Las civilizaciones perdidas del Amazonas finalmente son descubiertas gracias a los láseres y descubrimientos inesperados

Los arqueólogos están reescribiendo la historia de la selva amazónica. Avanzadas tecnologías de escaneo láser, como el lidar, han revelado extensas mega-ciudades antiguas que antes permanecían ocultas bajo densas copas de árboles. Este hallazgo pone en duda las antiguas ideas sobre las culturas anteriores a Colón y apunta a una sociedad compleja que prosperó en esta región durante muchos años.
El papel del lidar en la arqueología amazónica
Durante décadas, los académicos creyeron que la selva amazónica estaba habitada principalmente por pequeñas tribus nómadas, con escasa evidencia de centros urbanos a gran escala. Sin embargo, el trabajo pionero del arqueólogo Stéphen Rostain —director de investigación del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia— ha transformado ese relato. En una entrevista con BBC Science, Rostain recordó sus primeros trabajos de campo en el valle de Upano, Ecuador, hace casi 40 años, cuando casi nadie sospechaba que la selva pudiera ocultar civilizaciones. “Éramos menos de 10 arqueólogos trabajando en el Amazonas”, explicó. “Todos decían que no había nada que encontrar”.
Pero los meticulosos estudios de Rostain durante décadas revelaron pistas de que el suelo del bosque albergaba más que simples campamentos tribales. Catalogó cuidadosamente lo que parecían ser montículos, plazas y restos de estructuras hechas por el ser humano. Aunque intrigantes, estos descubrimientos eran difíciles de verificar debido a la espesa vegetación. No fue sino hasta 2021, cuando Rostain utilizó la tecnología de detección por luz y distancia (lidar), que el Amazonas comenzó a revelar sus secretos a una escala sin precedentes.
El lidar emite millones de pulsos láser desde una aeronave y mide el tiempo que tardan en rebotar. Con esos datos, los investigadores crean mapas 3D extremadamente detallados que permiten “ver” a través de la vegetación sin derribar ni un solo árbol. Rostain colocó un dispositivo lidar en la parte inferior de un avión y lo sobrevoló por el valle de Upano. Las imágenes resultantes mostraron una vasta red de sitios urbanos interconectados. “El lidar da este resultado mágico donde puedes ver el paisaje original de los primeros habitantes”, dijo a BBC Science. “Es impactante”.
En 2024, Rostain publicó un artículo detallando su descubrimiento, el cual atrajo atención internacional al revelar la existencia de un urbanismo amazónico complejo y subrayar lo crucial que puede ser la imagen aérea en áreas de vegetación casi impenetrable. Los sistemas lidar, antes prohibitivamente costosos, se han vuelto mucho más accesibles en la última década. Hoy en día, versiones miniaturizadas pueden incluso colocarse en drones, lo que hace posibles estudios a menor escala. Mark Robinson, profesor asociado de arqueología en la Universidad de Exeter, describió el cambio a BBC Science: “Ahora son mucho más fáciles de operar. Yo no tengo formación en física ni en ciencia, y aun así pude manejar un sistema lidar, montarlo en un helicóptero, hacerlo funcionar y procesar los datos”.
El equipo de Robinson hizo un hallazgo igualmente revolucionario en el Amazonas boliviano: una red de ciudades y pueblos interconectados por calzadas y canales, con sofisticadas infraestructuras de gestión del agua. Estas construcciones controlaban las inundaciones anuales que cubrían cientos de kilómetros cuadrados. Robinson afirmó: “La ingeniería en esta zona planificada es increíble”. Los pueblos construyeron terraplenes con aberturas intencionadas que atrapaban peces o dirigían el flujo de agua. Tales medidas indican que las sociedades prehispánicas de la región operaban con una complejidad comparable a otras civilizaciones globales.
Nuevas perspectivas sobre la complejidad antigua
El uso del lidar por parte de Rostain también cambió drásticamente la percepción sobre la escala de la ocupación humana en el Amazonas. En sus expediciones a pie en 1995, identificó varios cientos de montículos en la selva ecuatoriana. Pero tras analizar los datos aéreos, esa cifra se disparó. “Treinta años después, vi que no eran cientos de montículos, sino miles”, declaró. Algunos medían apenas un metro de altura, tan discretos que incluso un arqueólogo experimentado podría pasarlos por alto entre la vegetación.
Nuevas técnicas de procesamiento de los datos permitieron a su equipo detectar estructuras diminutas como surcos, terrazas y caminos. Descubrieron una calle extensa de unos 15 metros de ancho y 5 metros de profundidad, que conectaba distintos asentamientos a través de una red de caminos secundarios, aparentemente destinados al comercio, ceremonias o ambos. Según Rostain, el patrón sugería un “sistema territorial completo”, lo que refuta aún más la antigua idea de que el entorno amazónico impedía civilizaciones a gran escala.
Las investigaciones de Robinson en Bolivia mostraron que las sociedades amazónicas poseían estrategias avanzadas para enfrentar las fuerzas naturales. Terraplenes defensivos, canales y calzadas reflejaban un profundo conocimiento del agua y una visión a largo plazo. Robinson explicó cómo el análisis de esas estructuras puede ofrecer lecciones contemporáneas sobre gestión de inundaciones. “¿Cómo sería eso? ¿Cómo funcionaría y cuándo fallaría?”, se preguntaba. Los expertos actuales, que enfrentan patrones climáticos extremos, pueden aprender de estas antiguas hazañas de ingeniería.
