CIENCIA Y TECNOLOGÍA

La dependencia de los hispanohablantes de las redes sociales para obtener noticias alimenta la desinformación

Casi la mitad de los hablantes nativos de español en los EE. UU. que usan el idioma a diario tienen más probabilidades de sufrir los efectos adversos de la desinformación en línea.

En un panorama digital en rápida evolución, la desinformación se ha convertido en una amenaza importante y urgente, especialmente para las poblaciones vulnerables. Un estudio reciente de Free Press destaca que casi la mitad de los hispanohablantes nativos en los Estados Unidos que usan español a diario son más susceptibles a los impactos negativos de la desinformación en línea. Esta revelación subraya la necesidad apremiante de intervenciones específicas para proteger a esta comunidad de la desinformación.

El estudio, publicado en medio de un año electoral crucial, encontró que el 47% de los encuestados de habla hispana encuentran con frecuencia desinformación. En comparación con otros grupos de adultos en los EE. UU., los hispanohablantes pasan más tiempo en línea y menos tiempo viendo la televisión tradicional. Este cambio en los patrones de consumo de medios los hace más vulnerables a información engañosa en las redes sociales y plataformas digitales.

Los hispanohablantes utilizan principalmente las redes sociales para mantenerse informados, siendo YouTube (71%) y Facebook (70%) las plataformas más populares, seguidas de Instagram (57%) y TikTok (56%). A pesar de su prevalencia, estas plataformas también están plagadas de desinformación, lo que dificulta a los usuarios discernir información creíble.

El papel de las redes sociales en el consumo de noticias

Los hallazgos del estudio indican una gran dependencia de las redes sociales para obtener noticias entre los hispanohablantes, lo que exacerba su exposición a la desinformación. Si bien son populares, plataformas como YouTube y Facebook a menudo carecen de mecanismos estrictos de verificación de datos, lo que permite que proliferen narrativas falsas. Este problema se ve agravado aún más por el hecho de que una porción significativa de esta población depende de amigos y familiares para verificar la información en lugar de consultar fuentes de noticias independientes, lo que resalta la gravedad de la situación.

Además, el 77% de los encuestados informó que utiliza Google u otros motores de búsqueda diariamente para verificar información, una tasa similar a la de los no hispanohablantes (71%). Sin embargo, la capacidad de navegar y verificar información de manera efectiva en estas plataformas varía, a menudo influenciada por los niveles de alfabetización digital y el acceso a fuentes confiables.

En el contexto latinoamericano, la dependencia de las redes sociales para obtener noticias es un arma de doble filo. Si bien estas plataformas brindan información accesible, también sirven como conductos para la desinformación. En países donde la libertad de prensa puede ser limitada, las redes sociales a menudo llenan el vacío que dejan los medios tradicionales, pero con la salvedad de una mayor susceptibilidad a la desinformación. Este contexto es particularmente relevante para la audiencia del Latin American Post, ya que brinda una perspectiva más amplia sobre el tema.

Desafíos en el compromiso político

Uno de los aspectos más alarmantes del estudio es la evidente brecha en la información política entre los hispanohablantes. A medida que se acercan las elecciones de noviembre, el 52% de los encuestados se siente desinformado sobre las elecciones al Congreso de Estados Unidos y el 57% necesita más información para tomar decisiones informadas sobre los legisladores estatales. Esta brecha de conocimiento se extiende a las elecciones locales, donde muchos sienten que necesitan acceso a fuentes independientes para tomar decisiones electorales informadas.

Jessica González, copresidenta de Free Press, enfatizó la gravedad de estos hallazgos y señaló que los hispanohablantes son más vulnerables a la desinformación que otras poblaciones. Pidió medidas urgentes por parte de las empresas de redes sociales, organizaciones de noticias y gobiernos para garantizar que las poblaciones de habla hispana tengan acceso a información confiable. Este énfasis en el papel de estas entidades se alinea con el objetivo del artículo de impulsar la acción.

