CIENCIA Y TECNOLOGÍA

El giro de India hacia América Latina combina litio, software y un desafío de poder blando para China y EE. UU.

El Primer Ministro de India acaba de concluir una gira relámpago por África y América Latina, asegurando acuerdos que van desde minas en el desierto hasta aplicaciones de pago digital. No fue solo un acto simbólico: fue una jugada estratégica para posicionar a India como el socio preferido del Sur Global de cara al futuro.


Un nuevo mapa de recursos: de los salares a los reactores

Todo comenzó en Argentina, bajo el sol intenso de los salares brillantes de Catamarca. Bajo la superficie: litio, esencial para cada batería de vehículo eléctrico que India necesitará para cumplir su promesa de carbono neutralidad para 2070. El Primer Ministro Narendra Modi se fue con un acuerdo bajo el brazo: empresas estatales indias ahora tienen derechos de exploración sobre dos bloques ricos en la cuenca del Salar del Hombre Muerto. Las autoridades locales estiman que el acuerdo podría atraer hasta 600 millones de dólares en inversiones por fases.

Siguiente parada: Namibia. Bajo las dunas del desierto de Namib se encuentra Etango, uno de los mayores yacimientos de uranio sin explotar del mundo. Modi y el presidente namibio Nangolo Mbumba firmaron un acuerdo de desarrollo conjunto con la Corporación de Energía Nuclear de India. ¿El objetivo? Reducir la dependencia india del uranio proveniente de Rusia y Kazajistán. Con 23 reactores nucleares en funcionamiento y diez más en camino, India necesita un suministro constante de yellowcake (concentrado de uranio) y socios geopolíticamente neutrales.

Juntas, estas acciones delinean un patrón. No se trata de compras aleatorias de recursos. Es una construcción deliberada de lo que algunos analistas ya llaman el “Corredor de Recursos del Sur”: un arco de suministro que va desde los Andes hasta el suroeste africano, diseñado para alimentar el auge tecnológico verde de India y, al mismo tiempo, extender su influencia inversora en continentes que hasta hace poco se inclinaban fuertemente hacia China o hacia Occidente.


No solo minerales: el India Stack se globaliza

Pero los materiales en bruto no bastan para mantener una asociación. India lo sabe. Modi también.

En Puerto España, acompañado del Primer Ministro de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, Modi anunció que ese país será el primero del Caribe en adoptar UPI, la ahora famosa interfaz de pagos en tiempo real desarrollada en India. Es la primera capa exportada del India Stack, una plataforma digital pública y de código abierto que incluye identificación biométrica, historiales de salud, portales fiscales y sistemas de pago.

“El UPI cambió cómo cobran nuestros vendedores ambulantes”, dijo Modi. “Queremos ese salto también para los emprendedores caribeños”.

El momento no fue solo simbólico. Solo en marzo, UPI procesó 11.300 millones de transacciones. Y es de código abierto, a diferencia de plataformas propietarias como Alipay o PayPal. ¿Qué significa esto para los países socios? Que pueden adoptar la tecnología sin ceder soberanía sobre sus datos ni pagar licencias. El código queda abierto; los servidores permanecen locales.

Jayanth Krishnamurthy, investigador del Instituto Indio de Tecnología de la Información, lo resumió así: “No es un caballo de Troya. Es una caja de herramientas”.

El Banco Interamericano de Desarrollo ya ha financiado estudios de viabilidad para implementar sistemas similares a UPI en Costa Rica y Perú. El mensaje es simple y eficaz: imagina a latinoamericanos usando pagos con código QR impulsados por software indio, escaneados desde teléfonos construidos con litio de su propia tierra.

Ese bucle de retroalimentación —recursos locales que habilitan la adopción tecnológica en casa— es una de las apuestas más inteligentes de Modi. Si las herramientas funcionan, se vuelven indispensables. Y si escalan, se vuelven la nueva normalidad.


Palancas multilaterales, rediseñadas

En el plano diplomático, el viaje no fue sobre sonrisas bilaterales, sino sobre reescribir las reglas del poder global.

En Brasilia, Modi y el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva reactivaron la promesa del G4: un esfuerzo conjunto de India, Brasil, Alemania y Japón para obtener asientos permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU. “El consejo refleja 1945, no 2025”, dijo Lula a EFE tras el encuentro.

