La batalla de América Latina contra la creciente obesidad infantil y el consumo de bebidas azucaradas
El consumo de bebidas azucaradas entre los niños ha aumentado en América Latina en las últimas décadas, en paralelo con un preocupante aumento de las tasas de obesidad infantil. Un nuevo estudio mundial arroja luz sobre estas tendencias e insta a la región a tomar medidas decisivas para proteger a las generaciones futuras.
En las últimas tres décadas, el consumo mundial de bebidas azucaradas se ha disparado, en particular entre los niños. Esta tendencia es alarmante en América Latina, donde los niveles de consumo han alcanzado algunos de los más altos del mundo. La correlación entre este aumento y las crecientes tasas de obesidad infantil no puede ignorarse. Según un estudio exhaustivo publicado en The BMJ, los niños de todo el mundo están consumiendo más bebidas azucaradas que nunca, con un marcado aumento en América Latina, lo que conduce a una crisis de salud pública que exige atención urgente.
El estudio, realizado por un equipo internacional de investigadores de Estados Unidos, Grecia, Canadá y México, analizó datos de 185 países a lo largo de 30 años. El estudio reveló que en 2018, los niños consumieron un promedio de 3,6 porciones de bebidas azucaradas por semana, un aumento del 22,9 por ciento con respecto a 1990. Este aumento en el consumo de bebidas azucaradas entre los niños ha sido mucho más pronunciado que entre los adultos, lo que indica un importante problema de salud pública.
Dariush Mozaffarian, autor principal del estudio y director del Food is Medicine Institute de la Universidad de Tufts, enfatizó la gravedad de los hallazgos: “Nuestros hallazgos deberían hacer sonar las alarmas en casi todos los países del mundo”. El estudio destacó que el aumento en el consumo de bebidas azucaradas ha ido de la mano de un marcado aumento en las tasas de obesidad infantil, que ahora afectan aproximadamente a 160 millones de niños y adolescentes en todo el mundo.
La lucha de América Latina
Con su rico patrimonio cultural y sus diversas tradiciones alimentarias, América Latina se ha convertido en un campo de batalla en la lucha contra la obesidad infantil. La región ha sido testigo de algunos de los niveles más altos de consumo de bebidas azucaradas a nivel mundial, con un promedio de 9,1 porciones por semana por niño en 2018. Esto es significativamente más alto que en otras partes del mundo, y las consecuencias son evidentes en las crecientes tasas de obesidad entre los jóvenes de la región.
Curiosamente, el estudio señaló que, si bien el consumo de bebidas azucaradas en América Latina y el Caribe fue ligeramente menor en 2018 que en 1990, la tendencia general ha estado lejos de ser constante. En la década de 1990 y principios de la década de 2000 se produjo una disminución del consumo, probablemente debido a los desafíos económicos y al surgimiento de campañas de salud que promovían mejores hábitos alimentarios. Sin embargo, el aumento más reciente en el consumo de bebidas azucaradas puede atribuirse al crecimiento económico de la región, la comercialización agresiva de las corporaciones multinacionales y los esfuerzos regulatorios inconsistentes para frenar el consumo de estas bebidas.
“La influencia de las corporaciones multinacionales responsables de los alimentos ultraprocesados, las estrategias de marketing dirigidas a los jóvenes y la falta (o la mala) de medidas regulatorias para limitar el consumo de bebidas azucaradas también se han observado de manera consistente en América Latina y otras regiones con economías en mejora”, señalaron los investigadores. Esto subraya la compleja interacción entre el desarrollo económico, la influencia corporativa y la salud pública, lo que dificulta la implementación de intervenciones efectivas.
El papel de las corporaciones multinacionales
A medida que las economías de América Latina han crecido, también lo ha hecho el poder y el alcance de las corporaciones multinacionales de alimentos y bebidas. Estas empresas han capitalizado la creciente clase media de la región, que tiene más ingresos disponibles y se siente cada vez más atraída por dietas de estilo occidental que incluyen bebidas azucaradas. Las agresivas tácticas de marketing que emplean estas corporaciones, en particular hacia los niños, han hecho que las bebidas azucaradas sean un alimento básico en muchos hogares de la región.
Uno de los desafíos más importantes para combatir el aumento del consumo de bebidas azucaradas en América Latina es la falta de regulaciones estrictas sobre la publicidad y la disponibilidad de estos productos. Aunque algunos países han introducido impuestos a las bebidas azucaradas y han implementado normas de etiquetado, estas medidas suelen encontrarse con una fuerte oposición de la industria de las bebidas. Los esfuerzos de cabildeo de la industria han sido eficaces para retrasar o diluir dichas políticas, dejando a muchos niños vulnerables a los efectos adversos para la salud del consumo excesivo de azúcar.
El estudio también destacó que en muchos países de bajos ingresos, incluida América Latina, las bebidas azucaradas suelen percibirse como un símbolo de estatus, un indicador de opulencia y modernidad. Esta percepción es poderosa en las zonas urbanas, donde las familias de ingresos más altos tienen más probabilidades de comprar estas bebidas. En cambio, en los países de altos ingresos, las bebidas azucaradas se consideran cada vez más poco saludables, lo que lleva a una disminución del consumo entre las poblaciones más adineradas.