Barreras económicas y acceso digital

El estudio también destacó los desafíos económicos que enfrentan los hispanohablantes para mantener el acceso a Internet. Los encuestados indicaron una mayor probabilidad de cancelar el servicio de Internet residencial si los precios aumentaran $20 mensuales. Esta tensión financiera se produce a raíz del fracaso del Congreso de Estados Unidos a la hora de ampliar el Programa de Conectividad Asequible, que había proporcionado subsidios de acceso a banda ancha a más de 23 millones de hogares antes de su vencimiento en junio. Este énfasis en los desafíos económicos aumenta la amplitud del artículo.

Jessica González señaló que este desafío es particularmente apremiante ya que los hispanohablantes dependen cada vez más del acceso a Internet para obtener noticias e información. Abogó por la continuación del programa de subsidio de banda ancha para evitar una mayor privación de derechos de las comunidades de habla hispana.

Con aproximadamente 42 millones de personas en los EE. UU. que hablan principalmente español, el estudio subraya la necesidad crítica de abordar estos problemas. “Es completamente inaceptable que los líderes empresariales y gubernamentales excluyan a más de una de cada diez personas de nuestra democracia”, afirmó González.

Cerrando la brecha de información

Es necesario un enfoque multifacético para cerrar la brecha de información. Las empresas de redes sociales deben implementar políticas más sólidas de verificación de datos y moderación de contenido para frenar la propagación de la desinformación. Además, las organizaciones de noticias deben esforzarse por brindar una cobertura noticiosa más completa y accesible en español, asegurando que las comunidades de habla hispana estén bien informadas y subrayando la importancia de este tema.

Las iniciativas educativas para mejorar la alfabetización digital entre los hispanohablantes pueden capacitar a las personas para evaluar críticamente la información que encuentran en línea. Estos programas deberían centrarse en enseñar habilidades para identificar fuentes creíbles, comprender las motivaciones detrás de la desinformación y utilizar eficazmente herramientas de verificación de hechos.

Además, la participación de la comunidad es crucial. Las organizaciones locales y los grupos de defensa pueden desempeñar un papel fundamental en la difusión de información precisa y contrarrestar las narrativas falsas. Al aprovechar las redes comunitarias confiables, estos grupos pueden ayudar a mitigar el impacto de la desinformación y promover la participación cívica informada.

Recomendaciones de política

Las conclusiones del estudio de Free Press exigen varias recomendaciones de políticas. En primer lugar, ampliar el Programa de Conectividad Asequible es esencial para garantizar el acceso continuo a Internet para las poblaciones económicamente desfavorecidas. Con este subsidio, muchos hispanohablantes pueden conservar su principal medio de acceso a noticias e información.

En segundo lugar, los formuladores de políticas deberían considerar regulaciones que responsabilicen a las plataformas de redes sociales por la difusión de desinformación. Esto podría incluir mandatos de transparencia en las prácticas de moderación de contenido, sanciones por no abordar la información falsa e incentivos para las plataformas que mitiguen con éxito la desinformación.

Por último, la inversión en medios públicos y periodismo independiente es fundamental. Al apoyar a las organizaciones de noticias que brindan una cobertura imparcial y completa en español, los gobiernos pueden ayudar a garantizar que las comunidades de habla hispana tengan acceso a la información que necesitan para tomar decisiones informadas.

La batalla contra la desinformación es compleja y multifacética, particularmente para las comunidades de habla hispana en Estados Unidos. Los hallazgos recientes de Free Press resaltan la necesidad urgente de intervenciones específicas para proteger a estas poblaciones vulnerables. Al abordar los desafíos económicos, educativos y regulatorios identificados en el estudio, podemos tomar medidas significativas para garantizar que los hispanohablantes conozcan la situación.

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Garantizar que todas las comunidades tengan acceso a información confiable no es sólo una cuestión de justicia sino un requisito fundamental para una democracia saludable. A medida que avanzamos, debemos priorizar las necesidades de las poblaciones de habla hispana y trabajar colectivamente para combatir la amenaza generalizada de la desinformación. Sólo entonces podremos esperar construir una sociedad más informada y equitativa.

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