Por qué la estrella del fútbol argentino Ángel Correa eligió Tigres en lugar de renovar con el Atlético

Diez años, 469 partidos y tres trofeos después, Ángel Correa se despide del Atlético de Madrid no como un suplente olvidado, sino como un jugador que tomó una de las decisiones más difíciles del fútbol: dejar su casa para alzar la voz en otro lugar. Esto no es un simple traspaso—es una declaración.
De promesa en el Calderón a margen en el Metropolitano
La salida de Ángel Correa del Atlético de Madrid representa más que una encrucijada personal—resalta una tendencia creciente de talentos sudamericanos que eligen dirigirse al sur, hacia México, en busca de minutos, identidad y ambición, sin romper del todo con el prestigio europeo.
La historia de Correa con el Atlético empezó con una cirugía. Diagnosticado con un problema cardíaco durante su traspaso desde San Lorenzo en 2014, pasó meses fuera antes de vestir por primera vez la rojiblanca. Pero cuando finalmente pisó el campo, lo hizo con fuego en los pulmones y el canto de los aficionados como motor.
En una década, jugó 469 partidos, anotó 88 goles y asistió en 62 más—números que lo convirtieron en figura de culto. Pero en la fría lógica del fútbol moderno, el amor de la afición no garantiza minutos. Aunque fue titular en casi la mitad de los partidos disponibles durante sus ocho primeras temporadas, los últimos 18 meses contaron otra historia: apenas 20 titularidades en 83 encuentros.
Él entendió lo que eso significaba. Datos de la Universidad Europea muestran que los delanteros que juegan menos de 900 minutos por temporada pueden perder hasta el 17% de su valor de mercado. Sentarse en el banquillo, por leal que fuera, no iba a preservar su estatus en la élite. “Saben que siempre di todo por el equipo”, dijo a Los Edul de EFE, confirmando que el Atlético incluso le ofreció renovar. Pero Correa no quería ser recordado como un héroe nostálgico. Quería jugar.
¿Por qué Tigres y por qué ahora? El camino sur hacia el estrellato
La llegada de Correa a Tigres UANL no es un desvío. Es un cambio de estrategia, y no está solo. Un estudio de 2025 del geógrafo deportivo Achille Eke reportó un aumento del 31% en internacionales sudamericanos que eligen la Liga MX o la Saudi Pro League en lugar de clubes europeos de media tabla. ¿Por qué? Salarios más altos, impuestos más favorables y una cercanía emocional que Europa no puede ofrecer.
Correa tuvo opciones. Coqueteó con Al Ittihad en 2024, cuando empezaron a llover ofertas saudíes. Pero se quedó en España, de luto por su madre y esperando claridad. Tigres se la dio—y no solo con dinero. Le ofrecieron lo que el Atlético ya no podía: un rol protagónico.
Datos de Opta Sports confirman el encaje: Tigres promedió 17 disparos por partido la temporada pasada, pero carecía de un delantero libre que los convirtiera en goles. Correa, pese a sus minutos reducidos en Madrid, aún promedió 0.49 goles por 90 minutos—efectivo, sereno y hambriento. El técnico del Atlético, Diego Simeone, lo reconoció: “Quien lo fiche, se lleva a un jugador extraordinario.”
El atractivo de la liga mexicana, antes desestimado por puristas que priorizan Europa, ahora es real. Transmitida en toda Latinoamérica y cada vez más vista como una plataforma de crecimiento, no como una liga de retiro, la Liga MX da a jugadores como Correa algo raro: visibilidad con respeto, y relevancia con ritmo.

EFE
La paradoja de Simeone: amar al jugador, dejarlo ir
Nadie habla de los jugadores como Diego Simeone. Llamó a Correa “un hijo”, elogió su humildad y nunca olvidó el gol del título en 2021 contra el Valladolid—anotado por Correa, claro. Pero el afecto solo llega hasta cierto punto cuando diriges una máquina.
El sistema de Simeone—infamemente rígido y tácticamente disciplinado—exige delanteros que presionen sin descanso y ganen duelos aéreos. Correa, con toda su técnica, no es ese perfil. El analista Michael Cox argumenta que el 5-3-2 de Simeone favorece inherentemente a delanteros más altos y físicos como Morata o Griezmann, especialmente cuando el equipo defiende atrás. Correa fue víctima del juego de números: menos presión, menos juego aéreo, menos minutos.
Y cuando se pierde ritmo, el ciclo se vuelve autosostenible. No puedes ser titular si estás fuera de forma, pero te mantienes fuera de forma porque no eres titular. Simeone lo sabía. Por eso le dio a Correa “libertad para decidir”, un gesto silencioso que admitía que el sistema, y no el hombre, ya no tenía sitio para él.
Se parece a otras despedidas del Atlético: Juanfran, Gabi, Godín. Leyendas que se fueron no por falta de respeto, sino porque el club apuesta por el futuro, aunque duela soltar el pasado.
De leyenda en Madrid a soñador en Monterrey
Correa se marcha como el quinto jugador con más apariciones en la historia del Atlético, solo detrás de Koke, Adelardo, Oblak y Tomás. Eso es estar en la élite. Su sonrisa, su versatilidad, su capacidad para marcar de la nada—esas cualidades no desaparecen al cambiar de continente. Si acaso, brillarán más en una liga donde los defensas dan más espacio y los entrenadores exigen más creatividad.
El Programa de Alto Rendimiento de FIFA encontró que la frecuencia de sprints y regates en la Liga MX es similar a la de LaLiga, pero con esquemas más abiertos. Eso favorece a Correa. El técnico de Tigres, Robert Siboldi, prefiere corredores verticales—rápidos, directos y abiertos. Esa es la especialidad de Correa.
Y el arco emocional es perfecto. Se fue de España tras una victoria en el Mundial de Clubes sobre Botafogo, abrazó a Simeone en la banda y lloró frente a una afición que cantó su nombre mucho después del pitido final. No fue un funeral. Fue una despedida.
Jugadores como Andrés Guardado y Rafael Márquez ya demostraron que reinventarse en México no es retroceder. Es un nuevo capítulo—uno que habla el idioma del hogar, pero juega al ritmo de Europa.
La despedida de Correa no fue amarga. Fue honesta. Al elegir Monterrey en lugar del banquillo, eligió la ambición sobre la nostalgia. No todos pueden hacer eso.
Las carreras futbolísticas son cortas. Los legados, largos. Correa deja el Atlético con ambos intactos—y con un recordatorio: a veces, el movimiento más valiente no es perseguir Europa. Es saber cuándo dejar de esperar por minutos que nunca llegarán.
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Créditos: Reporte basado en entrevistas con Ángel Correa vía Los Edul de EFE, estudios de migración de jugadores por Achille Eke (2025), datos de rendimiento de Opta Sports y Universidad Europea, análisis táctico de Michael Cox, y contexto histórico por el historiador del Atlético Rubén Uría.