Noboa logra la victoria electoral en Ecuador mientras la izquierda exige un recuento

Daniel Noboa declaró una victoria contundente en su reelección frente a Luisa González, quien se presentó como aliada política de Rafael Correa. Los resultados oficiales muestran una ventaja significativa de Noboa, que lo posiciona para otro mandato de cuatro años, a pesar de que González se niega a aceptar dichos resultados.
Un margen de victoria sorprendente
La inesperada reelección de Daniel Noboa destaca como un resultado decisivo en un entorno político marcado por cambios dramáticos frecuentes. El actual presidente recibió aproximadamente el 56% de los votos válidos cuando se había contado el 94% de las papeletas, mientras que Luisa González, del partido Revolución Ciudadana (RC) liderado por el expresidente Rafael Correa, obtuvo el 44%. Esa diferencia de dos dígitos equivale a más de un millón de votos, un margen que el Consejo Nacional Electoral (CNE) calificó de “irreversible”.
El impulso electoral que Noboa llevó a esta segunda vuelta contrasta drásticamente con los ajustados resultados de la primera. Hace solo unos meses, había superado a González por apenas unos 16.000 votos. Dado lo reñido de esa primera contienda, el alcance de su última victoria sorprendió a muchos analistas, especialmente porque las encuestas previas predecían una carrera ajustada.
Igualmente notable es el historial de Noboa en segundas vueltas. Solo dos años antes, en elecciones extraordinarias convocadas bajo circunstancias únicas, logró una victoria igualmente sorprendente sobre González. Aquella contienda lo convirtió no solo en el presidente democráticamente elegido más joven de Ecuador, sino también en uno de los líderes más jóvenes de América Latina en ese momento. Noboa ha ganado dos segundas vueltas consecutivas contra una misma rival, lo que evidencia su creciente capacidad política. Esta parece conectar con los votantes, quienes buscan una gestión estable y progresista.
De las promesas al poder
El éxito de Noboa se basa en parte en un mensaje de campaña integral que apeló tanto a intereses empresariales como a reformistas moderados. Proveniente de una familia prominente —su padre es un reconocido magnate bananero que se postuló varias veces a la presidencia— Noboa aprovechó el reconocimiento de su apellido mientras se posicionaba como una alternativa fresca. Su plataforma propuso el crecimiento económico, atracción de inversión extranjera y reformas laborales. Esto ocurre en medio de crecientes preocupaciones por la seguridad, que han colocado a Ecuador en una posición desafortunadamente destacada por los asesinatos en la región.
Noboa está preparado para un mandato que irá de 2025 a 2029. Planea continuar con la Asamblea Constituyente, una propuesta clave en su reciente campaña. Ha argumentado en repetidas ocasiones que se debe reemplazar la Constitución de 2008, promulgada durante el gobierno de Correa, para combatir el crimen organizado y ampliar las reformas económicas. Su visión incluye reducir la burocracia, clarificar las reglas de inversión y dotar al gobierno de más herramientas para enfrentar la violencia de pandillas y el narcotráfico.
Desde la residencia familiar frente al mar en Olón, Noboa expresó expectativas positivas para Ecuador durante su discurso de victoria. Agradeció a sus seguidores por elegir una nueva dirección y enfatizó los resultados como un cambio generacional significativo. Su declaración pública reflejó el deseo del país de avanzar hacia el futuro en lugar de volver al pasado.
Resultados impugnados y acusaciones de fraude
Luisa González, sin embargo, se niega a aceptar la derrota. Tras la proclamación oficial de la reelección de Noboa, González acusó públicamente a las autoridades electorales de ejecutar “el fraude más grotesco en la historia del Ecuador”, alegando que ninguna encuesta confiable ni sondeo a boca de urna indicaba una diferencia tan amplia entre los candidatos. Insiste en que su conteo de votos cambió muy poco entre la primera y la segunda vuelta, algo que considera sospechoso dadas las fluctuaciones habituales en este tipo de elecciones.
