ANÁLISIS

Acción militar necesaria en Colombia ante el avance de grupos ilegales durante las negociaciones de paz

Paradójicamente, el proceso de paz en curso en Colombia ha empoderado a los grupos ilegales, lo que requiere una respuesta militar más sólida para reclamar territorio y proteger a los civiles. La gobernadora Rafaela Cortés del departamento del Meta pide un mayor diálogo regional respaldado por el poder militar.

Rafaela Cortés, gobernadora del departamento colombiano de Meta, lleva apenas siete meses en el cargo, pero siente la presión urgente de una situación de seguridad en deterioro. “Estamos perdiendo cada día más territorio”, lamenta, destacando la creciente fuerza de las disidencias de las FARC. Cortés ha pedido al gobierno nacional que inicie un diálogo de paz regional con estos grupos, pero también subraya la necesidad de una respuesta militar más sólida para recuperar el control y proteger a los civiles.

Desde el 16 de octubre, cuando el EMC, una facción de las FARC, inició negociaciones de paz con el gobierno central, el grupo se ha dividido en dos facciones. Una, liderada por ‘Iván Mordisco’, se salió de las conversaciones, mientras que una facción menor, aún negociando, es liderada por ‘Calarcá’, que opera en el Meta. Estas divisiones han provocado enfrentamientos en regiones como el Meta, convirtiendo zonas civiles en campos de batalla. Cortés describe una situación terrible en la que los civiles se ven atrapados entre facciones en guerra que exigen pagos de extorsión.

“Esta situación provocará otra ola de desplazamientos”, advierte Cortés, refiriéndose a un departamento ya marcado por conflictos pasados ​​que involucran a las FARC y grupos paramilitares como las AUC. Meta, que alguna vez fue un símbolo esperanzador del acuerdo de paz firmado en 2016, ahora enfrenta un resurgimiento de la violencia y la inseguridad.

Pueblos fantasma y amenazas crecientes

La escalada de violencia ha convertido a varios municipios en pueblos fantasmas. Los grupos armados financian sus operaciones mediante la extorsión y el reclutamiento de menores. El gobernador informa que estas facciones ilegales se están volviendo más fuertes y arraigadas. Recientemente, el ejército arrestó a dos menores involucrados en actividades de extorsión en Meta, y las autoridades han identificado a otros que estaban siendo utilizados para distribuir folletos y mensajes amenazantes a través de las redes sociales y WhatsApp.

Cortés ha abogado durante mucho tiempo por diálogos regionales que involucren a gobernadores y alcaldes locales, creyendo que los líderes locales están en la mejor posición para negociar la paz en sus regiones. “¿Qué gobernador o alcalde no quiere la paz?” ella pregunta. “Todos queremos la paz, pero debe ser una paz sin reclutar ni explotar a civiles”.

Desconectarse con el Gobierno Nacional

La situación en Antioquia la semana pasada subraya los desafíos que enfrentan los líderes locales. Un convoy que transportaba a ‘Calarcá’ y otros disidentes de las FARC, quienes tenían órdenes de captura pendientes, fue interceptado por el ejército. El hecho de que estas personas estuvieran protegidas por vehículos oficiales mientras los alcaldes locales del Meta carecían de medidas de seguridad adecuadas pone de relieve una preocupante desconexión entre el gobierno nacional y las autoridades regionales.

“Esto fue un duro golpe para nosotros”, dice Cortés. “Nuestros alcaldes, que están amenazados, no tienen la misma protección”. Critica al gobierno nacional por su falta de apoyo y pide una mejor coordinación y una protección militar más sólida para los líderes locales.

A pesar de reunirse con el presidente Gustavo Petro dos veces desde que asumió el cargo en enero, Cortés siente que las preocupaciones regionales no se abordan adecuadamente. Ella cree que el presidente debería aprovechar el conocimiento y la voluntad de los gobernadores regionales para implementar medidas de seguridad adecuadas. “El presidente es el líder de todos los colombianos. Los gobernadores queremos estar más cerca de él y trabajar juntos de manera más efectiva”, afirma.

Los argumentos a favor de una presencia militar más fuerte

Considerado inicialmente como un rayo de esperanza, el proceso de paz ha fortalecido sin darse cuenta a los grupos ilegales. A medida que estas facciones se vuelven más audaces, se hace evidente la necesidad de una respuesta militar más sólida. El gobierno nacional debe priorizar la recuperación de territorio y la protección de los civiles. Esto requiere no sólo diálogo sino también una acción militar decisiva para desmantelar los grupos ilegales y restablecer el orden.

América Latina ha sido testigo de desafíos similares. En países como México y Brasil, las organizaciones criminales han aprovechado los procesos de paz y la débil gobernanza para expandir su influencia. Colombia debe aprender de estos ejemplos y adoptar un enfoque más equilibrado, combinando los esfuerzos de paz con una estrategia militar sólida.

El caso de Meta pone de relieve la urgente necesidad de una intervención militar más sólida. Si bien los diálogos regionales son cruciales, deben estar respaldados por un compromiso firme con la seguridad. El gobierno nacional debe proporcionar a los líderes locales los recursos y el apoyo necesarios para gobernar y proteger eficazmente a sus comunidades.

Una llamada a la acción

La petición del Gobernador Cortés de más apoyo militar no tiene que ver sólo con la seguridad; se trata de recuperar la esperanza y el progreso logrado a través del acuerdo de paz. El gobierno nacional debe reconocer la gravedad de la situación y actuar con decisión para evitar un mayor deterioro. Esto incluye desplegar tropas adicionales en zonas de conflicto, aumentar los esfuerzos de inteligencia y brindar apoyo integral a las autoridades locales.

La experiencia de Colombia refleja un contexto latinoamericano más amplio donde los procesos de paz a menudo enfrentan desafíos importantes. La historia de conflicto y violencia de la región subraya la necesidad de un enfoque multifacético que aborde las causas profundas del malestar y las necesidades inmediatas de seguridad de la población.

Fortalecer el papel de los militares para asegurar la paz no significa abandonar el diálogo. Más bien, implica crear un entorno seguro donde se lleven a cabo negociaciones significativas. El gobierno puede allanar el camino para un proceso de paz más sostenible garantizando que los grupos ilegales no puedan operar con impunidad.

La situación actual en Meta es un claro recordatorio de que la paz es frágil y debe defenderse activamente. El gobierno nacional debe atender los llamados de líderes regionales como el gobernador Cortés y priorizar una presencia militar más sólida para proteger a los civiles y recuperar territorios perdidos en manos de grupos ilegales.

Las lecciones de otros países latinoamericanos resaltan la importancia de equilibrar los esfuerzos de paz con medidas de seguridad sólidas. Colombia ha logrado avances significativos desde el acuerdo de paz de 2016, pero el resurgimiento de la violencia amenaza con deshacer este progreso. Colombia puede construir un futuro más seguro y estable fortaleciendo el papel de los militares y mejorando el apoyo a las autoridades locales.

Lea también: El narcotráfico socava perpetuamente la búsqueda de la paz en Colombia

En última instancia, el objetivo es crear una Colombia donde la paz sea un respiro temporal y una realidad duradera. Esto requiere una estrategia integral que aborde las amenazas inmediatas a la seguridad y los desafíos socioeconómicos a largo plazo. Al trabajar juntos, los gobiernos nacional y regional pueden garantizar que los beneficios de la paz se extiendan a todos los colombianos, creando una sociedad más inclusiva y próspera.

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