La reinante cultura tribal en Latinoamérica
Para el mundo entero es fácil definir e implantar conceptos sobre lo que significa ser un latinoamericano más allá de si se hace de manera positiva o no. Para el Latinoamericano también es fácil hacer una generalización y adherirse quizá a la opinión de Fernando Abundis Pedraza uno de los entrevistados por la BBC y la Agencia Española de Cooperación Internacional: “Los latinos no podemos encasillarnos en un estereotipo en específico, pero somos cálidos, amigables, amables, con muchas ganas de ayudar al prójimo. Gente mala hay en cualquier continente y raza”.
No obstante, cuando se trata de generar un juicio de valor particular sobre la población de alguno de los países de Latinoamérica, el nacionalismo por la identidad Latinoamericana, que se suele profesar en otros espacios más generales, muere rápida e inevitablemente.
Los prejuicios y los estereotipos que tenemos entre nosotros mismos son infinitos y nos arrojan a la conclusión de que el enemigo del Latinoamericano es él mismo.
Dejando de lado la hipocresía disfrazada de diplomacia, mencionaré ahora algunos de los prejuicios que más escuchamos y que muy probablemente también sentimos nuestros.
Los argentinos son arrogantes y se creen superiores, los bolivianos y los peruanos son atrasados y con pocos estudios, los mexicanos son machistas y los colombianos mujeriegos.
La lista podría continuar con todos y cada uno de los países de Latinoamérica, la pregunta es: Estos prejuicios y estereotipos hacen justicia a la realidad?
La generalización es, ha sido y será siempre una falacia. Hay colombianos arrogantes, hay argentinos machistas y mexicanos mujeriegos. Pero alto aquí, estás son comportamientos que pueden describir a cualquier ser humano sobre la tierra.
Más allá de las palabras, el problema con estos estereotipos es la falta de unidad autentica que ha generado en Latinoamérica. Compartimos un idioma, nuestras raíces indígenas y una gran cantidad de nuestros procesos políticos y sociales, y aun así no nos sentimos Latinoamericanos en toda la extensión de la palabra.
Ahora bien, este es solo el panorama macro de una problemática que se presenta al interior de cada país y de cada ciudad. La IGNORE INTOlerancia y la ignorancia frente a la verdadera historia del otro son nuestro día a día. No busquemos culpables a nuestros problemas cuando el verdadero enemigo somos nosotros mismos.
Los juicios de valor no solo nos separan como comunidad, también le quitan la oportunidad al otro de crecer y de actuar diferente a lo que el estereotipo le plantea. Acabemos con la cultura tribal del “yo contra el resto” que tantas oportunidades nos quita.