CIENCIA Y TECNOLOGÍA

La revolución de las cafeterías en México: dentro de la app que está reescribiendo el almuerzo escolar

En las aulas de todo México, se está produciendo una transformación silenciosa: los niños comen menos dulces y más fruta, no gracias a un discurso nacional, sino porque una aplicación envió el menú a casa, señaló las alergias y facilitó la opción más saludable.

De la prohibición al plan de acción

La prohibición de marzo de 2025 contra los snacks ultraprocesados y las bebidas azucaradas en las escuelas mexicanas fue más que un titular regulatorio: fue una llamada de atención. Las cafeterías, durante mucho tiempo dominadas por refrescos, frituras y dulces, se vieron de repente obligadas a cambiar sus menús y demostrarlo. La regulación tenía dientes, pero poca fuerza. Ahí fue donde OrderEAT, una plataforma de software creada en México, intervino.

“No nos propusimos reemplazar los snacks, sino dar a las escuelas la infraestructura para mostrar a padres y autoridades que se lo están tomando en serio”, dijo Matías Craviotto, director general de la empresa, en una entrevista con Wired. Con un tablero de control sencillo y coloridos íconos, OrderEAT hace visibles las decisiones de la cafetería para todos: administradores, personal de cocina, padres y alumnos. No es solo tecnología; es transparencia incorporada en la fila del almuerzo.

Las cifras hablan por sí solas. Aunque la aplicación de la prohibición sigue siendo irregular en todo el país, sobre todo en las escuelas públicas, OrderEAT ya está activa en más de 200 planteles —en su mayoría privados— y sigue creciendo rápidamente. Y los resultados no son solo casillas marcadas: hay menos azúcar en los jugos, más color en los platos y una nueva forma de rendir cuentas en manos de quienes alimentan a los niños de México.

Datos en el comedor

¿Qué pasa cuando das a las cocinas escolares un tablero digital y permites que los estudiantes —y sus familias— vean lo que hay en él? Obtienes una cafetería que empieza a pensar como un salón de clases. Con OrderEAT, las comidas se planean, se publican de forma digital y se pagan por adelantado en línea. Los padres pueden ver exactamente qué comió su hijo: cada sándwich, cada jugo, cada pieza de fruta.

El cambio es medible. Según datos internos compartidos con Wired, las escuelas que usan la plataforma han visto un aumento del 94 % en el consumo de frutas. Las bebidas naturales sin azúcar han subido un tercio. Los dulces han bajado un 10 % y los alimentos procesados, casi un 20 %. Los trabajadores de las cafeterías reportan que ahorran entre dos y cuatro horas diarias de preparación. Menos monedas en la caja. Menos sustos por alergias. Menos problemas de inventario de última hora.

El valor de OrderEAT radica en la forma sutil en que reconfigura la toma de decisiones. Cuando la comida se pide con antelación, los niños tienen más probabilidades de elegir opciones saludables: no reaccionan a impulsos ni a la presión de sus compañeros en la caja. El personal también puede preparar lotes con mayor eficiencia, reduciendo desperdicio y errores. “Cumplir con la norma no tiene por qué ser una carga”, dijo Craviotto a Wired. “Puede ser un motor de confianza”.

Padres informados, cocinas con control

Para los padres, la aplicación ha convertido la lonchera en un tema de conversación. Ya no hay que adivinar qué escogió el niño del estante. Con cada comida registrada, pueden detectar patrones: demasiados yogures azucarados o poca verdura. Y cuando hay alergias, esa visibilidad se convierte en un escudo.

En las escuelas participantes, el sistema de OrderEAT marca en tiempo real las restricciones alimentarias. Si un niño con alergia a las nueces se acerca al mostrador, el personal de la cafetería ve una alerta en su pantalla y puede intervenir antes de que la bandeja equivocada llegue a la mesa. Ese tipo de redundancia es poco común en cocinas escolares de ritmo acelerado. En México, donde la supervisión es variable y la rotación de personal es alta, puede salvar vidas.

Pero la aplicación no lo hace todo. La cultura de la cafetería sigue siendo local. Las cocinas deben conseguir mejores ingredientes, encontrar proveedores que cumplan con las pautas de salud y hacer que la comida saludable se vea atractiva. Lo que OrderEAT ofrece es un mapa y las herramientas para seguirlo. Y como los niños son criaturas de hábitos, la estructura de la app ayuda a construir una nueva normalidad. Los padres dejan de poner papas fritas “por si acaso”. Los trabajadores de la cafetería ganan confianza para cocinar más desde cero. Los maestros notan que los niños no se desploman a las 2 p. m.

Escalando hábitos saludables

La plataforma no es una solución mágica. La mayoría de sus primeros usuarios son escuelas privadas, donde el dinero, el acceso a la tecnología y la participación de los padres son más previsibles. Las escuelas públicas enfrentan una cuesta más empinada: a menudo carecen de cocinas, de personal capacitado o de presupuesto flexible para renovar sus cadenas de suministro. Muchas todavía dependen de quioscos informales justo afuera, donde los refrescos y dulces circulan libremente. La aplicación de la ley también sigue siendo un trabajo en proceso.

Aun así, el crecimiento de OrderEAT es prometedor. La empresa espera llegar a 320 escuelas en 28 estados de México para el final del próximo ciclo escolar, y la demanda proviene no solo de escuelas, sino también de grupos de padres, ONG y autoridades sanitarias regionales interesadas en probar un sistema que funciona.

Lo que distingue al modelo no es solo la tecnología. Es el sabor. Las cafeterías que usan OrderEAT no sermonean: ajustan. Cambian refrescos por aguas frescas hechas con fruta real y sin azúcar. Sirven yogurt con fruta, no con jarabe. Convierten las quesadillas en una lección al usar tortillas integrales, más frijoles y menos queso. Es un progreso pequeño pero constante. Y se refleja en los datos… y en el espejo.

IG@OrderEAT

El futuro de las cafeterías en México

La prohibición de marzo no solo proscribió malos hábitos; retó a México a crear mejores. Es una tarea difícil en un país donde las enfermedades relacionadas con la dieta son endémicas y la cultura alimentaria es tan emocional como nutricional. Pero las escuelas, más que cualquier otra institución, son donde se forman las normas. Allí se moldean las preferencias, donde la comida se convierte en recuerdo, donde la salud se vuelve hábito.

En este contexto, OrderEAT no es solo una aplicación: es un ciclo de retroalimentación. Informa a los padres de lo que sucede. Informa a las escuelas de lo que funciona. Informa a los reguladores de dónde se necesita supervisión. Y, lo más importante, les dice a los niños —de forma silenciosa y repetida— que la buena comida es la que comes todos los días, no solo lo que tomas cuando nadie mira.

Si México mantiene el rumbo y asegura que las herramientas para recorrerlo lleguen a todas las aulas, no solo a las más privilegiadas, podría reescribir lo que significa el almuerzo escolar. No un campo de batalla por el azúcar, sino un espacio donde la próxima generación aprenda a cuidarse. Donde las copas de fruta reemplacen las botellas de refresco. Donde los trabajadores de la cocina sean profesionales de confianza. Donde la bandeja sea la primera lección de salud, no una pausa de ella.

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En esa visión, la cafetería deja de ser solo un lugar para comer. Se convierte en la primera línea de un futuro mejor… y en México, esa primera línea empieza a resistir.

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