El expresidente Rafael Correa respaldó sus acusaciones, publicando en redes sociales que el resultado era “imposible”. Figura política divisiva en Ecuador, Correa ha afirmado repetidamente que las estructuras de poder del país están unidas contra su movimiento político. Aunque este conserva una base leal de seguidores, sus problemas legales y su exilio voluntario en Europa le impiden lanzar una impugnación inmediata dentro del país.
El Consejo Nacional Electoral sostiene que el resultado es válido y definitivo. Se registró una participación del 84%, y la jornada electoral se desarrolló bajo estrictas medidas de seguridad. A principios de 2024, Noboa declaró un “conflicto armado interno” en respuesta al aumento de la violencia —particularmente la relacionada con el narcotráfico—, que ha llevado a Ecuador a tener una de las tasas de homicidios más altas de América Latina. En ese contexto, las fuerzas policiales y militares trabajaron para mantener el orden durante la votación, lo que resultó en un proceso en gran medida pacífico y sin incidentes graves.
Monitores internacionales validaron el conteo. Entre ellos, representantes de la Organización de los Estados Americanos. Luis Almagro, secretario general en funciones de la OEA, afirmó que la observación independiente de la misión coincidía estrechamente con los datos oficiales del CNE. Si bien reconoció el derecho de González a solicitar revisiones legales, Almagro indicó que no había evidencia inmediata que respaldara acusaciones de fraude sistemático.
Equilibrio entre seguridad y reforma constitucional
Noboa enfrenta ahora un doble desafío: abordar los problemas inmediatos de seguridad y avanzar en su meta de reestructurar el sistema constitucional del país. Un aumento en la violencia criminal vinculada a organizaciones narcotraficantes ha sobrepasado a las autoridades locales y debilitado la confianza pública en las instituciones. La ciudadanía exige acciones rápidas y resultados concretos para reducir la presencia de pandillas en zonas costeras y disminuir los homicidios.
Por otro lado, el camino hacia una nueva constitución está lleno de posibles obstáculos políticos. Convocar a una Asamblea Constituyente requerirá apoyo legislativo o un referendo popular, ninguno de los cuales está garantizado. Aunque Noboa tiene un mandato electoral claro, la composición de la Asamblea Nacional y la oposición de poderosos grupos políticos pueden complicar sus planes de reforma. Algunos opinan que reescribir la constitución es una distracción frente a los problemas urgentes de seguridad y economía. Noboa sostiene que temas clave, como el marco legal de las fuerzas del orden, las reglas de inversión y la regulación laboral, requieren una revisión constitucional para garantizar estabilidad a largo plazo.
En estas circunstancias, la victoria —inesperada para muchos— marca solo el comienzo de un esfuerzo prolongado por implementar cambios integrales. Los seguidores de Noboa celebran lo que ven como una dinámica política renovada, libre de figuras y políticas polarizantes del pasado. Mientras tanto, los críticos —especialmente los alineados con Correa— temen que el nuevo proyecto constitucional elimine ciertas protecciones sociales o modifique el equilibrio de poder de forma que margine a las voces disidentes.
El rápido ascenso de Noboa y su posterior triunfo electoral marcan un punto de inflexión para Ecuador. Hereda un país golpeado por el crimen, una economía inestable y profundos desacuerdos políticos. Con una autoridad recién otorgada y el deseo generalizado de cambio real, su capacidad para convertir ese mandato en políticas significativas dependerá de su habilidad para unificar sectores divergentes bajo una visión coherente y orientada al futuro.
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Lo que surja del crisol político de Ecuador en los próximos años podría marcar el rumbo de toda la región. A medida que las redes criminales tratan las fronteras nacionales como simples líneas en un mapa, países como Ecuador deben redefinir cómo cooperan, legislan y protegen las libertades civiles. Si la prometida reforma constitucional de Noboa tiene éxito, podría convertirse en un ejemplo —positivo o de advertencia— para otras naciones que enfrentan desafíos similares. Por ahora, toda la atención está centrada en el presidente que regresa. Su sorprendente victoria electoral ha vuelto a sacudir la situación política en Ecuador. Muchos se preguntan si sus grandes objetivos sobrevivirán a los problemas que se avecinan.