La iniciativa Bosque Vivo de Ecuador: un enfoque revolucionario para la acción climática
En la selva amazónica de Ecuador, la iniciativa “Kawsak Sacha” o “Bosque Vivo” de la comunidad indígena Sarayaku redefine la conservación. Científicos de todo el mundo se reunieron para explorar este modelo innovador, que ofrece nuevas soluciones a la crisis climática global.
Adoptar la sabiduría indígena en la conservación moderna
En lo profundo de la Amazonía ecuatoriana, un movimiento inspirador está atrayendo la atención mundial. “Kawsak Sacha”, que significa “Bosque Vivo” en kichwa, es una iniciativa audaz de la comunidad indígena Sarayaku. A diferencia de los esfuerzos de conservación tradicionales, que a menudo aíslan especies o ecosistemas específicos, este enfoque ve el bosque como una vasta red interconectada de vida. Cada ser, ya sea visible, como animales y plantas, o invisible, como espíritus o microorganismos, juega un papel esencial en el mantenimiento del equilibrio del ecosistema.
Los Sarayaku creen que todos los elementos del bosque son parte de una entidad viva que debe ser respetada y protegida. Esta visión del mundo contrasta con el enfoque científico occidental, a menudo compartimentado, de la conservación, que se centra en la protección de especies o hábitats individuales sin tener en cuenta su relación con el ecosistema más amplio. Para los Sarayaku, no existe separación entre el mundo natural y el reino espiritual, y redes intrincadas conectan a todos los seres.
Este año, un equipo de más de 50 científicos, abogados, artistas y periodistas de 12 países, incluidos Argentina, Brasil, Estados Unidos y Japón, viajó a Sarayaku para aprender de la comunidad y su filosofía del “Bosque Vivo”. El objetivo era profundizar su comprensión de este complejo ecosistema y explorar cómo el conocimiento indígena podría informar y mejorar los esfuerzos globales para combatir el cambio climático.
Carlos Andrés Baquero, director de investigación del Programa Terra de la Universidad de Nueva York, calificó a “Kawsak Sacha” como “la iniciativa más avanzada” para comprender cómo se interrelacionan todos los seres de la Amazonía. Señaló que, si bien la ciencia occidental tradicional a menudo se centra en especies individuales o ecosistemas aislados, el enfoque de Sarayaku ofrece una visión más holística de la naturaleza. Baquero lo describió como “una nueva forma de pensar sobre el medio ambiente” que podría ser transformadora para los esfuerzos de conservación globales.
La ciencia del “bosque viviente”
En el corazón de la visión de Sarayaku está la creencia de que el bosque es una entidad viva, que respira, en la que cada elemento, desde los árboles más altos hasta los hongos más pequeños, desempeña un papel vital en su supervivencia. Una de las revelaciones científicas fundamentales durante la expedición a Sarayaku fue el descubrimiento de la intrincada red de hongos que prosperan debajo del suelo del bosque. Estos diminutos organismos forman vastas redes subterráneas, que permiten que las plantas y los árboles se comuniquen y compartan nutrientes, creando una red viva que sustenta todo el ecosistema.
La ciencia occidental recién hace poco comenzó a comprender la importancia de estas redes de hongos, conocidas como redes micorrízicas, que son esenciales para la salud del bosque. Sin embargo, en Sarayaku, estas redes han sido reconocidas desde hace mucho tiempo como parte del espíritu vivo del bosque. La comprensión de Sarayaku del bosque va mucho más allá de lo visible, abarcando las relaciones entre todos los seres vivos, visibles e invisibles.
“La cosmovisión de Sarayaku nos ofrece una nueva forma de ver la naturaleza”, explicó Baquero. “Nos obliga a ir más allá de la idea de proteger una sola especie o una zona específica de tierra y a empezar a pensar en la conservación de una manera mucho más amplia e interconectada. Cada árbol, cada planta, cada animal e incluso los hongos que están bajo nuestros pies son parte de un sistema más grande que debemos proteger”.
Inspirada por la comprensión holística de Sarayaku de la Amazonia, la comunidad científica ahora está buscando nuevas formas de mapear y estudiar estas “redes invisibles”. Los investigadores esperan desarrollar estrategias innovadoras para preservar los ecosistemas más vulnerables del mundo combinando el conocimiento indígena con la tecnología moderna.
Proteger la Amazonía, proteger al mundo
La visión de Sarayaku de una “selva viva” llega en un momento crítico. La selva amazónica, a menudo llamada el “pulmón de la Tierra”, es crucial para regular el clima global. Sin embargo, la deforestación, las actividades industriales y el cambio climático amenazan su supervivencia. En los últimos años, ha habido un marcado aumento de incendios forestales, sequías y deforestación, todo lo cual ha devastado grandes áreas forestales.
El deterioro de la Amazonía tiene consecuencias nefastas para todo el planeta. A medida que la selva se reduce, su capacidad para absorber dióxido de carbono disminuye, lo que exacerba los efectos del calentamiento global. Proteger la Amazonía no es sólo una cuestión ambiental sino una prioridad internacional. Si no logramos proteger este ecosistema vital, las consecuencias se sentirán en todo el mundo.
