El cielo nocturno de Chile en riesgo: la energía verde apaga las estrellas y el potencial astronómico
En las noches despejadas del norte de Chile, el desierto de Atacama se convierte en una catedral de estrellas. Desde observatorios en la cima de montañas, los astrónomos observan el universo primitivo a través de algunos de los cielos más oscuros y secos de la Tierra. Ahora, esa vasta ventana cósmica enfrenta una amenaza inesperada de un enorme proyecto de energía verde que surge en el mismo desierto.
Un cóctel perfecto para la astronomía bajo amenaza
El desierto de Atacama en Chile ha sido durante mucho tiempo venerado como un observatorio natural: una combinación de extrema sequedad, altitud y aislamiento que crea uno de los cielos nocturnos más claros del planeta. Este entorno único es un tesoro cultural que une a científicos, habitantes y visitantes por igual, haciendo que su preservación sea vital para todos.
Sin embargo, ahora los astrónomos advierten que un complejo industrial de energía renovable e hidrógeno, planeado a solo unos pocos kilómetros de distancia, amenaza con deshacer décadas de logros científicos. En una carta abierta al gobierno chileno, 30 científicos líderes, incluido el Premio Nobel Reinhard Genzel, describen el proyecto como “una amenaza inminente” para la capacidad de la humanidad de estudiar el cosmos.
“El daño se extendería más allá de las fronteras de Chile”, escribe el grupo, enfatizando que la investigación global sobre todo, desde la formación de planetas hasta la física del universo temprano, depende de los cielos excepcionalmente prístinos de Paranal, recordándonos que este problema afecta a toda la comunidad científica.

La energía verde cruza una línea roja cósmica
El proyecto, impulsado por AES Andes, cubriría casi 3.000 hectáreas de desierto con aerogeneradores, instalaciones solares, una planta desalinizadora y un nuevo puerto. Para los astrónomos, el problema no es la energía renovable en sí, sino la ubicación. A solo 3 km (1,9 millas) de los telescopios de Paranal, cada camión, reflector y ventilador se convierte en una posible fuente de contaminación.
AES insiste en que sus estudios demuestran que el proyecto es totalmente compatible con la astronomía y cumple con las estrictas normas chilenas de contaminación lumínica. “Fomentamos la confianza en la fortaleza institucional del país”, dijo la empresa en comentarios a las reporteras de AP Nayara Batschke e Isabel DeBre.
Los astrónomos advierten que el polvo, las vibraciones del suelo y el aumento de la turbulencia atmosférica —factores que hacen que las estrellas titilen— pueden degradar la estabilidad del cielo y comprometer datos ultra sensibles. Si estas perturbaciones aumentan, la capacidad de realizar observaciones precisas disminuye, amenazando décadas de progreso científico y los esfuerzos de investigación global.
“En los mejores sitios del mundo para la astronomía, las estrellas no titilan”, dijo Andreas Kaufer, director de operaciones de ESO. ESO estima que el proyecto aumentaría la contaminación lumínica en un 35%. Si el cielo se ilumina artificialmente, advierte Kaufer, “ya no podemos hacer estas observaciones. Se pierden… y si se pierden para nosotros, se pierden para todos.”

Por qué perder la oscuridad del Atacama sería una pérdida para el mundo
Chile es ahora la capital mundial de la astronomía, hogar del 40% de la infraestructura astronómica del mundo. El Atacama alberga el Very Large Telescope, el Extremely Large Telescope en construcción y decenas de proyectos internacionales que exploran exoplanetas, materia oscura y la luz relicta del nacimiento del universo.
Estos observatorios no se pueden trasladar fácilmente. La selección del sitio lleva décadas y solo hay un puñado de lugares en la Tierra con las mismas condiciones únicas. Mientras tanto, la contaminación lumínica en todo el mundo está haciendo que el cielo nocturno sea aproximadamente un 10% más brillante cada año. “Los grandes observatorios han sido expulsados a lugares remotos”, dijo Ruskin Hartley, director de DarkSky International. “Ahora los expulsan a los últimos lugares de cielo oscuro que quedan en la Tierra… y todos están en riesgo.”
El desafío de Chile ejemplifica un dilema global: expandir la energía renovable sin destruir los recursos ambientales y científicos que inspiran tales esfuerzos. No se trata de una simple batalla entre combustibles fósiles y energía verde, sino de una compleja compensación entre avanzar en la energía limpia y preservar las condiciones únicas que permiten investigaciones astronómicas revolucionarias y la conservación ambiental.
El futuro del Atacama pende de un hilo
Los partidarios del proyecto destacan empleos, exportaciones de hidrógeno y metas climáticas. Los astrónomos responden que, una vez que se construye un polo industrial junto a un observatorio de clase mundial, el daño no se puede revertir fácilmente. Algunas perturbaciones pueden mitigarse, pero no eliminarse, y los cambios atmosféricos sutiles pueden ser detectables solo cuando el daño ya es irreversible.
Más allá de los datos científicos, la oscuridad del Atacama representa un valor cultural e incluso espiritual. Turistas, habitantes y científicos describen el asombro abrumador de ver la Vía Láctea cruzar el cielo con total claridad de horizonte a horizonte, una vista casi imposible en cualquier otro lugar del planeta.
Que esa vista permanezca depende ahora de los reguladores chilenos, quienes deben sopesar el liderazgo climático frente al legado científico. La carta abierta no rechaza el desarrollo del hidrógeno; simplemente pide reubicar este proyecto en particular lejos de un sitio que no puede ser replicado.
Como informan Batschke y DeBre, los observatorios ya han sido llevados a los confines literales del mundo en busca de oscuridad. Si incluso esos lugares se sacrifican, la pérdida se medirá no solo en datos, sino en conocimiento: en preguntas que tal vez nunca logremos responder.
Una vez que se pierde un cielo nocturno prístino, los astrónomos suelen recordarnos que es casi imposible recuperarlo, lo que subraya la necesidad crítica de proteger este recurso natural para las futuras generaciones.
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