CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Chile lucha contra el peligro inminente para el futuro de los pingüinos de Humboldt

Un año después de que Chile anunciara un ambicioso plan para salvar a los pingüinos de Humboldt, los conservacionistas advierten que la especie sigue en grave riesgo. Las amenazas crecientes —desde el cambio climático hasta la sobrepesca y los proyectos industriales invasivos— reflejan la lucha del país por proteger a estas emblemáticas aves costeras.

Un legado de vulnerabilidad

Los pingüinos de Humboldt que habitan en las templadas costas chilenas enfrentan hoy numerosos desafíos. Su población ha disminuido a causa de ellos. Los pingüinos construyen sus nidos cerca de las frías corrientes oceánicas repletas de alimento frente a la costa oeste de Sudamérica. En el pasado, muchas colonias de pingüinos de Humboldt prosperaban allí. Sin embargo, como explicó EFE tras entrevistar a expertos locales, su resiliencia se ve socavada por el aumento de las temperaturas oceánicas, la disminución de los bancos de peces y el fenómeno de El Niño, que se intensifica. Históricamente, las aves costeras de América Latina han sufrido diversas amenazas provocadas por el ser humano.

Durante el siglo XIX, los depósitos de guano en Sudamérica adquirieron gran valor, lo que impulsó una era de producción intensiva de fertilizantes, dañando los hábitats de las aves marinas. Hoy en día, los pingüinos de Humboldt siguen amenazados: la extracción de guano continúa, junto con la sobrepesca y la contaminación. Se desencadena una secuencia negativa cuando desaparecen las fuentes clave de alimento y empeoran los lugares de anidación.

Chile alberga aproximadamente el 80 % de la población mundial de esta especie, sin embargo, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la ha clasificado como “vulnerable”. La bióloga marina Catalina Sapag, entrevistada por EFE, señaló: “Ya estamos al límite. El desarrollo costero, la contaminación y la sobrepesca implacable están deteriorando su entorno”. El proceso ha sido gradual pero constante: las aguas que antes rebosaban vida en la corriente de Humboldt hoy muestran bancos de peces menguantes, debilitando a una población de pingüinos que ha dependido durante siglos de la anchoveta y las sardinas.

Amenazas marinas y terrestres

Los pingüinos de Humboldt enfrentan desafíos mortales desde el mar abierto hasta las rocosas costas. En las últimas décadas, las grandes pesquerías han dirigido su atención a la anchoveta, un eslabón crucial en la dieta de los pingüinos, aumentando la competencia y reduciendo su alimento disponible. A la par, la intensa industrialización a lo largo de la costa chilena contamina las aguas con derrames de petróleo y productos químicos. Incluso pequeños cambios en la temperatura del océano —exacerbados por el cambio climático— pueden alejar a las especies de presa, obligando a los pingüinos adultos a viajar distancias mayores en busca de comida. Durante los fuertes eventos de El Niño, las aguas pobres en oxígeno agravan este efecto, provocando a menudo la inanición de adultos antes de que puedan alimentar a sus crías.

En tierra, las amenazas persisten. La extracción de guano —una práctica que aún se realiza en algunas islas chilenas— destruye las gruesas capas donde los pingüinos de Humboldt excavan sus refugios. Esto expone los sitios de cría, dejando huevos y polluelos vulnerables al calor extremo o a la depredación. Organizaciones ambientalistas han luchado para frenar proyectos como el complejo portuario minero Dominga, situado en la principal área de anidación de la especie, la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt. “El aumento del tráfico marítimo, los mayores riesgos de derrames de petróleo y la intensa contaminación lumínica afectarían la alimentación y reproducción”, explicó Sapag, bióloga marina de Oceana, en su conversación con EFE. Aunque las autoridades chilenas rechazaron el proyecto Dominga por motivos medioambientales, la empresa sigue intentando obtener su aprobación a través de los tribunales, manteniendo en vilo a comunidades locales y conservacionistas.

Crece la demanda de protección

Ante desafíos tan severos, Chile lanzó a mediados de 2024 un plan nacional de conservación, comprometiéndose a fortalecer las poblaciones de pingüinos durante las próximas dos décadas. Esta iniciativa contempla una supervisión más estricta de las zonas de pesca, la mejora de las áreas marinas protegidas y un mayor control sobre las alteraciones del hábitat.

