ANÁLISIS

Un enfoque integral de los problemas nutricionales de Cuba

Ante la escasez de alimentos, la iniciativa de la empresaria María Paco en Cuba enfatiza una alimentación más saludable a través de recursos locales y subraya la necesidad apremiante de reevaluar nuestros modelos políticos más amplios y enfoques hacia la soberanía alimentaria y la agricultura sostenible.

En medio de un despertar global hacia la sostenibilidad y la salud, la narrativa de María Paco, una emprendedora hispano-francesa, ocupa un lugar destacado. La iniciativa de Paco, que lanzó un proyecto de educación nutricional en Cuba en 2017, no es solo una historia sobre el cambio de hábitos alimentarios en medio de la escasez de alimentos, sino un llamado de atención para reexaminar los marcos políticos que gobiernan nuestro acceso a los alimentos y nuestra relación con ellos. Este llamado a una revisión holística de nuestros paradigmas políticos y nutricionales es especialmente conmovedor en regiones como América Latina, donde diversas culturas y ecosistemas presentan desafíos y oportunidades únicos.

Una semilla de cambio en la dieta cubana

El viaje de María Paco de vendedora de frutas en Francia a educadora nutricional en Cuba subraya un punto crítico: la esencia del cambio comienza con la conciencia. Su proyecto, que nació al darse cuenta de la falta de educación nutricional en Cuba, un país donde la escasez de alimentos es un problema apremiante, tiene como objetivo diversificar el plato cubano con opciones más saludables disponibles localmente. Su enfoque va más allá de la mera sustitución, aventurándose en el cambio cultural y de comportamiento.

El énfasis en utilizar lo que proporciona la tierra, inspirado en sus raíces familiares en la agricultura, refleja un cambio más significativo y esencial que se necesita en los sistemas alimentarios globales: un movimiento hacia la sostenibilidad local y un alejamiento de la dependencia de las importaciones, lo cual es particularmente resonante para una nación insular que importa más del 80% de sus bienes consumidos.

Cultivar mentes: el papel de la educación

La iniciativa de Paco, que se transformó en un proyecto de desarrollo local en 2017, destaca el papel indispensable de la educación para fomentar una relación sostenible con la alimentación. Colaborar con las escuelas locales para inculcar valores de alimentación saludable y respeto por la agricultura desde una edad temprana siembra las semillas para un cambio de comportamiento inmediato. Germina una comprensión y apreciación más profunda de los ecosistemas locales y el trabajo que los nutre.

Este enfoque educativo, respaldado por el apoyo de organizaciones internacionales como el Programa Mundial de Alimentos, la UNESCO y UNICEF, ejemplifica un modelo que trasciende fronteras y enfatiza la universalidad de la educación nutricional como piedra angular del desarrollo sostenible.

El plato político: más allá de las elecciones individuales

Si bien el proyecto de Paco es encomiable por su impacto directo en las comunidades locales, sin darse cuenta arroja luz sobre un aspecto más significativo y a menudo pasado por alto del diálogo sobre soberanía alimentaria: el modelo político. La aprobación por parte de Cuba de la Ley de Soberanía Alimentaria en 2022, cuyo objetivo es reforzar la autonomía municipal y promover la agricultura sostenible, es un paso en la dirección correcta. Sin embargo, esta medida legislativa es una gota en el océano de la reforma de la política agrícola global necesaria para abordar los problemas sistémicos que plagan nuestros sistemas alimentarios.

Como señala Paco, el desafío de cambiar los hábitos alimentarios en Cuba simboliza una resistencia más amplia al cambio que no se limita a la inercia individual o cultural. Aún así, está arraigado en la economía política mundial de producción y distribución de alimentos. Esta resistencia subraya el imperativo de cuestionar e innovar sobre nuestros modelos políticos existentes para garantizar que sean propicios, en lugar de inhibidores, sostenibles y equitativos.

De lo local a lo global: escalar el modelo

El éxito de iniciativas como la de Paco en Cuba presenta un plan para replicar y ampliar en América Latina y más allá. La rica biodiversidad y el tapiz cultural del continente ofrecen un terreno fértil para proyectos educativos similares que pueden adaptar su enfoque a los contextos locales y al mismo tiempo contribuir a una reinvención colectiva de nuestros sistemas alimentarios globales.

Sin embargo, para que estos proyectos realmente produzcan cambios a nivel sistémico, deben estar respaldados por políticas que prioricen la soberanía alimentaria, la sostenibilidad ambiental y el acceso equitativo a alimentos nutritivos. Esto requiere un esfuerzo concertado de los gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad civil para crear un entorno propicio para que tales iniciativas florezcan e integrarlas en estrategias más amplias para el desarrollo sostenible.

Un llamado a la acción: repensar nuestra política alimentaria

Mientras elogiamos los esfuerzos de personas como María Paco y las comunidades que abrazan estas iniciativas, es imperativo que también volvamos nuestra mirada hacia las estructuras de poder y políticas que dan forma a nuestros paisajes alimentarios. La batalla por un futuro más saludable y sostenible se libra no sólo en los campos y las cocinas, sino también en los ámbitos de la legislación y los marcos comerciales internacionales.

La narrativa de la educación nutricional en Cuba, en un contexto de escasez de alimentos y cambios legislativos, sirve como un microcosmos de los desafíos globales que enfrentamos. Nos recuerda que, si bien las acciones individuales y comunitarias son cruciales, deben ser parte de un enfoque sistémico más amplio que reevalúe y reforme los modelos políticos que sustentan nuestros sistemas alimentarios. Sólo entonces podremos esperar lograr un futuro en el que el acceso a alimentos nutritivos y producidos de manera sostenible no sea un privilegio sino un derecho compartido por todos.

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El camino hacia una nutrición sostenible es local y global, y requiere que entretejemos hilos de educación, reforma de políticas y participación comunitaria. A medida que avanzamos, inspirémonos en proyectos como el de Paco, utilizándolos como trampolín para catapultar a nuestras sociedades hacia futuros alimentarios más equitativos, resilientes y saludables.

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