El maíz antiguo en Brasil desafía la teoría sobre los orígenes de la domesticación
Investigadores brasileños han descubierto evidencias de muestras de maíz parcialmente domesticado en el Valle del Peruaçu, lo que podría señalar a Sudamérica como un centro secundario de domesticación del maíz. Estos hallazgos podrían cambiar la comprensión de la historia antigua de este cultivo vital y su importancia global.
Un descubrimiento revolucionario en el Valle del Peruaçu
En el corazón del Valle del Peruaçu, arqueólogos y científicos han desenterrado muestras de maíz que desafían la creencia de que la domesticación del maíz se completó únicamente en México. Estos restos de maíz semi-domesticado, que incluyen mazorcas, granos y paja, fueron analizados y fechados entre hace 1,010 y 500 años, antes de la colonización europea de Sudamérica.
El estudio, publicado en Science Advances por un equipo de la Universidad de São Paulo (USP) y EMBRAPA (Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria), reexaminó muestras excavadas inicialmente en 1994. Estos especímenes, encontrados en cuevas decoradas con pinturas rupestres antiguas, representan la expansión documentada más lejana de maíz con características primitivas desde su origen en México, a unos 7,150 km de distancia.
“Esta investigación destaca el papel crítico de las comunidades indígenas en el pasado al moldear las variedades de maíz en Sudamérica mediante la selección cuidadosa y el manejo de rasgos”, señaló Fábio de Oliveira Freitas, investigador de EMBRAPA y coautor del estudio.
El camino del maíz a través de las Américas
El maíz, o Zea mays, se originó hace 9,000 años en México, evolucionando a partir de una hierba silvestre llamada teosinte. A lo largo de milenios, se expandió por las Américas, adaptándose a diversos entornos y sometiéndose a una mayor domesticación.
En el Valle del Peruaçu, las muestras semi-domesticadas mostraron características que conectan el teosinte silvestre con el maíz completamente domesticado. Un indicador clave fue el número de filas de granos por mazorca. Mientras el maíz moderno puede tener hasta 26 filas, las muestras del Peruaçu presentaron solo de cuatro a seis filas, asemejándose a su forma ancestral.
“Estas características confirman que el proceso de domesticación estaba incompleto, pero avanzado”, afirmó Flaviane Malaquias Costa, autora principal del estudio e investigadora de la USP. “Nuestros hallazgos sugieren que las comunidades indígenas de Sudamérica desempeñaron un papel significativo en la finalización de la domesticación del maíz, seleccionando rasgos que se adaptaron bien a las condiciones locales”.
Las muestras también fueron genéticamente vinculadas a la raza Entrelaçado, una variedad de maíz encontrada en los estados brasileños de Rondônia y Acre, e incluso en Uruguay. Este vínculo apoya la idea de que las poblaciones sudamericanas contribuyeron a modificar los genes del maíz, que llegó desde México hace aproximadamente 6,000 años. Esto indica una historia compleja e interconectada de la domesticación del maíz en la región.
Importancia cultural y arqueológica
Las cuevas del Valle del Peruaçu ofrecen una rara oportunidad de entender la vida de las antiguas poblaciones indígenas. Las pinturas rupestres que muestran maíz y otros cultivos reflejan el conocimiento que estas personas tenían sobre la agricultura y su importancia. Es probable que estas comunidades hayan comprendido muy bien estas prácticas. El maíz encontrado en cestas escondidas en cuevas podría haber sido ofrendas para los fallecidos, lo que subraya su valor cultural y espiritual.
La evidencia arqueológica indica que humanos habitaron el valle entre hace 10,000 y 9,000 años. El maíz apareció en esta región hace aproximadamente 1,500 años, lo que resalta las habilidades agrícolas de estas comunidades. Aprendieron a cultivar maíz con gran ingenio.
“Esto no trata solo de la domesticación de plantas, sino de entender la relación entre las personas y su entorno”, señaló Elizabeth Ann Veasey, coautora y profesora en la USP. “Los pueblos indígenas no fueron simples usuarios pasivos del maíz; moldearon activamente su evolución, y sus descendientes continúan haciéndolo hoy en día”.
Implicaciones para la agricultura global y la geopolítica
El descubrimiento de maíz parcialmente domesticado en el Valle del Peruaçu tiene implicaciones importantes para la agricultura global y la geopolítica. Si los investigadores confirman a Sudamérica como otro centro de domesticación del maíz, Brasil podría ganar reconocimiento como un protector esencial de la historia genética del maíz, lo que impactaría las reglas globales y las prácticas agrícolas.
Freitas explicó: “Esto cambiaría el estatus del maíz en los acuerdos globales”. El maíz dejaría de considerarse un cultivo exótico para ser reconocido como uno que requiere protección en sus regiones nativas, lo que podría influir en los derechos de propiedad y las estrategias de conservación. Es urgente proteger y preservar la diversidad genética del maíz como una prioridad para quienes trabajan en agricultura y conservación.
El estudio resalta el valor de los métodos agrícolas tradicionales. Los grupos indígenas continúan cultivando y desarrollando maíz, preservando variedades con un gran potencial para la agricultura actual. Estas variedades tradicionales podrían ofrecer soluciones clave para los desafíos modernos.
Costa afirmó: “Estamos conectando el pasado con el presente”. Los investigadores vinculan los restos antiguos con las variedades de maíz actuales. El equipo de investigación ahora colabora con socios internacionales para realizar análisis arqueogenéticos y secuenciar el genoma completo de las muestras de maíz del Peruaçu, con el objetivo de mapear con precisión su árbol evolutivo. Esta investigación en curso proporcionará más conocimientos sobre la historia y evolución del maíz, así como sus implicaciones para la agricultura y conservación modernas.
Reescribiendo la historia del maíz
Los descubrimientos en el Valle del Peruaçu cuestionan la narrativa tradicional sobre cómo se domesticó el maíz. Estos hallazgos resaltan el papel crucial de los pueblos indígenas de Sudamérica en el desarrollo de este cultivo esencial.
El estudio del maíz revela más que pistas genéticas; cuenta historias de creatividad y persistencia humanas. Esta investigación muestra cómo se entrelazan la agricultura, la cultura y la ciencia, transformando nuestra comprensión de los alimentos en el pasado y el futuro.
Arqueólogos, genetistas y comunidades indígenas trabajan juntos. Sus esfuerzos destacan la importancia perdurable del maíz tanto en épocas antiguas como en la actualidad. El legado del maíz sigue creciendo y evolucionando.
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El maíz semi-domesticado del Valle del Peruaçu en Brasil ofrece una nueva perspectiva sobre su historia. La ciencia explora esta compleja trayectoria y demuestra el impacto profundo del conocimiento indígena. Esta influencia conecta diferentes lugares y épocas a través de un legado agrícola de gran importancia. La relevancia de esta conexión es inmensa.