ANÁLISIS

Latinoamérica exporta cerebros

Basta entender la situación real en la que se encuentra esta región para comprender la necesidad que tiene de contar con visionarios y profesionales

Latinoamérica exporta cerebros

Es común ver como los jóvenes de este lado del mundo, cada vez más nómadas, amplían su abanico de destinos, bien sea por el ánimo de aventura o por el sueño de construir un mejor futuro. El tema principal, y que tal vez ha resultado difícil de entender para las políticas locales, es que gran parte de esos entusiastas son cerebros que están diciendo adiós a sus tierras llevándose esas ideas innovadoras que tanto hacen falta.

Basta entender la situación real en la que se encuentra esta región para comprender la necesidad que tiene de contar con visionarios y profesionales que busquen ejecutar obras que signifiquen el crecimiento en áreas como educación, infraestructura y tecnología. Sin necesidad de rebuscar algún tipo de ejemplo, mientras en Estados Unidos es normal ver rascacielos de 50 o 60 pisos, en países como Paraguay, en su capital Asunción sería un tema totalmente llamativo.

Si nos remitimos a las cifras en la región, comprendidas entre Centroamérica y el Caribe, se estima que tan solo en el 2014, 115.000 nicaragüenses, salvadoreños y hondureños migraron a Estados Unidos, varios de ellos cuentan con títulos universitarios.

Por otra parte, en el caso de Venezuela, la crisis política ha obligado a más de dos millones de personas a partir de su tierra, teniendo como nuevos hogares Norte América con unos 450.000 viajeros y España con aproximadamente 300.000. El mayor problema es que gran parte de ellos son mano de obra altamente calificada con más de cinco años de estudios universitarios.

Estos soñadores, estos cerebros, están forjando un mejor futuro, pero el tema está en que incluso para los estados representa una pérdida económica, porque el proyecto que representó ese joven en su educación no va a ser aprovechado para proyectos locales -en los casos de graduados de instituciones públicas- y, si se trata de un académico de universidades privadas, los subsidios de los que pudo haberse aprovechado esta persona tampoco serán recompensados.

Entonces quizás sigue siendo materia pendiente para los gobernantes implementar políticas que incentiven a estos cerebros a confiar en el potencial local y entender las posibilidades francas de desarrollo, tanto profesionales como monetarias, que tiene Latinoamérica para ofrecer al ser una región con mucho por hacer.

No suena descabellado poder contar con ellos, pero si se debe tener en cuenta que es necesario que estos pensadores, que tanto podrían aportar, necesitan de incentivos monetarios, de calidad de vida y de expectativas de crecimiento. Tópicos que les ofrecen otros destinos que los seducen a tomar sus maletas y partir con sus títulos bajo sus brazos.

 

Latin American Post | Julio Abella

Copy edited by Susana Cicchetto

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