¡No más! El mundo no gira en torno al fútbol
Es momento de darnos cuenta de que nuestro potencial en Colombia no se limita a dos arcos, 22 hombres y un balón. Nuestro talento nos da para mucho más
Los jugadores colmbianos Juan Sebastián Cabal y Robert Farah, centro inferior, celebran haber derrotado a los franceses Nicolas Mahut y Edouard Roger-Vasselin en la final de dobles masculino el duodécimo día del Wimbledon Tennis Championships en Londres, el sábado 13 de julio de 2019/ AP Photo/ Ben Curtis
LatinAmerican Post | Christopher Ramírez
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El pasado 13 de julio se puede considerar como un día histórico para el deporte colombiano, pues el triunfo de Juan Sebastián Cabal y Robert Farah en la final de dobles de Wimbledon no puede ser tomada como menos.
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El dúo colombiano alcanzó su primer gran título de Grand Slam al derrotar a los franceses Nicolas Mahut y Édouard Roger-Vasselin con resultados de 7-6, 7-6 y 6-3, con lo que sacaron de la garganta el grito que durante más de cinco horas tenían guardado los colombianos.
Asimismo, en Barcelona, España, la Selección colombiana de patinaje se coronó campeona de las justas mundiales que se llevaban en esa ciudad, con 40 preseas en el medallero general, 20 de ellas doradas. Así, Colombia alcanzó el título 17 de su historia y el décimo sucesivo.
Sin embargo, me es increíble pensar que el país solo vive por el fútbol. No somos parte de la historia mundial de este deporte, de hecho ni siquiera de Sudamérica. Entonces, ¿cuándo nos daremos cuenta que el fútbol no es el deporte insignia de Colombia?
No tomen mis palabras a mal. Amo el fútbol y apoyaré incansablemente a la Selección Colombia y a cualquier jugador o equipo que sobresalga a escala mundial. Siempre soñaré con el momento en que un jugador colombiano alce el trofeo de la Copa del Mundo o, incluso, una vez más, el de la Copa América. Pero no podemos vivir de sueños, cuando la hermosa realidad la vivimos en otro lado y con otras personas que también nos pueden hinchar el corazón de orgullo nacional.
En disciplinas como el ciclismo, el patinaje y ahora el tenis, hemos demostrado tener el carácter y el talento necesario para llegar a la cima mundial y mantenernos allí. Con el balompié, desafortunadamente, no.
El mejor resultado mundial que tenemos con el fútbol es un quinto lugar en Brasil 2014 (caímos en cuartos de final contra una de las peores selecciones brasileñas de la historia) y un tercer lugar en la categoría sub 20, en el Mundial del 2003. Mientras que, por ejemplo, en el ciclismo se han logrado triunfos en dos Vuelta a España (1987 y 2017) y un Giro de Italia en 2014. En patinaje somos una de las mejores selecciones, sino la mejor, de todo el mundo. En atletismo, Catherine Ibargüen nos ha dado dos medallas en los Juegos Olímpicos (una de ellas de oro en Río 2016), al igual que la halterofilia (dos de oro) con María Isabel Urrutia y Óscar Figueroa. No se puede dejar de lado el trabajo de Mariana Pajón, doble campeona olímpica (Londres 2012 y Río 2016), además de varios títulos mundiales y panamericanos.
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Sin duda alguna, son grandes deportistas en enormes disciplinas que han dejado el nombre del país en alto y que, a diferencia del fútbol, lo han hecho con logros, títulos, copas, medallas y no solo con ilusiones.
Ahora, a este selecto grupo se une el tenis con Cabal y Farah. Ningún otro tenista colombiano había logrado un título de Grand Slam y ellos lo hicieron. Esto viene tras años de entrega, sacrificio y esfuerzo. Contra todo y todos. Sin los mejores patrocinadores, sin los grandes medios de comunicación a sus pies, ni las comodidades que tienen los protagonistas del balompié.
Cabe recordar que a los futbolistas colombianos, en su llegada al país en 2014, se les celebró un quinto puesto con carro de bomberos, concierto y algarabía, como si hubiesen quedado vencedores; mientras que lo más probable es que los verdaderos campeones ni una caravana tendrán. Estoy casi seguro de que una mesa en la Federación Colombiana de Tenis, unas palabras de felicitación y unos cuantos aplausos serán los reconocimientos a estas dos leyendas del tenis de nuestro país.
Con todo esto, me alegra en gran manera el título en Wimbledon, no solo por Juan Sebastián y Robert, sino por las nuevas generaciones que lo han observado. Espero que en el corazón de los niños colombianos se imponga la ilusión de que bajo el árbol de Navidad este una raqueta y no solo un balón. Es momento de impregnar en los más pequeños el sentimiento deportivo por otras disciplinas más allá del fútbol.
“Ojalá podamos darle esta última alegría a Colombia que tanto se lo merece”, dijo Cabal un día antes de la final. Y así lo hizo. Ahora es momento de seguir combatiendo, por ustedes y por Colombia. Por favor, no tengan en cuenta nuestra insolencia. Reconocemos que la pasión del fútbol nos ha cegado y que ustedes merecen mucho más. Aun así, vayan, luchen por más. Las nuevas generaciones se lo agradecerán.