Según el ornitólogo chileno y profesor de la Universidad Andrés Bello, Alejandro Simeone, entrevistado por EFE, “podría tomar al menos una década ver mejoras reales en los datos poblacionales. Pero era necesario establecer metas formales si esperamos evitar el camino hacia la extinción”. Simeone añade que, si bien es importante redactar leyes y decretos, es esencial “traducir esas políticas en resultados biológicos efectivos —monitorear el éxito reproductivo, reducir la captura incidental en redes de pesca y controlar el desarrollo costero”.

Este no es un dilema exclusivamente chileno. En toda América Latina surgen tensiones cuando la preservación de especies vulnerables choca con intereses económicos. Sin embargo, en una región históricamente reconocida por su activismo de base —desde los movimientos indígenas en la Amazonía hasta los pescadores locales en las Galápagos—, existe la esperanza de que la presión pública pueda incidir en los gobiernos. Aun así, los expertos marinos advierten que mantener el impulso a largo plazo puede ser difícil, especialmente si intereses comerciales poderosos, como las pesquerías industriales o las mineras, se oponen.

Los desafíos van más allá de las leyes y el activismo. A medida que los cambios climáticos intensifican los ciclos de El Niño, las aguas más cálidas agravan la escasez de peces, un fenómeno anticipado por científicos que analizan los patrones de calentamiento. Algunos investigadores sospechan que el cambio climático antropogénico podría hacer que estos eventos de El Niño sean más frecuentes o severos, lo que tensionaría aún más la productividad oceánica de la región. Incluso leves aumentos en la temperatura del mar pueden alterar el equilibrio ecológico, afectando directamente a los pingüinos.

Un símbolo vital para los mares de América Latina

De acuerdo con las conversaciones con conservacionistas de la zona, el pingüino de Humboldt es una especie amenazada que habita en zonas costeras vibrantes y representa un equilibrio frágil. Este equilibrio sostiene no solo ecosistemas, sino también actividades como el turismo, tradiciones locales y el aprovechamiento de eventos marinos. Agostina Rossi, experta en biodiversidad de Greenpeace, dijo a EFE: “Ellos reflejan qué tan saludable está el océano”. Si grandes cantidades de pingüinos mueren o desaparecen, esto indica un desequilibrio en varios niveles tróficos, desde la dinámica del plancton hasta los depredadores principales.

En un sentido más amplio, la especie también resuena con el ecoturismo: los visitantes acuden a ver a estas carismáticas aves, impulsando las economías locales. Perderlos sería un golpe para los medios de vida comunitarios. En materia de conservación, los defensores ambientales destacan que la simpatía que despiertan los pingüinos ayuda a sensibilizar al público, lo que impulsa el apoyo a medidas como las restricciones pesqueras o la protección de hábitats. El verdadero desafío es crear un esfuerzo conjunto que una las demandas públicas con acciones gubernamentales efectivas, para que las futuras noticias no repitan advertencias pasadas de declive.

En última instancia, la situación crítica del pingüino de Humboldt recuerda a América Latina una verdad más profunda: la identidad cultural de la región ha estado siempre ligada a su extraordinaria biodiversidad, y estas especies emblemáticas sostienen ecosistemas que alimentan a millones de personas. Si la sobrepesca y la expansión industrial arruinan los mares que han sustentado a generaciones, las consecuencias irán mucho más allá de una sola especie de ave. Se tratará de la historia de cómo los seres humanos moldean el entorno que, a su vez, los moldea a ellos.

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Si las medidas recién adoptadas por Chile lograrán proteger efectivamente a estos pingüinos sigue siendo incierto. Científicos y activistas piden vigilancia constante, exigiendo las mejores estrategias que combinen un riguroso seguimiento poblacional con intervenciones gubernamentales directas. La amenaza es real, pero también lo es la pasión por salvarlos, un rasgo distintivo del ámbito marino chileno. En esa tensión entre el comercio y la conservación, el destino del pingüino de Humboldt subraya lo frágil que se ha vuelto la línea que separa la vida silvestre próspera de la extinción inminente.

uando sus problemas despiertan una preocupación mayor sobre el pasado marítimo de América Latina, la constante disminución de una especie puede inspirar un renovado respeto por la vasta pero delicada vida bajo la superficie del océano.

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