Luego del huracán: una larga jornada
¿Cómo se vería la jornada de un floridano después de Irma?
Cuando se habla de Huracanes, la información se centra sobre de la inminencia del fenómeno natural en sí, pero una vez salen a la luz las imágenes de los daños o de la magnitud de la tragedia, pronto nos olvidamos de la noticia e ignoramos que existe otra etapa que podría ser peor para las víctimas: la etapa post huracán, la de recuperación y reconstrucción.
La etapa de recuperación puede tardar semanas, meses, o incluso años. Por ejemplo en la Florida, con la pasada experiencia del Huracán Irma, para las personas más afortunadas los días posteriores al huracán son de incertidumbre, si tomaron la decisión de evacuar a otro Estado. Esto debido a que si no hay electricidad, no funcionan las cámaras de seguridad y si no tienen vecinos que se quedaron, no es posible saber qué pasó con sus casas. Para los que se quedaron y no les ocurrió nada a sus hogares, tienen que lidiar con el calor y la oscuridad, ya que los generadores no alcanzan a proveer toda la energía para el funcionamiento normal de un hogar. Además hay escasez de gasolina, combustible con el que trabajan estos equipos.
Si tienes una despensa abundante, no tienes problemas, pero si compraste lo justo, o tienes que botar todo lo que había en tu nevera, como es mi caso, será un dolor de cabeza, ya que los supermercados estarán totalmente desabastecidos. El agua no será potable, así que tendrás que hervirla en alguna hornilla de gas. Estarás encerrado en casa, sin poder ir a ningún lado, ya que nadie estará atendiendo negocios, ni siquiera los tradicionales Starbucks, como sucedió en Miami. Igualmente se decretan toques de queda, pues no faltan el ataque de los vándalos a los negocios o casas evacuadas.
Aunque el fenómeno natural en sí no haya causado muertos, empiezan las malas noticias: personas que fallecen a causa del intenso calor del verano o del mal manejo de los generadores eléctricos, familias enteras que mueren IGNORE INTOxicadas por monóxido de carbono. En cada huracán, así haya sido leve, siempre suceden las muertes por estos dos casos.
Las escuelas no abren, los padres deben cuidar y alimentar a sus hijos por lo que no es posible retornar al trabajo. La ciudad se paraliza durante dos semanas. Para las personas que trabajan por horas o por días, su economía familiar colapsa, y así sus viviendas alquiladas hayan sufrido daños y sean inhabitables, deberán pagar su renta.
Si eres de los que evacuaron, y regresas de inmediato te enfrentas a las largas colas de autos que hacen lo mismo. En el camino ves gran cantidad de vehículos llevando generadores eléctricos, agua, gasolina, grúas, transformadores, postes de madera y hasta casas prefabricadas para los menos afortunados que perdieron sus viviendas.
Para estas personas es un poco más difícil recuperarse luego de un evento natural de esta magnitud, ya que serán semanas viviendo en un refugio, de las donaciones de la gente, habiendo perdido sus recuerdos y esperando reconstruir sus casas reclamando a las aseguradoras o en el peor de los casos con ayuda del gobierno y seguir con sus vidas en algún momento indeterminado.
Latin American Post | Carolina Díaz