La iniciativa “Kawsak Sacha” de Sarayaku ofrece una solución poderosa. Al considerar la selva como un ser vivo que debe ser respetado y cuidado, Sarayaku está dando un ejemplo para el mundo. Su enfoque enfatiza la necesidad de sostenibilidad a largo plazo y la importancia de mantener el delicado equilibrio de los ecosistemas.
En 2012, la Corte Interamericana de Derechos Humanos falló a favor de Sarayaku en un caso histórico contra el gobierno ecuatoriano. El tribunal ordenó al gobierno retirar los explosivos colocados en el territorio de Sarayaku por una empresa petrolera y consultar a la comunidad antes de que pudiera continuar cualquier proyecto futuro. Esta sentencia fue una victoria significativa para los derechos indígenas y la protección del medio ambiente, pero Sarayaku sigue luchando por la plena implementación de la decisión del tribunal.
Para Sarayaku, la lucha por proteger la Amazonía no se trata solo de defender su territorio, sino también de salvaguardar el futuro del planeta. “La Amazonía es el corazón de la Tierra”, dijo un líder de Sarayaku. “Si el corazón deja de latir, todo el mundo sufrirá”.
Un llamado global a la acción
A medida que la crisis climática empeora, existe un creciente reconocimiento de que el conocimiento indígena es esencial para abordar los desafíos ambientales más urgentes del mundo. Las comunidades indígenas como Sarayaku han sido guardianes de sus tierras durante milenios y su comprensión del mundo natural es invaluable. Sin embargo, sus voces a menudo son marginadas en los debates sobre el cambio climático global y la conservación.
La reciente expedición a Sarayaku fue un paso hacia el cambio. El evento destacó la importancia de la colaboración entre la ciencia occidental y el conocimiento indígena al reunir a científicos, académicos y líderes indígenas. También demostró que los esfuerzos de conservación liderados por indígenas, como “Kawsak Sacha”, ofrecen algunas de las soluciones más efectivas a la crisis climática.
En la próxima Semana del Clima en Nueva York, representantes de Sarayaku compartirán sus experiencias y conocimientos con la comunidad global. Este evento, organizado por el proyecto MOTH de la Universidad de Nueva York, brindará una plataforma para discutir la visión de Sarayaku del “Bosque Vivo” y cómo puede informar los esfuerzos de conservación globales.
Para Baquero y otros científicos que participaron en la expedición, las lecciones aprendidas en Sarayaku tienen el potencial de transformar la forma en que el mundo aborda la conservación. “Los Sarayaku nos están mostrando que debemos pensar en la naturaleza de una manera diferente”, dijo Baquero. “No podemos centrarnos solo en especies individuales o ecosistemas aislados. Necesitamos entender que todo está conectado y debemos proteger esas conexiones si queremos salvar el planeta”.
Una alianza entre ciencia y tradición
A medida que aumentan las temperaturas globales y los ecosistemas de todo el mundo se ven llevados al borde del abismo, la iniciativa “Bosque Vivo” de Sarayaku ofrece un faro de esperanza. Su enfoque de la conservación, arraigado en un profundo respeto por la interconexión de toda la vida, tiene el potencial de inspirar una nueva era de gestión ambiental.
La reciente reunión de científicos, investigadores y líderes indígenas en Sarayaku fue solo el comienzo. En los próximos años, habrá una colaboración continua entre científicos occidentales y comunidades indígenas, con el objetivo de desarrollar soluciones innovadoras para la crisis climática.
Ya se están planificando nuevos proyectos de investigación, incluidos estudios sobre la comunicación animal, la inteligencia de las plantas y el mapeo de redes invisibles dentro de los ecosistemas. Estos proyectos combinarán técnicas científicas de vanguardia con el conocimiento indígena, ofreciendo un enfoque más holístico a la conservación.
Baquero cree que la iniciativa “Bosque Vivo” de Sarayaku podría servir como modelo para otras comunidades indígenas y esfuerzos de conservación en todo el mundo. “Los Sarayaku están liderando el camino”, dijo. “Su comprensión del bosque como un ser vivo es algo de lo que el resto del mundo puede aprender. Si queremos proteger la Tierra, debemos comenzar a pensar como los Sarayaku”.
Una nueva visión para el futuro
Mientras el mundo enfrenta una crisis ambiental sin precedentes, el “Kawsak Sacha” de Sarayaku ofrece un replanteamiento radical de cómo interactuamos con la naturaleza. Al reconocer la interconexión de toda la vida y respetar las intrincadas redes que sustentan los ecosistemas, los Sarayaku están mostrando al mundo un camino a seguir.
Su mensaje es claro: la Tierra está viva y, si queremos protegerla, debemos aprender a verla como ellos la ven: un bosque vivo, donde cada ser juega un papel vital para mantener el equilibrio. La iniciativa “Bosque Vivo” no se trata solo de salvar la Amazonía, se trata de salvar el planeta.
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Para los científicos, investigadores y líderes indígenas que participaron en la expedición a Sarayaku, las lecciones aprendidas en el corazón de la Amazonía seguirán informando e inspirando su trabajo. Como dijo Baquero, “Los Sarayaku nos están enseñando cómo proteger la Tierra. Ahora nos toca a nosotros escuchar”.