Mortalidad a largo plazo por huracanes en América Latina y el Caribe
Un nuevo estudio revela que las tormentas tropicales pueden causar miles de muertes adicionales mucho después de que la tormenta haya pasado. Mientras los países del Caribe y América Latina continúan en temporada de huracanes, estos hallazgos podrían tener implicaciones críticas para la respuesta a desastres y la salud pública.
Impacto de mortalidad a largo plazo de los huracanes
Los huracanes y las tormentas tropicales son una amenaza regular para las regiones del Caribe y América Latina, que traen devastación inmediata a la infraestructura, las economías y las comunidades. Sin embargo, una nueva investigación publicada en Nature revela que estas tormentas pueden tener un efecto aún más insidioso y duradero: un aumento significativo en la mortalidad a largo plazo. El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de California, Berkeley, y la Universidad de Stanford, encontró que los efectos indirectos de los ciclones tropicales (CT) podrían llevar a un exceso de 7.000 a 11.000 muertes en los años posteriores a la tormenta.
Estos hallazgos son una llamada de atención para las regiones propensas a huracanes en América Latina y el Caribe, que han lidiado durante mucho tiempo con la destrucción inmediata causada por las tormentas. Aunque los gobiernos suelen centrarse en la respuesta a los desastres y la reconstrucción, la investigación sugiere que el costo real de estas tormentas es mucho mayor, con impactos a largo plazo en la salud pública que se extienden mucho más allá de las secuelas iniciales.
Al analizar los datos de 501 ciclones tropicales que azotaron la costa de Estados Unidos entre 1930 y 2015, los investigadores Rachel Young (Berkeley) y Solomon Hsiang (Stanford) destacaron cómo estas tormentas contribuyeron a una tasa de mortalidad excesiva del 3,2% al 5,1% en las áreas afectadas. Las causas subyacentes incluyen interrupciones en el acceso a la atención médica, dificultades económicas y otros efectos secundarios que continúan cobrándose vidas mucho después de que los vientos cesan.
Las implicaciones de esta investigación son nefastas para países como Puerto Rico, Cuba, República Dominicana y otras naciones propensas a huracanes en América Latina y el Caribe. Sugiere que el costo real de los huracanes puede estar significativamente subestimado y exige una reevaluación de cómo estos países se preparan y se recuperan de tales desastres.
Las consecuencias económicas y sanitarias en las regiones vulnerables
Tras un huracán, los daños a las viviendas, las carreteras y la infraestructura suelen ser la preocupación más visible e inmediata. Pero más allá de la destrucción, los huracanes también generan desafíos económicos a largo plazo que tienen efectos en cadena sobre la salud pública. Los investigadores responsables de este estudio señalan las dificultades económicas como un factor crítico en el aumento de las tasas de mortalidad en los años posteriores a un ciclón tropical.
En muchas partes del Caribe y América Latina, donde los sistemas de atención sanitaria están sobrecargados y los recursos son limitados, los huracanes exacerban estos desafíos. La pérdida de empleos, la reducción del acceso a la atención sanitaria y el aumento de los costos de vida dificultan la recuperación total de las personas. Como destaca el estudio, las cargas financieras de reparar las viviendas y reemplazar las posesiones perdidas a menudo dejan a las familias con menos dinero para gastar en atención sanitaria, lo que agrava aún más los riesgos para la salud.
Esto es especialmente preocupante en regiones donde los huracanes son una amenaza recurrente. En países como Haití y Puerto Rico, donde los huracanes han azotado repetidamente, el impacto económico acumulativo puede conducir a la pobreza a largo plazo y a la disminución del acceso a los servicios esenciales. En 2017, Puerto Rico fue devastado por el huracán María, y los impactos a largo plazo de la tormenta en la salud aún se sienten. Si bien la cifra oficial de muertos fue inicialmente de 64, informes posteriores estimaron que miles más murieron como consecuencia de las secuelas debido a la falta de acceso a atención médica, electricidad y agua potable. Los hallazgos del estudio de Nature sugieren que este patrón puede estar incluso más extendido en la región de lo que se creía anteriormente.
Como indica la investigación de Young y Hsiang, el exceso de mortalidad a largo plazo vinculado a los ciclones tropicales se debe no solo a causas directas como ahogamientos o lesiones, sino también a enfermedades crónicas como diabetes, enfermedades cardiovasculares e incluso problemas de salud mental como el suicidio. En el contexto de las naciones de América Latina y el Caribe, donde el acceso a la atención médica ya puede ser precario, los huracanes intensifican estas vulnerabilidades, lo que lleva a muertes evitables en los años posteriores a una tormenta importante.