Nuevas herramientas, nuevas revelaciones
Varios arqueólogos están siguiendo los pasos de Rostain y Robinson, empleando el lidar en toda Sudamérica. Por ejemplo, Pedro Guillermo Ramón Celis, investigador posdoctoral en la Universidad McGill, utilizó un avión Cessna con lidar para mapear Guiengola, en Tehuantepec, México. “En lugar de dos años de investigación, nos tomó dos horas”, comentó Celis sobre sus escaneos. Ese ritmo de descubrimiento le permitió identificar evidencia de una ciudad zapoteca con palacio, templos, plazas y más de 1,100 estructuras—el doble de las que se habían hallado por métodos tradicionales.
Celis explicó que los documentos históricos describían Guiengola como una fortaleza de élite, pero los datos lidar sugirieron una urbe entera con distintos estratos sociales distribuidos por barrios. La comprensión del Amazonas ha cambiado, y las revelaciones lo reflejan. Antes, los arqueólogos encontraban mínima actividad tribal; hoy, descubren sociedades con capas sociales, construcción compleja y métodos agrícolas avanzados.
Perspectivas futuras y más allá del lidar
A pesar del entusiasmo por el poder transformador del lidar, los investigadores insisten en que es solo el comienzo de una exploración más profunda. Tras mapear estructuras potenciales, los arqueólogos emplean otros métodos para precisar sus interpretaciones. Rostain combina la datación por radiocarbono con sus hallazgos lidar para identificar cronologías de ocupación en el Amazonas ecuatoriano. Al fechar muestras orgánicas en determinadas estructuras, puede saber cuándo fueron habitadas o reocupadas.
De forma similar, Celis planea regresar a Guiengola en 2025 con magnetómetros y radares de penetración terrestre, capaces de detectar restos arquitectónicos bajo la superficie. “Ahora quiero ver profundamente en el sitio”, comentó a BBC Science, ilustrando cómo el lidar sirve como mapa para trabajos de campo más precisos y menos invasivos. Una vez que los arqueólogos confirman lo que hay bajo tierra, amplían su comprensión sobre cómo evolucionaron estas sociedades, cómo interactuaban y cómo se adaptaban al entorno.
Otro aspecto clave es la cultura material que dejaron atrás. Cerámicas, herramientas y otros artefactos pueden iluminar relaciones comerciales, influencias culturales y hábitos alimenticios. Celis planea usar fluorescencia de rayos X sobre cerámica de Guiengola para determinar si las comunidades locales dependían de objetos importados o si los producían localmente, lo que podría aclarar patrones de comercio, intercambio cultural y hasta significados políticos o religiosos.
Mientras tanto, el equipo de Robinson en Bolivia explora cómo la urbanización de hace siglos pudo haber influido en los ecosistemas actuales. Al comparar construcciones antiguas con la densidad del bosque actual y la distribución de especies, esperan determinar si el uso ancestral del suelo enriqueció los suelos o fomentó la biodiversidad. Por ejemplo, Robinson y su colega Sarah Eshleman descubrieron que estructuras mayas de hace un milenio ahora albergan algunos de los árboles más altos de Belice. Estos hallazgos podrían ayudar a ecólogos y gestores de recursos a entender el impacto humano de largo plazo en los bosques tropicales. “Los ecólogos no tienen datos sobre estos tiempos tan largos”, remarcó Robinson.
Una historia que conecta pasado y presente
La implicación más amplia es que la arqueología no solo reconstruye el pasado, sino que también puede orientar el futuro. Los antiguos habitantes del Amazonas enfrentaron inundaciones, cultivaron suelos pobres y sostuvieron poblaciones grandes. Sus acciones pueden servir de guía ante desafíos actuales como el cambio climático, la escasez de agua y la deforestación. En lugar de ver el Amazonas como una selva virgen inmutable, los investigadores la entienden ahora como un paisaje manejado por el ser humano. El creciente interés en la arqueología amazónica muestra un cambio en la percepción de la región. Tecnologías como el lidar revelan ciudades y caminos junto a terrazas que antes permanecían ocultas por la vegetación.
Con cada nuevo escaneo lidar, la vegetación acumulada durante siglos se retira visualmente, revelando historias de ingeniería sofisticada, organización social y talento artístico. Estas nuevas perspectivas desafían los viejos mitos del Amazonas como un entorno primitivo habitado solo por cazadores-recolectores dispersos. En su lugar, vemos sociedades antiguas comparables en complejidad y adaptabilidad a las de Europa, Asia u otras partes de América.
Aunque el trabajo de Rostain, Robinson, Celis y muchos otros está a la vanguardia, es probable que los arqueólogos del futuro amplíen y profundicen estos hallazgos, mapeando vastas áreas selváticas a mayor resolución. Podrían descubrir nuevas conexiones entre asentamientos y enriquecer nuestra comprensión de la vida cotidiana en las antiguas ciudades amazónicas: cómo funcionaban los mercados, cómo se formaban alianzas políticas, cómo las comunidades enfrentaban los cambios ambientales.
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En última instancia, las mega-ciudades ocultas del Amazonas nos recuerdan lo fácil que es que el esplendor del pasado se pierda bajo la naturaleza. Pero gracias a la tecnología moderna, ese esplendor resurge. Como dijo Rostain a BBC Science: “Es impactante”, capturando la maravilla de descubrir caminos y monumentos que se creían inexistentes. Estas revelaciones están reescribiendo los libros de historia y el futuro de cómo protegemos el patrimonio cultural y ecológico del Amazonas.