Selecciones como Islandia, Irán, Marruecos y Perú, se equipararon con las grandes potencias tras la primera fase de la actual Copa de Mundo de la FIFA

México, más allá de ser una selección de tradición mundialista, protagonizó el resultado más llamativo de la primera fase de grupos al superar por 1-0 al todopoderoso Alemania. No solo fue el resultado, sino la forma como los aztecas dominaron a los teutones durante gran parte de aquel compromiso.

Islandia, debutante en la máxima cita del balompié, también avisó que su clasificación a Rusia 2018 no fue obra de la casualidad, y con un partido muy ordenado en todas sus líneas, sacó un valioso empate a la Argentina de Lionel Messi. Francia, campeón del mundo y de Europa, necesitó de una definición a última hora de Paul Pogba para superar a una limitada Australia. Irán no se acomplejó ni ante España ni ante Portugal, ante quienes jugó de manera ofensiva y teniendo incluso, más oportunidades de gol que sus 'linajudos' rivales. Situación similar ocurrió en ese mismo grupo con Marruecos.

Perú, que regresaba a un Mundial luego de 36 años con jugadores mayormente desconocidos, con excepción de unos cuatro o cinco, fue superior en la tenencia de la pelota, volumen ofensivo y oportunidades de gol a Dinamarca y Francia, pero no la metió. Uruguay necesitó de una pelota parada para superar apenas por 1-0 a la que muchos consideraron la selección más débil de Rusia 2018, Arabia Saudita.

Los ejemplos mencionados no son nuevos, pero quizá tienen mayor trascendencia en nuestras retinas por tratarse de la Copa del Mundo. Lo cierto es, que dichos resultados si refuerzan la tendencia de los últimos años en la que ya los 'grandes', sobre todo en términos de selecciones, ya no 'ganan con la camiseta' como reza la populosa frase futbolística que se refiere a que los combinados nacionales con tradición mundialista, una que otra Copa en sus vitrinas y notable producción de talentosos jugadores, suelen ganar siempre a otros equipos, que aunque jueguen bien, pierden por el solo hecho de no poseer los ítems anteriormente mencionados. 

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Lo primero que debemos decir es que dichas tendencias son más factibles de mantener en el fútbol de clubes, donde la repartición de dinero se trabaja en grupos selectos, los cuales al contar con los mejores futbolistas y jugar torneos todo el año y todos los años pueden construir una hegemonía en menor tiempo, como por ejemplo el Real Madrid. Sin embargo, en selecciones, la teoría de 'la camiseta' se ha derrumbado al tener menos tiempo los técnicos para juntar las piezas y por ende construir una sólida idea de juego.

Lo hizo Grecia, al ganar la Eurocopa en el año 2004, una de las mayores sorpresas en la historia del fútbol. Para los combinados nacionales 'débiles' es más fácil conocer a las grandes figuras de Alemania, Brasil, España o Argentina, por ejemplo, así como sus sistemas de juego, que para estos conjuntos conocer los jugadores referentes y el sistema que aplican Irán, Venezuela, Bolivia, Siria o Luxemburgo.

El mercado del fútbol se ha expandido y ya no es noticia ver a un hondureño, salvadoreño o venezolano jugar en una de las mejores ligas de Europa. Finalmente, el factor motivación tiene mucho que ver, pues para un 'equipo pequeño' es mucho más estimulante disputar un partido ante las 'grandes selecciones', que para las grandes hacerlo ante un 'chico'. Sobre todo en la fase de grupos de un mundial en la que pocos son los casos en la historia en la que un favorito ha quedado eliminado. 

El calendario del fútbol internacional es cada vez más agotador y en el caso de las selecciones nacionales, que normalmente están en un segundo plano para los jugadores -cuya rentabilidad económica se basa en los clubes-, la dinámica debe comenzar a cambiar, hablando desde la perspectiva de los grandes. Pues cada vez más las selecciones que no pueden presumir de su 'camiseta' se preparan mejor, con más humildad y trabajo, menos improvisación, y sobre todo mayor conocimiento del 'gigante del fútbol' al que van a enfrentar. 

Latin American Post | Onofre Zambrano