CIENCIA Y TECNOLOGÍA

La tecnología mexicana se eleva con el lanzamiento revolucionario de la aeronave Pegasus

En la Feria Aeroespacial FAMEX 2025, Oaxaca Aerospace presentó el Pegasus PE-210A. Este evento marcó un punto de inflexión para la aviación mexicana. El nuevo avión, diseñado localmente, busca ingresar al mercado internacional, una señal del creciente involucramiento de México en el desarrollo de aeronaves avanzadas.

Un nuevo jugador en la aviación latinoamericana

Pocos hitos representan el anhelo de una nación por lograr independencia tecnológica como el desarrollo de una aeronave completamente nacional. En América Latina, Brasil abrió camino hace décadas con aviones como el EMB 110 Bandeirante, ganándose una reputación de calidad y confiabilidad. Argentina también dio pasos significativos con el FMA IA 63 Pampa, un avión entrenador a reacción totalmente diseñado y ensamblado en el país. Ahora, México se une a ese círculo con el Pegasus PE-210A, considerado el primer avión diseñado y construido al 100 % en suelo nacional.

El debut del avión en la feria FAMEX 2025 en Ciudad de México subrayó la magnitud de la ambición detrás del proyecto. Oaxaca Aerospace invirtió 14 años en dar vida al Pegasus, con un equipo reducido de apenas 25 personas y una inversión de aproximadamente 30 millones de dólares solo en la fase de diseño. Instituciones académicas aportaron conocimientos cruciales: el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Aeronáutica en Querétaro y entidades extranjeras como la Universidad Politécnica de Madrid y el Instituto Nacional de Investigación en Aviación de EE. UU. Esta cooperación recuerda los logros de la aviación brasileña, que dependieron de vínculos sólidos entre autoridades, centros educativos y expertos técnicos nacionales.

El avión PE-210A ha llamado la atención por su versatilidad. Con capacidad para dos personas, puede desempeñar tareas tácticas, de observación y vuelos recreativos. Tiene un alcance de 1,600 kilómetros y alcanza una velocidad máxima cercana a los 388 kilómetros por hora. Está equipado para múltiples funciones: desde misiones de reconocimiento para cuerpos de seguridad hasta vuelos de placer para aficionados que buscan una aeronave moderna de producción nacional. La intención de Oaxaca Aerospace de comenzar su comercialización masiva en 2026 consolida al Pegasus como símbolo del impulso industrial de México.

Pegasus alza el vuelo: características y ambiciones

La presentación del PE-210A fue más que una muestra de orgullo nacional: demostró la viabilidad de un avión mexicano en el escenario mundial. Con un precio estimado de 3 millones de dólares —una fracción del costo de modelos similares importados, que rondan los 10 millones—, el Pegasus podría irrumpir en el nicho de la aviación ligera. La planta de producción de Oaxaca Aerospace, ubicada en Oaxaca, tiene la capacidad para construir hasta 52 aviones por año, aunque el primer lote se limitará a seis unidades. La expansión dependerá del apetito del mercado, que parece prometedor dada la combinación de funcionalidad avanzada y precio competitivo.

Durante el lanzamiento, funcionarios destacaron la amplia variedad de misiones que puede ejecutar el Pegasus. Gracias a su configuración en tándem, dos personas pueden operarlo o entrenar cómodamente. Su autonomía de cinco horas le permite cubrir con eficacia tareas de patrullaje, búsqueda y rescate, o vuelos regionales en zonas sin aeropuertos mayores. En este sentido, recuerda al EMB 110 de Brasil, que tuvo éxito conectando regiones remotas.

