El oasis desértico de México donde humedales de alta tecnología reavivan las ecologías

En la abrasadora ciudad desértica de Mexicali, un ambicioso humedal artificial llamado Las Arenitas transforma aguas residuales municipales en un recurso vital. Al purificar escorrentía urbana y reabastecer ecosistemas frágiles, este refugio de alta tecnología ofrece una nueva esperanza para el uso sostenible del agua en el norte de México.
Reimaginando las aguas residuales a través de la innovación
La reserva de Las Arenitas muestra cómo la creatividad humana prospera a pesar de los recursos limitados, ubicada al sur de Mexicali. Este humedal artificial se extiende por largas franjas de tierra bañadas por el sol, donde procesa las aguas residuales de la región, sirviendo como recurso vital en una zona que experimenta calor extremo en verano, alcanzando hasta 50 °C.
“Aquí hemos construido, en esencia, un ‘riñón’ para el desierto”, dijo Edith Santiago, subdirectora del programa del Delta del Río Colorado en Mexicali, en una entrevista con Wired. “Al encauzar las aguas residuales a través de una serie de estanques diseñados cuidadosamente y zonas de filtración con plantas, logramos eliminar contaminantes y acercar el agua a un estado utilizable”.
En el corazón de este sistema hay una compleja disposición de unidades de aireación, estanques de sedimentación y vegetación acuática —herramientas que colectivamente descomponen contaminantes y devuelven agua limpia al ciclo. Antes de llegar al humedal, el efluente municipal de Mexicali se trata en una instalación llamada Planta de Tratamiento Las Arenitas. Luego de un filtrado preliminar para remover sólidos y desechos flotantes, lagunas aireadas usan oxígeno para fomentar el crecimiento de bacterias que ayudan a degradar materia orgánica.
Las aguas luego fluyen a las llamadas lagunas “facultativas”, que combinan zonas ricas en oxígeno con capas privadas de oxígeno, permitiendo que distintos microorganismos digieran diversos contaminantes por turnos. Finalmente, el agua pasa a estanques de pulido con carrizos y otras plantas nativas que filtran partículas restantes, metales pesados y nutrientes en exceso. “Este sistema de múltiples etapas permite que la naturaleza haga lo que mejor sabe hacer: reciclar”, señaló Santiago.
Triunfos tecnológicos en una frontera árida
Según Wired, el rendimiento inicial de la Planta de Tratamiento Las Arenitas no cumplió con las expectativas tras su inauguración en 2007. Equipos obsoletos y una capacidad sobrepasada a menudo producían resultados inconsistentes. Con Mexicali generando más de 80 millones de metros cúbicos de aguas residuales cada año, la planta a veces excedía su límite de diseño de 840 litros por segundo, llegando incluso a más de 1,000 litros por segundo.
Partes interesadas locales e internacionales colaboraron para modernizar la planta y desarrollar el humedal artificial adyacente como una etapa adicional de “pulido” del agua. “Para cuando el agua termina su recorrido por Las Arenitas, está mucho más limpia”, dijo Santiago. “Pero la planta ha estado funcionando por encima de su capacidad desde 2013, así que necesitamos más mejoras. Avances como la tecnología de lodos activados podrían optimizar el tratamiento y usar menos terreno”.
Los sistemas de lodos activados utilizan tanques mezclados continuamente donde microorganismos en un “lodo” suspendido descomponen contaminantes de manera más eficiente que en lagunas abiertas. Este método requiere aireación más avanzada, pero puede reducir el espacio necesario, facilitando el procesamiento de grandes volúmenes en ciudades como Mexicali, donde la tierra es limitada y los recursos escasos.
A pesar de estas limitaciones, el diseño actual del humedal ya tiene un gran impacto ambiental. Aproximadamente el 50 % del agua tratada de Las Arenitas se desvía al Río Hardy, una vía histórica que desemboca en el Delta del Río Colorado. La otra mitad se destina a riego agrícola, reduciendo así la dependencia de acuíferos finitos. “Hemos creado una línea de vida para los hábitats ribereños”, dijo Santiago a Wired.
