales que aborden las causas profundas de la producción y el tráfico de drogas.
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En conclusión, si bien la respuesta inmediata del Presidente Noboa a la crisis es comprensible, está muy lejos de la estrategia integral que Ecuador necesita desesperadamente. El enfoque debería pasar de un enfoque centrado en la seguridad a uno que abarque reformas sociales, económicas y políticas. Sólo a través de una estrategia equilibrada y multidimensional podrá Ecuador esperar superar esta crisis y allanar el camino hacia un futuro pacífico y próspero. Se acabó el tiempo de las medias tintas; Ecuador necesita acciones audaces e innovadoras para sanar sus heridas y avanzar.