Las elecciones judiciales de Bolivia en peligro en medio de disputas legales
Las tan esperadas elecciones judiciales de Bolivia, programadas para el 1 de diciembre, están en riesgo debido a desafíos legales presentados por candidatos descalificados. Tras haber sido pospuestas por más de un año, estas elecciones enfrentan crecientes incertidumbres mientras los tribunales, las divisiones políticas y organismos internacionales intervienen en el proceso.
Desafíos legales siembran dudas sobre las elecciones
Las elecciones judiciales en Bolivia, aplazadas desde 2023 debido a retrasos legislativos, ahora enfrentan nuevos obstáculos. Dos candidatos descalificados de los departamentos de Beni y Pando han presentado impugnaciones legales, declarando “nulos e inválidos” los llamados a elecciones para el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP). Estas acciones legales, presentadas a finales de octubre, están siendo revisadas por los tribunales constitucionales, lo que añade más incertidumbre a un proceso electoral ya tenso.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Bolivia ha asegurado públicamente a la nación que las elecciones no han sido suspendidas ni canceladas. Un fallo del Tribunal Constitucional de El Alto permite que el proceso electoral continúe temporalmente hasta que se celebren más audiencias. Sin embargo, si las elecciones no se llevan a cabo, el Estado boliviano enfrentaría una pérdida financiera de 55 millones de bolivianos (aproximadamente 8 millones de dólares) destinados a estas elecciones. La incertidumbre en torno a la situación ha generado más inestabilidad en las instituciones democráticas de Bolivia.
Retrasos electorales y fricción política
Inicialmente previstas para 2023, las elecciones judiciales fueron retrasadas debido a que la Asamblea boliviana no logró preseleccionar a los candidatos, un proceso que se vio obstaculizado por enfrentamientos políticos. Las elecciones del TSJ y el TCP, que designarían a las máximas autoridades judiciales de Bolivia, fueron aplazadas tras desacuerdos entre el partido gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) y grupos de oposición. Este retraso provocó que los magistrados actuales extendieran sus mandatos más allá de lo previsto, los cuales vencieron a principios de 2024.
Para evitar un “vacío de poder”, el Tribunal Constitucional extendió los mandatos de los magistrados en funciones. Esta decisión enfureció tanto a los grupos de oposición como a miembros del MAS, quienes consideraron la extensión como un intento del poder judicial de aferrarse al poder. En enero, se produjeron protestas lideradas por partidarios del expresidente Evo Morales, quienes exigieron la renuncia de los magistrados y la pronta convocatoria de elecciones. Aunque las manifestaciones no lograron forzar las renuncias, el proceso electoral se reanudó más tarde ese año, con las elecciones programadas para diciembre.
Descontento público y protestas
La decisión de extender el mandato del poder judicial desató protestas y bloqueos generalizados. Muchos lo vieron como una maniobra del poder judicial para retener poder, una percepción que se vio amplificada por las tensiones políticas dentro del MAS. Evo Morales, quien ha tenido una relación tensa con el actual presidente Luis Arce, acusó al poder judicial de eludir el proceso democrático en Bolivia.
A principios de 2024, los seguidores de Morales organizaron bloqueos de carreteras en todo el país, presionando al gobierno para acelerar las elecciones judiciales. Los bloqueos causaron una gran interrupción en la vida diaria de Bolivia, pero las protestas no lograron obtener renuncias inmediatas por parte del poder judicial. En cambio, se reanudó el proceso legislativo para preseleccionar candidatos judiciales. Sin embargo, con este nuevo obstáculo legal presentado por los candidatos descalificados, las elecciones de diciembre nuevamente están en peligro, lo que genera más dudas sobre el futuro político de Bolivia.
Preocupación internacional y la crisis judicial en Bolivia
El retraso y la continua incertidumbre sobre las elecciones judiciales de Bolivia han generado preocupación en organizaciones internacionales. La Relatora Especial de la ONU sobre la independencia de jueces y abogados, Margaret Satterthwaite, expresó su alarma ante la situación, afirmando que la realización de estas elecciones es crucial para garantizar la independencia judicial en Bolivia. De manera similar, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha instado al gobierno boliviano a garantizar la integridad del proceso electoral, subrayando la importancia de unas elecciones transparentes y justas.
El sistema judicial de Bolivia, que ha sido criticado durante mucho tiempo por ser susceptible a la manipulación política, enfrenta más presión ante la posibilidad de que se registren altos porcentajes de votos nulos y en blanco. Este ha sido un problema recurrente en las elecciones judiciales de Bolivia, donde muchos ciudadanos ven el proceso como manipulado por el partido MAS, emitiendo votos nulos como señal de protesta.
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A medida que se acercan las elecciones del 1 de diciembre, alrededor de 7.8 millones de bolivianos están habilitados para votar. Sin embargo, el resultado sigue siendo incierto, no solo debido a los desafíos legales pendientes, sino también por la desconfianza pública en el proceso. La cuestión de si el poder judicial de Bolivia puede salir de estas elecciones con una legitimidad renovada sigue sin respuesta. Si las elecciones no llegan a celebrarse, el futuro del sistema judicial de Bolivia, y de su democracia, se verá sumido en una mayor inestabilidad.