Agua fría o agua caliente: ¿Cuál trae mayores beneficios post entrenamiento?
Luego de realizar actividad física no se recomienda entrar a la ducha, sino hacerlo después de 20 minutos, para el bienestar del deportista. Es por esto que te contamos las ventajas que tiene realizar la recuperación con agua caliente y fría.
Foto: Freepik
LatinAmerican Post | Camilo Parra
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Realizar cualquier tipo de actividad física puede traer múltiples beneficios para el cuerpo humano. De hecho, la ciencia recomienda que todas las personas deberían incluir cualquier tipo de ejercicio en su estilo de vida, porque favorece al corazón, pulmones e incluso a la salud mental, pues ayuda a tratar la depresión, ansiedad, reduce el nivel de estrés y ayuda a dormir mejor.
Tras hacer cualquier tipo de actividad física, muchas personas tienen la duda si deben tomar una ducha con agua fría o agua caliente. Aunque los estudios científicos confirman beneficios de ambas, va a depender de los objetivos que tengan los deportistas o lo que sea mejor para el cuerpo según el ejercicio practicado.
Agua fría
Después de un entrenamiento intenso, tomar una ducha con agua fría puede ayudar a la reducción del dolor muscular y a la recuperación del cuerpo. Además, según un estudio de 2019 publicado en The Journal of Strenght and Conditioning Research se demostró que también favorece al restablecimiento más rápido de la frecuencia cardiaca.
Normalmente, los deportistas de alto rendimiento como futbolistas, jugadores de fútbol americano, entre otros, suelen ingresar en bañeras llenas de hielo tras una exigente competencia con el objetivo de que los músculos se recuperen más rápido. Asimismo, ayuda a limitar la inflamación y el daño de las fibras musculares, así lo determinó un estudio realizado por Journal of Physiology en 2017.
Esta actividad, sin embargo, no es apta para todas las personas, debido a que ingresar en aguas con temperaturas muy bajas puede provocar hipotermia por la respuesta inicial neurogénica del choque por el frío.
Tomar una ducha con agua fría también produce como consecuencia la vasoconstrucción. Este consiste en que los vasos sanguíneos se contraen, por lo cual se dificulta la circulación sanguínea en el momento. Pero al dejar de aplicar frío, se produce un efecto contrario llamado hipertemia, que produce mayor cantidad de oxígeno, por lo que disminuye la fatiga en el sistema nervioso central.
A pesar de los múltiples beneficios que entrega el agua fría al cuerpo tras el ejercicio, no es recomendable sumergir al cuerpo en bajas temperaturas si tu objetivo es la ganancia de masa muscular y fuerza. La razón es que mitiga la activación de las proteínas clave y células élite que son vitales para este proceso.
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Agua caliente
Tomar una ducha con agua caliente luego de entrenar también trae algunos beneficios. Uno de estos es la dilatación de los vasos sanguíneos. En consecuencia, se estimula la llegada de más sangre a los tejidos, por lo que relaja los músculos, articulaciones y tendones. Igualmente, ayudará a que no se acumule ácido láctico, que es una sustancia generada por el organismo, la cual en gran cantidad puede generar fatiga muscular. Esto podría llevar al atleta a cambiar su entrenamiento.
Al aumentar el flujo sanguíneo, la recuperación localizada puede ser un punto a favor del baño caliente, sobre todo, si es un atleta que realiza ejercicios de fuerza y/o con pesas que suelen romper las fibras musculares.
Liberar tensiones, estrés y abrir los poros para que el cuerpo elimine toxinas son otros beneficios que traen un baño con agua caliente. Sin embargo, es importante que la temperatura no sea muy alta, por lo que puede resecar la piel. Asimismo, provoca que las venas se dilaten, por lo que aumenta el riesgo de sufrir algún tipo de dolor muscular.
Según expertos en el tema, lo recomendable es tomar duchas con agua tibia o alternar la temperatura del agua. Es decir, comenzar con agua fría, luego ir aumentando la temperatura, pero sin que las temperaturas sean demasiado altas o bajas.