Las conversaciones de paz del ELN en Colombia: un viaje sin mapa ni destino
A pesar de los recientes avances, las negociaciones de paz de Colombia con el ELN carecen de una dirección clara y no abordan las aspiraciones políticas del grupo, lo que obstaculiza cualquier avance significativo hacia una paz duradera en la región.
Fachada de avances en las conversaciones de paz: falta de dirección estratégica
La reciente superación de otro obstáculo más en las negociaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia presenta una fachada de progreso que, tras una inspección más cercana, revela una preocupante falta de dirección estratégica y comprensión de la visión del ELN sobre su papel en una Colombia posconflicto. La principal negociadora del Gobierno, Vera Grabe, subraya la importancia de “discusiones sustantivas” sobre el futuro del proceso y cómo se ve la guerrilla en un contexto pacífico. Sin embargo, estas discusiones parecen más aspiracionales que basadas en un plan de acción concreto.
La reunión extraordinaria celebrada en Cuba tras la suspensión de las conversaciones por parte del ELN debido a supuestas violaciones gubernamentales muestra la naturaleza frágil de estas negociaciones. Si bien las partes acordaron reanudar los procesos de participación social y planean reunirse nuevamente en Caracas, las cuestiones subyacentes aún deben abordarse. El gobierno insiste en discutir el largo plazo, con el objetivo de comprender las aspiraciones de paz del ELN. Sin embargo, con un claro entendimiento mutuo o acuerdo sobre lo que implica la paz y cómo integra al ELN en el tejido político de Colombia, estas conversaciones pueden evitar convertirse en un ejercicio inútil.
Desafíos comunes en América Latina: advertencias en las negociaciones de paz
Esta situación no es exclusiva de Colombia. En toda América Latina, los países que enfrentan conflictos internos enfrentan desafíos similares en las negociaciones de paz. Desde las luchas de México contra la violencia de los cárteles hasta los desafíos posteriores a los acuerdos de paz en Guatemala y El Salvador, la región ofrece un telón de fondo de advertencias sobre las complejidades de negociar con actores no estatales. La renuencia del ELN a priorizar las discusiones sobre desarme y su postura ambigua sobre su papel político posconflicto resaltan un obstáculo crítico: la transición de la rebelión armada a la participación política es un camino plagado de incertidumbre y resistencia.
Para el ELL, abordar el “fin del conflicto” y el desarme no es una prioridad, lo que refleja una cuestión más amplia dentro de los procesos de paz donde los grupos armados luchan por imaginar sus identidades sin sus armas. Esta resistencia al desarme y a la transformación en una entidad política subraya una desalineación fundamental entre los objetivos del gobierno y las aspiraciones del ELN. Sin una visión compartida, las conversaciones de paz corren el riesgo de estancarse, reflejando las negociaciones prolongadas en otros contextos latinoamericanos donde las divisiones ideológicas y la desconfianza socavan la búsqueda de la paz.
Además, el enfoque de la negociación parece pasar por alto a las víctimas del conflicto, a pesar del compromiso del ELN de detener los secuestros económicos. La inclusión de la sociedad en las conversaciones ha sido criticada por no representar plenamente a las comunidades afectadas, lo que pone de relieve otra capa de complejidad para lograr una paz que sea inclusiva y representativa. Esta supervisión no sólo disminuye la legitimidad de las conversaciones sino que también perpetúa el ciclo de violencia y marginación que ha asolado a Colombia durante décadas.
Pedagogía y hoja de ruta para la paz: un enfoque de curita sin una dirección clara
La introducción de la pedagogía de paz por parte de Grabe, si bien es encomiable, evita la cuestión de que sin una hoja de ruta clara y un entendimiento mutuo del papel del ELN en una Colombia pacífica, estos esfuerzos pueden ser como poner una tirita en una herida abierta. La comparación con el fallido referéndum de paz de las FARC es un crudo recordatorio de los desafíos que tenemos por delante. Colombia se encuentra en una encrucijada en la que el camino hacia la paz pasa por poner fin a la violencia y, fundamentalmente, re imaginar el panorama político para incluir a los antiguos adversarios.
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Mientras Colombia navega por estas aguas traicioneras, se vislumbran las lecciones de otros países latinoamericanos. El éxito de las negociaciones de paz depende de la voluntad de hablar y de la capacidad de imaginar un futuro compartido en el que los excombatientes se integren al tejido político. Sin un plan claro y una comprensión de las aspiraciones políticas del ELN, el viaje de Colombia hacia la paz con el ELN parece ser un viaje sin mapa ni destino, plagado del riesgo de nunca alcanzar el fin previsto.