Oaxaca Aerospace también presentó información sobre el Pegasus P-400T, un prototipo diseñado para misiones de combate exigentes y ataques ligeros. Este modelo cuenta con un motor de 600 caballos de fuerza, tren de aterrizaje reforzado y aviónica Garmin G1000. Está pensado para operar en entornos difíciles. Su compatibilidad con armamento amplía aún más el espectro de potenciales compradores, incluyendo fuerzas armadas que necesiten plataformas aéreas versátiles y de bajo costo. Con estos movimientos, México apunta no solo a usuarios nacionales, sino también a regiones emergentes donde los aviones de segunda mano aún dominan el mercado.

Detrás de toda esta iniciativa hay un reconocimiento: América Latina, África y Asia tienen una demanda creciente de aeronaves modernas, adaptables y de bajo mantenimiento. Aunque los aviones usados siguen siendo comunes en muchos países, los gobiernos locales priorizan cada vez más el conocimiento industrial propio y ecosistemas de apoyo. Con el Pegasus, México ofrece una alternativa fresca, buscando replicar los éxitos de Embraer y los desarrollos domésticos argentinos. Si el PE-210A o el P-400T logran capturar siquiera una parte del mercado global de aviones ligeros, México podría elevar su papel en el panorama aeroespacial regional.

El panorama aeronáutico latinoamericano

La apuesta de México por unirse al club de fabricantes de aviones completamente nacionales sigue los pasos de Embraer, que pasó de ser un productor regional modesto a una potencia de la aviación global. Esa evolución —impulsada por la introducción de jets comerciales como la familia ERJ y aviones ejecutivos— demostró lo que es posible cuando el gobierno, el sector privado y las instituciones educativas comparten una visión común. El texto destaca que no basta con tener un buen diseño para lograr el éxito: también son fundamentales el soporte posventa, las certificaciones internacionales de seguridad y una estrategia cuidadosa de posicionamiento en el mercado.

La experiencia de Argentina también enseña que la innovación constante y el posicionamiento estratégico son claves. El FMA IA 63 Pampa, un jet desarrollado íntegramente por ingenieros argentinos, ha sobrevivido a transiciones políticas y crisis económicas gracias a ventas de nicho y apoyo estatal. Para México, la línea Pegasus podría prosperar bajo condiciones similares, especialmente si mantiene sus ventajas de costo y logra las aprobaciones regulatorias necesarias de agencias como la Administración Federal de Aviación (FAA).

Los expertos ven una sinergia saludable. Por ejemplo, Embraer se centra en aviones comerciales y jets ejecutivos, mientras que los nuevos modelos mexicanos se enfocan en roles de aviación ligera. Si el P-400T logra competir en zonas de conflicto de baja intensidad, podría seguir la trayectoria de diseños militarizados más antiguos de Embraer, o incluso rivalizar con jets argentinos usados para entrenamiento o apoyo aéreo cercano. Al mismo tiempo, el impulso del gobierno mexicano hacia el desarrollo de drones completamente nacionales subraya una tendencia más amplia: aprovechar el talento local para cultivar una identidad aeroespacial independiente.

Muchos se preguntan si México podrá replicar el modelo exitoso que impulsó a Embraer y sostuvo los proyectos argentinos. Las alianzas de Oaxaca Aerospace con universidades y los resultados positivos de países vecinos sugieren un futuro alentador. Al aprender de sus colegas latinoamericanos, el nuevo sector aeroespacial mexicano podría combinar energía empresarial con intercambio tecnológico para generar nuevas soluciones de diseño.

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En cualquier caso, el Pegasus PE-210A deja claro que México ya no está conforme con ensamblar modelos extranjeros bajo licencia: ahora busca concebir y producir desde cero. Con miras a 2026, el resto de la región observará con atención cómo se desempeñan estos aviones tanto en condiciones reales como en mercados de exportación competitivos. El resultado podría allanar el camino hacia diseños aún más avanzados, incluyendo la rumoreada propulsión basada en hidrógeno para el P-400T. Si eso se concreta, el mapa aeroespacial latinoamericano podría ver nacer una nueva estrella, reafirmando que la ambición local —respaldada por ingeniería rigurosa— realmente puede volar.

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