“Es una cuestión de asequibilidad”, explicó el Dr. Berthold Koletzko, profesor de pediatría de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich y presidente de la Academia Europea de Pediatría. Señaló que en muchas regiones de bajos ingresos, las bebidas azucaradas son más accesibles y asequibles que las alternativas más saludables, lo que las convierte en una opción atractiva para las familias.
México: el epicentro de la epidemia de bebidas azucaradas
Entre los 185 países analizados en el estudio, México surgió como un caso particularmente preocupante. En 2018, los niños mexicanos consumieron un promedio de 10,1 porciones de bebidas azucaradas por semana, la tasa más alta entre los 25 países más poblados por niños. Esta asombrosa estadística resalta la necesidad urgente de intervención en un país donde las bebidas azucaradas se han arraigado profundamente en la dieta nacional.
El alto consumo de bebidas azucaradas en México no es un fenómeno nuevo. El país ha sido durante mucho tiempo uno de los mayores consumidores de bebidas azucaradas del mundo, y marcas como Coca-Cola se han convertido casi en sinónimo de la vida cotidiana. Las consecuencias para la salud de esta adicción son graves: México tiene algunas de las tasas más altas de obesidad y diabetes tipo 2 del mundo, y estos problemas afectan cada vez más a los niños.
El gobierno mexicano ha tomado medidas para abordar el problema, incluida la introducción de un impuesto a las bebidas azucaradas en 2014 y etiquetas de advertencia en alimentos y bebidas no saludables. Estas medidas han tenido cierto éxito en la reducción del consumo, en particular entre las poblaciones de bajos ingresos. Sin embargo, el impacto general ha sido limitado y el país sigue lidiando con la crisis de salud pública alimentada por las bebidas azucaradas.
“Las ingestas y las tendencias que estamos observando plantean una amenaza importante para la salud pública, que podemos y debemos abordar para el futuro de una población más saludable”, dijo Laura Lara-Castor, primera autora del estudio e investigadora postdoctoral en la Universidad de Washington. La situación en México subraya la necesidad de esfuerzos sostenidos y políticas más sólidas para reducir el consumo de bebidas azucaradas y promover alternativas más saludables.
Intervenciones de políticas y concienciación pública
Los hallazgos del estudio destacan la necesidad crítica de educación dirigida e intervenciones de políticas para frenar el creciente consumo de bebidas azucaradas entre los niños, en particular en América Latina. Los expertos coinciden en que se requiere un enfoque multifacético para abordar el problema de manera eficaz. Esto incluye la implementación de impuestos sobre las bebidas azucaradas, la regulación de la publicidad y el etiquetado, y la promoción de hábitos alimentarios más saludables a través de campañas de educación pública.
Una de las estrategias más eficaces identificadas en el estudio es la imposición de impuestos a las bebidas azucaradas. La evidencia de países como México sugiere que estos impuestos pueden reducir significativamente el consumo, en particular entre los hogares de bajos ingresos. Sin embargo, para maximizar el impacto de estos impuestos, deben complementarse con otras medidas, como subsidios para alternativas más saludables e inversiones en educación de salud pública.
Otra área crítica de intervención es la regulación de las prácticas de marketing dirigidas a los niños. En muchos países latinoamericanos, los niños son bombardeados con anuncios de bebidas azucaradas en la televisión y en línea. Estos anuncios a menudo presentan personajes de dibujos animados populares o celebridades del deporte, lo que los hace particularmente atractivos para el público joven. Los gobiernos deben aplicar regulaciones más estrictas sobre cómo se anuncian y venden las bebidas azucaradas para proteger a los niños de estas tácticas de marketing.
Las escuelas también desempeñan un papel crucial en la formación de los hábitos alimentarios de los niños. Al limitar la disponibilidad de bebidas azucaradas en las escuelas y brindar opciones más saludables, los educadores pueden ayudar a inculcar mejores hábitos alimentarios desde una edad temprana. Además, los programas escolares que enseñan a los niños sobre los peligros del consumo excesivo de azúcar y los beneficios de una dieta equilibrada pueden ayudarlos a tomar decisiones más saludables.
Por último, las campañas de concienciación pública son esenciales para cambiar las actitudes sociales hacia las bebidas azucaradas. En muchos países latinoamericanos, las bebidas azucaradas todavía se consideran parte habitual de la vida diaria y los riesgos para la salud asociados con su consumo no se comprenden ampliamente. Los gobiernos y las organizaciones de salud pública pueden ayudar a cambiar las percepciones públicas y reducir la demanda de estos productos nocivos creando conciencia sobre los peligros de las bebidas azucaradas y promoviendo alternativas más saludables.
Los hallazgos del estudio pintan un panorama desolador del impacto del consumo de bebidas azucaradas en la salud infantil en América Latina. Mientras la región continúa lidiando con el aumento de las tasas de obesidad y los riesgos para la salud asociados, está claro que se necesitan medidas urgentes para revertir estas tendencias. Los responsables de las políticas, los profesionales de la salud y el público deben unirse para implementar estrategias efectivas que protejan la salud de las generaciones futuras.
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El desafío es significativo, pero no insuperable. Si se toman medidas audaces para reducir el consumo de bebidas azucaradas y promover estilos de vida más saludables, América Latina puede cambiar el rumbo de la epidemia de obesidad infantil. Hay mucho en juego, pero las posibles recompensas (una población más saludable y más dinámica) bien valen el esfuerzo.