Devolviendo la vida al Delta del Colorado
Antes de la construcción de grandes represas y desvíos de agua, el Delta del Río Colorado formaba uno de los humedales más extensos y diversos de América del Norte, abarcando más de 400,000 hectáreas en Baja California y Sonora antes de llegar al Golfo de California. Hoy en día, la sequía, el cambio climático y la extracción incesante amenazan su existencia, quedando sólo cerca del 15 % de los humedales originales.
Las Arenitas ofrece una visión de lo que la restauración dirigida puede lograr. “Medimos apenas ocho especies de aves y menos de 100 aves en total cuando hicimos nuestro primer censo en 2009”, explicó Santiago. “Seis años después, observamos 160 especies y contamos más de 18,000 aves”.
Desde rallus yumanensis hasta halcones peregrinos, el retorno de aves nativas y migratorias subraya el papel del humedal como una escala importante en la ruta migratoria del Pacífico. Los carrizos y pastos también ayudan a estabilizar las riberas y recargar naturalmente los acuíferos poco profundos, mejorando aún más la disponibilidad de agua en zonas aledañas. “Con cada planta que introducimos y cada ave que llega, vemos el diseño natural de la resiliencia”, agregó.
Según una evaluación ecológica publicada en 2023, Las Arenitas brinda servicios valiosos más allá de la filtración de agua. Al moderar las temperaturas locales, capturar carbono y ofrecer oportunidades educativas, se ha convertido en un modelo regional de uso multifuncional del suelo. Incluso comunidades locales —como el grupo indígena Cucapá— se benefician de un Río Hardy más limpio, lo que impulsa la pesca de subsistencia y las tradiciones culturales ligadas al agua.
Hacia un futuro sostenible
La historia de Las Arenitas aún no está completa, a pesar de sus logros. La región enfrenta dos dificultades persistentes: asegurar fondos para mejoras de infraestructura y convencer a los habitantes urbanos de reducir su consumo de agua. Santiago señaló que necesitamos dejar de consumir agua a un ritmo mayor del que se puede reponer naturalmente. El mejoramiento del tratamiento de aguas residuales ayuda, pero son necesarias prácticas fundamentales de conservación del agua.
La ciudad de Mexicali depende en gran medida tanto del Río Colorado —que ya tiene dificultades para satisfacer la demanda— como de sus propios acuíferos subterráneos. Los niveles permitidos de extracción superan la capacidad natural de renovación. Los expertos advierten que surgirán graves escaseces si continúan las tendencias actuales bajo la presión del cambio climático y la creciente demanda. Aun con procesos avanzados de monitoreo, existe una falta significativa de datos sobre la calidad del agua y la salud de los humedales debido a sus altos costos.
Caminar por la nueva torre de observación que domina los humedales genera un espíritu optimista. El desierto alberga numerosas pozas iridiscentes que sustentan aves y organismos acuáticos diversos. El aire, aunque con un leve olor a azufre por los respiraderos geotérmicos cercanos, también transmite una sensación de renovación. “Es un oasis”, concluyó Santiago en su entrevista con Wired. “Un lugar donde hemos aprendido a cooperar con los procesos naturales, incluso en una de las regiones más calientes y secas del mundo”.
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Las Arenitas pasó de ser un proyecto desconocido de aguas residuales a convertirse en un modelo ejemplar de sinergia ecológica y tecnológica. Combinar avances de ingeniería con métodos naturales de filtración demuestra que la planificación comprometida, el apoyo financiero y las alianzas constantes pueden producir resultados significativos en cualquier entorno severo. Este oasis desértico muestra cómo México y el mundo pueden restaurar ecosistemas y proteger el agua mediante ejemplos prácticos.