¿Qué lecciones da Dinamarca a Latinoamérica en temas de corrupción?
Temas como los Panamá Papers o el caso de Odebrecht han salpicado a todos los países de la región y ha agrandado la percepción que la corrupción está creciendo en nuestros países
Casos como los Panamá Papers y Odebrecht ubican a la región latinoamericana en las posiciones más indeseadas de la lista del Índice de Percepción de Corrupción de 2016 elaborado por Transparency International, una de las Organizaciones No Gubernamentales más reconocidas en promover medidas contra crímenes corporativos y corrupción política en el ámbito internacional.
Situación contraria vive uno de los países con menos corrupción, Dinamarca, el cual es considerado por múltiples organizaciones como el país con menos corrupción en el mundo. La pregunta es ¿por qué en este país no se presentan fenómenos tan agravados de corrupción?
Según el informe de Herramientas preventivas en la lucha contra la corrupción en el ámbito de la Unión Europea de la UNAM, los principales factores que alientan a corrupción se pueden dividir en dos dimensiones, la primera el espectro de lo institucional y la segunda de lo cultural.
A grandes rasgos, los factores son la falta de control efectivo sobre las instituciones y/o licitaciones, la cooptación, por parte de círculos de personas, de cargos públicos, los cuales son tergiversados como vehículos facilitadores de mejor vida económica y social, y, por último, las grandes brechas económicas que impiden una buena calidad de vida a muchas personas, las cuales perciben el camino de la corrupción como medio único de obtener una mejor calidad de vida.
Contrastando, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe entre el 2016 y 2017 la pobreza en la región aumentó en un punto porcentual y que uno de cada tres latinoamericanos está en riesgo de caer en la pobreza. Adicional a esto, según las cifras del Banco Mundial una gran cantidad de países Latinoamericanos están entre los más desiguales, y que, según datos de la FAO, América Latina y el Caribe es la región con mayor desigualdad en la distribución de la tierra. Por último, el resultado de la encuesta del Foro Mundial Sobre ética empresarial a nivel global (2015) deja entrever que las compañías de países latinoamericanos tienen las peores calificaciones sobre transparencia.
Por otro lado, la cooptación de los cargos públicos en Latinoamérica es bastante común. Desde los continuos casos de nepotismo hasta delitos como cohecho o peculado son el tipo de información diaria en los noticieros de la región. Por hablar de uno de los casos en Colombia, según un artículo de la Revista Semana, de los 769 cargos diplomáticos en la Cancillería, un 49 % están ocupados por diplomáticos de carrera, mientras que el 51% restante llegaron allí por nombramientos políticos.
Por el contrario, según el Eurobarómetro de 2016, casi el 80% de la población en Dinamarca piensa que la economía está bien, está ubicado en las listas del GINI como uno de los países menos desiguales del mundo y desde muy temprano ha luchado contra la corrupción y apoyado la meritocracia. Según Gert Tingaard Svendsen, profesor danés experto en corrupción, en 1660, el rey Frederick III inició un proceso de combatir abusos de poder y un reclutamiento de servidores públicos con base en sus méritos, sistema que ha perdurado hasta la actualidad y en el que la confianza de sus ciudadanos es base para sus instituciones.
De otro lado, teniendo en cuenta los datos del Latinbarómetro de 2016, mientras que en Latinoamérica se piensa que el 60,3% de los políticos no son libres de actuar, teniendo que devolver favores por financiamiento u otro tipo de favores. Por el contrario, según el Eurobarómetro, en Dinamarca, el 85% de las personas no cree que tener relaciones políticas ayude al éxito de un negocio, dejando de lado intercambios de apoyo financiero por favores políticos.
A su vez, dicha situación se refleja en la calificación sobre transparencia de las compañías danesas, la cual se encuentra entre los primeros puestos con las empresas con mejor comportamiento ético según la encuesta del Foro Económico Mundial.
A esto hay que sumarle la fuerte la fuerte institucionalidad en Dinamarca. Por ejemplo, las personas encargadas de evaluar los concursos de licitaciones no son los políticos del país, sino una comisión de expertos en el tema, los cuales tienen carácter de anonimidad. También existe una entidad llamada Autoridad de la Competencia, la cual se encarga de dirimir cualquier queja o reclamo sobre el proceso de concurso público. Adicional a esto, el mismo sistema danés impide a empresas a las que se les haya comprobado cualquier hecho de corrupción volver a contratar con cualquier entidad pública.
Es claro que existe una gran diferencia entre la situación de Dinamarca y la de los países de Latinoamérica. A pesar de esto, una región latinoamericana sin corrupción es posibles. De esta manera, todavía hay mucho por hacer, hay que cambiar la situación cultural que legitima la corrupción y da impunidad a los corruptos, a su vez que es prioridad fortalecer instituciones para impedir este tipo de prácticas.
Latin American Post | Juan Sebastián Salguero