CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Argentina: Los pumas de la Patagonia encontraron un banquete de pingüinos y cambiaron la sociedad

En la Patagonia argentina, los pumas que regresaron al Parque Nacional Monte León han aprendido a cazar pingüinos de Magallanes, convirtiendo una playa protegida en un laboratorio ecológico. Nuevas investigaciones muestran que este cambio de presa está transformando el territorio, la tolerancia y los dilemas de conservación a lo largo de la costa atlántica de Argentina.

Un regreso con consecuencias

En la costa sur del Atlántico, el Parque Nacional Monte León alberga dos historias a la vez: la ganadería y el regreso. En el siglo XX, las explotaciones ovinas en toda la Patagonia ayudaron a expulsar a los pumas. Cuando se creó el parque en 2004, los grandes felinos comenzaron a regresar poco a poco a una franja protegida de la costa. Pero el lugar al que volvieron ya se había adaptado. Una colonia reproductora continental de pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus) se había establecido en la playa, creciendo hasta alcanzar aproximadamente 40,000 parejas reproductoras.

Ese auge de pingüinos creó lo que los ecólogos llaman un subsidio: un pulso denso y predecible de alimento. No mucho después de la creación del parque, comenzaron a aparecer restos de pingüinos en los excrementos de puma, y las suposiciones iniciales se desmoronaron. “Pensamos que solo eran un par de individuos”, dijo a Live Science Mitchell Serota, ecólogo de Duke Farms en Nueva Jersey y coautor del estudio. “Notamos una gran cantidad de detecciones de pumas” cerca de la colonia. Serota realizó gran parte del trabajo como estudiante de doctorado en la Universidad de California, Berkeley, y el patrón es un recordatorio de que la protección rara vez recrea una línea de base previa a la presencia humana.

Los pumas están cazando pingüinos en el Parque Nacional Monte León, Argentina. El resaltado amarillo muestra la colonia de pingüinos. A la derecha hay varias fotos de pumas entrando en la colonia. Serota et al. / Proc B

Temporada de pingüinos, política de pumas

Los hallazgos del equipo, publicados el miércoles (17 de diciembre) en Proceedings of the Royal Society B, muestran cuán rápido un depredador puede reorganizar su vida en torno a esa nueva despensa playera. Los investigadores combinaron cámaras trampa con collares GPS para rastrear a 14 pumas y analizar sitios de caza a lo largo de las temporadas de campo entre 2019 y 2023. Los felinos no se comportaron como una sola población: 9 individuos cazaron pingüinos; 5 no lo hicieron. Cuando los pingüinos estaban en tierra durante la temporada de reproducción, los cazadores permanecían cerca de la colonia a lo largo de un tramo de 1,2 millas (2 kilómetros) de playa. Cuando las aves migraban mar adentro en verano, esos mismos pumas se desplazaban aproximadamente el doble de lejos, adentrándose en el interior donde la presa es menos abundante y las distancias son más exigentes.

Si los patrones de movimiento son lógicos, los patrones sociales resultan sorprendentes. Los pumas adultos suelen ser solitarios, manteniendo distancia para evitar peleas y asegurarse suficiente presa para ellos y sus crías. Sin embargo, alrededor de la colonia, el estudio registró 254 encuentros entre pares de pumas que ambos comían pingüinos, en comparación con solo 4 encuentros en los que ninguno lo hacía. La mayoría de los encuentros ocurrieron a menos de 0,6 millas (1 km) de la colonia de pingüinos. El estudio también informa que la densidad de pumas en el parque era más del doble de la concentración más alta registrada previamente en Argentina. La abundancia, sugiere, puede suavizar la competencia y permitir que los vecinos coexistan, cambiando “reglas” que muchos planes de conservación asumen silenciosamente como fijas.

Puma, Zoológico de Mendoza, Argentina. Wikimedia Commons

Gestionando una nueva naturaleza

Serota subrayó el punto más amplio en declaraciones citadas por Live Science: “Restaurar la vida silvestre en los paisajes cambiados de hoy no simplemente rebobina los ecosistemas al pasado”. En cambio, dijo, puede crear “interacciones completamente nuevas”. Debates en Conservation Biology y Trends in Ecology & Evolution han advertido que las decisiones humanas del pasado siguen moldeando la naturaleza actual. En un correo a Live Science, Juan Ignacio Zanon Martinez, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina, escribió que los gestores necesitan estrategias “basadas en cómo funcionan realmente los ecosistemas hoy en día”. Y como dijo Javier Ciancio, también de CONICET, a Live Science, es una “situación compleja” porque dos especies nativas están interactuando bajo condiciones cambiadas, lo que plantea interrogantes sobre cómo podrían sobrevivir las colonias de pingüinos más pequeñas y recientes en el continente.

A continuación, el equipo de Serota planea examinar cómo este festín costero afecta a otras presas, incluido el guanaco (Lama guanicoe), un camélido silvestre emparentado con la llama. La cuestión también es discretamente política: cuando los pingüinos atraen a los pumas hacia la playa, ¿qué ocurre tierra adentro y quién asume los costos o beneficios más allá de los límites del parque, donde la ganadería sigue siendo un medio de vida? Para la conservación en Argentina, la lección es incómoda pero útil: monitorear lo que está ocurriendo ahora, no lo que desearíamos que hubiera pasado antes. En el borde atlántico de Argentina, el experimento ya está en marcha. El parque no resucitó un pasado desaparecido; reveló un presente vivo, uno en el que pingüinos, pumas y personas negocian un nuevo equilibrio en tiempo real, justo ahora también.

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