Oliver Stuenkel, politólogo de la Fundação Getulio Vargas en Brasil, calificó el lenguaje conjunto como “un nuevo idioma para un nuevo mundo”. En lugar de presentar al Sur Global como víctima de la exclusión occidental, hablaron de un “mosaico global”: una red de prioridades compartidas e influencia mutua.

India respaldó la candidatura de Brasil para organizar la COP33, la próxima gran cumbre climática, y Brasil correspondió apoyando la membresía de India en el Grupo de Suministradores Nucleares. No son simples favores diplomáticos: son transacciones dentro de lo que Arjun Bhatia, de la Universidad de Princeton, denomina “diplomacia de redes temáticas”, donde la influencia no se mide por quién grita más fuerte, sino por quién intercambia votos con más inteligencia.

La lógica india es simple: no puede superar en votos al P5 (EE. UU., China, Rusia, Francia, Reino Unido) en una sola sala. Pero sí puede acumular suficientes fichas en múltiples espacios —clima, comercio, tecnología, desarrollo— para presionar al sistema desde abajo. Eso, en sí mismo, ya es una forma de reforma.

EFE/Andre Borges

La cuestión China: habilidades, no acero

Ninguna gira de Modi estaría completa sin el contraste implícito con Beijing.

Durante la última década, los bancos estatales chinos han prestado más de 150.000 millones de dólares a gobiernos latinoamericanos, financiando ferrocarriles, puertos y mega-represas. En comparación, el Banco Exim de India ha desembolsado poco más de 1.000 millones en el mismo período. Pero las autoridades indias argumentan que esta diferencia no es una desventaja, sino una distinción estratégica.

“No endeudamos a nuestros socios”, dijo el Secretario de Relaciones Exteriores Vinay Kwatra a periodistas indios a bordo del avión de Modi. “Ofrecemos capacidad, no control”.

Los ejemplos del viaje respaldan esa afirmación. En Guyana, agrónomos indios lanzaron un programa piloto de cultivos de legumbres resistentes a la sequía, destinado a ayudar a los pequeños agricultores a adaptarse al cambio climático. En Kenia, India donó un nodo de supercomputación al centro de investigación en IA de Nairobi, junto con becas para estudiar en el IIT-Madras.

Andrés Serbin, analista de política latinoamericana con sede en Buenos Aires, señala que este modelo de poder blando atrae a gobiernos bajo presión fiscal. “Los ministerios están cansados de los mega-préstamos con condiciones. Pero formar programadores, construir infraestructura digital… eso es más fácil de defender políticamente”.

La matemática es pragmática. India no necesita gastar más que China. Solo necesita convertirse en el socio predeterminado en lugares donde la alternativa es la dependencia de deuda.

Y si India puede cablear el sistema financiero del Caribe, digitalizar los laboratorios de IA en África y extraer litio en América Latina con menos condiciones políticas, entonces construye algo más sutil que deudas o tratados: confianza.

La ejecución, por supuesto, lo es todo. India aún enfrenta desafíos: el litio de Catamarca debe refinarse y entregarse; los servidores de UPI en Puerto España deben resistir ciberataques; y la estabilidad interna de India debe mantenerse firme para no socavar su narrativa de poder blando en el exterior.

Pero el momento parece auténtico. No se trata solo de otra gira con titulares o de un punto más en la agenda de los BRICS. Es un cambio en la forma en que el Sur Global se habla a sí mismo y en los futuros que comienza a imaginar.

Frente a la Casa Rosada en Buenos Aires, mientras pasaba la caravana de Modi, un cartel llamó la atención: “Un nuevo sur, una misma fuerza”. Aspiracional, sí. Pero esta vez respaldado por firmas, código y contratos, no solo eslóganes.

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Créditos: Reportaje basado en entrevistas de EFE con María Florencia Heredia (Universidad de Buenos Aires), Jayanth Krishnamurthy (Instituto Indio de Tecnología de la Información), Oliver Stuenkel (Fundação Getulio Vargas), Arjun Bhatia (Universidad de Princeton), Gaurav Sharma (King’s College London) y Andrés Serbin (Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales). Datos de inversión provenientes de la Secretaría de Minería de Catamarca, el Ministerio de Asuntos Exteriores de India y estudios del Banco Interamericano de Desarrollo.

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