Sistemas de salud pública bajo presión
Uno de los aspectos más preocupantes de esta investigación es el impacto de los huracanes en los sistemas de salud de las regiones afectadas. En muchos países del Caribe y América Latina, la infraestructura sanitaria suele ser frágil y las consecuencias de una gran tormenta pueden llevarla al punto de quiebre. Los hospitales y las clínicas suelen sufrir daños, los suministros médicos escasean y los trabajadores sanitarios suelen verse sobreexigidos. Esto crea una situación peligrosa para quienes padecen enfermedades crónicas o necesitan atención urgente.
El estudio de Nature destaca que muchas de las muertes en exceso tras los huracanes están relacionadas con enfermedades crónicas como enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer. En las regiones donde las tormentas alteran los sistemas sanitarios, los pacientes con estas afecciones pueden no recibir la atención que necesitan, lo que lleva a un aumento gradual de la mortalidad con el tiempo. Esto puede ser especialmente grave en las zonas rurales, donde el acceso a las instalaciones médicas ya es limitado y el transporte se vuelve aún más difícil después de un huracán.
Países como la República Dominicana y Cuba han visto de primera mano cómo los huracanes alteran la prestación de servicios de salud. Después de que el huracán Matthew azotara el Caribe en 2016, muchas comunidades de Haití y la República Dominicana se quedaron sin acceso a atención médica durante semanas, lo que provocó un aumento de muertes evitables. De manera similar, el sólido sistema de preparación para desastres de Cuba ha sido elogiado por reducir las muertes directas por huracanes, pero también ha tenido problemas para hacer frente a los impactos a largo plazo de las tormentas repetidas en la salud.
La investigación subraya la necesidad de sistemas de salud pública más sólidos que puedan soportar la presión de los desastres naturales. Invertir en una infraestructura de atención médica más resiliente, crear mejores planes de respuesta a desastres y garantizar que los servicios de atención médica sean accesibles incluso en las áreas más remotas son fundamentales para reducir la carga de mortalidad a largo plazo de los huracanes en la región.
Abordar la crisis sanitaria oculta
Los resultados del estudio de Berkeley y Stanford revelan una crisis oculta que durante mucho tiempo se ha pasado por alto en la gestión de desastres: los huracanes no solo se cobran vidas durante el evento, sino que continúan haciéndolo durante años después. Esta mortalidad a largo plazo, impulsada por las perturbaciones socioeconómicas y relacionadas con la salud causadas por estas tormentas, exige un nuevo enfoque para la preparación y recuperación ante desastres en el Caribe y América Latina.
En primer lugar, es necesaria una mejor integración de la planificación de la salud pública en las estrategias de respuesta a los huracanes. Los gobiernos y las organizaciones internacionales deben reconocer que el verdadero impacto de los huracanes se extiende más allá del número inmediato de muertes y destrucción. Los efectos a largo plazo sobre la salud deben ser un componente clave de los esfuerzos de recuperación de desastres, con un enfoque en el apoyo a las poblaciones más vulnerables, incluidas las personas con enfermedades crónicas, los niños pequeños y los ancianos.
En segundo lugar, es crucial abordar las consecuencias económicas de los huracanes. Muchas muertes identificadas en el estudio de Nature estaban vinculadas a causas indirectas, como la reducción del gasto en atención médica debido a dificultades económicas. En el Caribe, donde las economías suelen depender en gran medida del turismo y la agricultura (sectores especialmente vulnerables a las tormentas), los gobiernos deben encontrar formas de brindar apoyo financiero a los afectados por huracanes. Esto podría incluir fondos de atención médica de emergencia, subsidios para gastos médicos o programas de apoyo a los ingresos para ayudar a las familias a recuperarse.
Por último, es esencial desarrollar resiliencia climática. A medida que el cambio climático continúa aumentando la frecuencia e intensidad de los ciclones tropicales, las naciones de América Latina y el Caribe deben invertir en infraestructura más resiliente, incluidas viviendas, hospitales y sistemas de transporte. Al prepararse para los impactos de salud a largo plazo de los huracanes, estos países pueden proteger mejor a sus poblaciones y reducir la cantidad de muertes evitables en los años posteriores a una tormenta.
Los hallazgos del estudio de Nature ofrecen un recordatorio aleccionador de que el costo real de los huracanes es mucho mayor que la devastación inmediata. Para los países de América Latina y el Caribe, esta investigación subraya la necesidad urgente de repensar la preparación ante desastres, centrándose en el socorro inmediato y en estrategias de salud pública a largo plazo que puedan mitigar los costos ocultos de estas poderosas tormentas.