ANÁLISIS

América Latina y las pocas pistas históricas detrás del nacimiento de Jesús

En toda América Latina, la Navidad es tanto devoción como pegamento social. Esto sigue siendo cierto incluso cuando la hegemonía católica disminuye y las iglesias pentecostales crecen. Un reportaje en HistoryExtra Magazine de la Dra. Helen Bond plantea una pregunta en apariencia sencilla: ¿qué tan histórica es, en realidad, la historia del nacimiento de Jesús hoy?

La mayoría de la fe y el silencioso cambio bajo la superficie

En América Latina, el pesebre no es un adorno; es un espejo familiar que refleja quién pertenece y qué sobrevive. La cifra del texto aún sitúa a la región en un 90% de cristianos, históricamente “en su mayoría católicos romanos”. Pero las costuras se notan. La encuesta del Pew Research Center en 2014 situó a los católicos en un 69% y a los protestantes en un 19%, subiendo al 22% en Brasil y a más del 40% en Centroamérica, con más de la mitad descritos como conversos. El panorama también señala la creciente presencia del anglicanismo y el notable auge del pentecostalismo.

Otra instantánea en el texto, de M&R Consultadores en 2024, muestra el cambio: 36.2% católicos, 31% creyentes no denominacionales y 27.7% protestantes. Esa fragmentación importa. Académicos en el Journal of Latin American Studies han argumentado que las iglesias suelen llenar vacíos dejados por instituciones débiles, ofreciendo rituales, comida, consejería y redes. Cuando el pentecostalismo atrae a las clases medias, también desplaza la autoridad moral. En 2014, Pew contó los 46 países y territorios de la región como la segunda región cristiana más grande del mundo, con el 24% de la población. Tanto en barrios como en salas de juntas, la historia de la cuna marca el tono.

El pesebre como archivo y argumento

En HistoryExtra Magazine, la Dra. Helen Bond aborda esa temporada compartida con la cautela de una historiadora. La Navidad, señala el texto, se ha vuelto tan dominante que la celebran más personas que cualquier otro evento religioso. Más de dos mil millones la consideran la festividad más importante del año. Sin embargo, la historia central de 2,000 añosMaría y José buscando posada, pastores en el campo, sabios llegando con regalos—proviene de “escribas sombríos” y escasa evidencia corroborativa. La pregunta no es si la historia conmueve a la gente—en América Latina, claramente lo hace. La pregunta es si puede anclarse en la historia, y qué significa cuando no es así.

El reportaje de Bond recuerda a los lectores que la Biblia no entrega a los historiadores un guion limpio. Marcos y Juan omiten el nacimiento. Mateo y Lucas coinciden en Belén y la virginidad de María, luego divergen: Mateo tiene a los magos, la estrella y la matanza de Herodes el Grande; Lucas presenta a los pastores, el viaje por el censo y el pesebre. Ben Witherington, citado por la Dra. Helen Bond en HistoryExtra Magazine, sostiene que la discrepancia es significativa: “El hecho de que lo hagan sugiere que estamos ante dos testigos independientes hablando sobre el texto.” El texto señala que ambos evangelios fueron escritos con unos 70 años de diferencia, una demora frecuentemente mencionada en revistas como el Journal of Biblical Literature y New Testament Studies.

 EFE/ Elvis González

Estrellas, censos y la fecha fabricada

Los calendarios disfrazan la incertidumbre de precisión. En el siglo VI d.C., Dionisio “el Humilde” fijó el nacimiento de Jesús en el año 1 d.C. e introdujo el sistema Anno Domini. Sin embargo, el censo de Lucas apunta a Quirinio y el año 6 d.C., mientras que el Herodes de Mateo debe anteceder la muerte de Herodes el Grande en el 4 a.C.. Witherington, citado en HistoryExtra Magazine, argumenta que la reputación de Herodes encaja con la masacre: “Herodes era tan despiadado y paranoico que mató a sus propios hijos.” La estrella es incierta: Johannes Kepler la relacionó con Júpiter y Saturno en el 7 a.C., mientras otros mencionan un cometa o nova en el 5 a.C.. John Mosley, del Observatorio Griffith en California, advirtió: “Quizás fue algo que requería interpretación, más que algo brillante.”

Incluso el día es elegido, no descubierto. Pocos historiadores creen que el 25 de diciembre sea literal; Witherington dice que los pastores en el campo sugieren primavera. El relato de Bond muestra por qué la fecha se mantuvo: para el siglo IV d.C., Roma ya celebraba la Saturnalia, y el norte de Europa tenía costumbres de solsticio como el muérdago en las Islas Británicas y el Yule en Escandinavia. La Fiesta de la Natividad llegó a Egipto en el 432 d.C., luego se expandió por Europa, coronada con teatro imperial cuando Carlomagno fue coronado en Navidad en el 800 d.C., y más tarde por Guillermo el Conquistador en 1066. América Latina heredó ese calendario por la conquista, y luego lo reinventó bajo cielos veraniegos. La advertencia de Witherington, citada en HistoryExtra Magazine, sigue vigente: “nada sobre la vida de Jesús puede ser teológicamente cierto si es históricamente falso.”

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