Estrellas sudamericanas convierten el Mundial de Clubes en una pasarela hacia Europa

Cinco futbolistas sudamericanos no solo representaron a sus clubes en el Mundial de Clubes: hicieron una audición para todo un continente. Al terminar el torneo, cada uno había hecho las maletas rumbo a Europa, cambiando carreras, plantillas y la lógica del scouting en una sola semana.
Del escaparate al fichaje: cómo cinco futuros cambiaron en siete días
El Mundial de Clubes de la FIFA brilla brevemente en el calendario. Para los grandes clubes europeos, suele ser una obligación. Para los equipos sudamericanos, lo es todo: un raro escenario global donde sus jugadores pueden demostrar que merecen estar en la misma conversación que la élite europea. Este año, los reflectores no solo iluminaron los marcadores: revelaron oportunidades.
Cinco destacados sudamericanos —tres colombianos y dos brasileños— se marcharon de los Emiratos Árabes Unidos con más que recuerdos. Se llevaron contratos. Jhon Arias, Richard Ríos, Wesley França, Gor Jesus y Jair Cunha convirtieron unos pocos días de fútbol en un salto definitivo hacia las principales ligas de Europa. La historia no trató solo de goles o asistencias. Fue sobre los momentos que captaron la mirada de los ojeadores, la garra mostrada bajo presión y el timing de su ascenso.
Detrás de estos traspasos hay un cambio de filosofía de mercado: los clubes empiezan a reconocer el valor en jugadores que rinden bajo escrutinio de élite, sin importar la edad ni el perfil previo de la liga. El Mundial de Clubes —antes desestimado como un amistoso glorificado— se está convirtiendo en trampolín.
Jhon Arias y Richard Ríos: del futsal a los mediocampos europeos
Jhon Arias, hoy con 28 años, es un caso de estudio en paciencia. Cuando Fluminense lo fichó desde Santa Fe (Colombia) en 2021, se le veía como un jugador de rotación. Pero evolucionó hasta convertirse en el motor del título de la Copa Libertadores 2023, combinando movilidad, presión incesante y gran balón parado. Su actuación en el Mundial de Clubes fue la prueba definitiva. Ante la zaga adelantada del Manchester City, fue el único jugador de Fluminense que condujo el balón con convicción. ¿El resultado? Una oferta tardía de Wolverhampton Wanderers, que necesita justo esa chispa en transición.
A los Wolves no les importó la edad, sino la preparación. Arias, largamente ignorado por no ser un “sub-21 con video en YouTube”, mostró lo que enfrentará cualquier defensa europea: explosividad, inteligencia y precisión a balón parado. Se marcha de Brasil como un “late bloomer”, pero en Wolverhampton creen que puede impactar de inmediato.
Richard Ríos cuenta una historia similar con un matiz diferente. A sus 25 años, es más joven pero forjado en la misma resiliencia. De sus inicios en el futsal en Colombia a una maduración tardía en Palmeiras, su actuación contra el PSG llamó la atención. Interceptó a Ousmane Dembélé, inició contras rápidas y casi bate a Donnarumma desde 25 metros.
Benfica, en plena reconstrucción tras la salida de Enzo Fernández, se movió rápido. El club portugués ve en Ríos una mezcla de fuerza y técnica. Su energía complementa a João Neves, y su atrevimiento encaja en el enfoque vertical de Roger Schmidt. Benfica también valoró su experiencia en Copa América y ese filo competitivo —mostrado en la recordada trifulca de eliminatorias contra Argentina— que, bien canalizado, podría definirlo en Europa.
Wesley, Gor y Jair: tres apuestas de juventud y carácter
Mientras Arias y Ríos llegan como titulares listos, los otros tres ofrecen potencial en bruto con cierto grado de volatilidad.
Wesley França, de 21 años, ya había despertado interés por su capacidad de proyectarse desde la zaga del Flamengo. Pero el Mundial de Clubes puso sus virtudes en contexto. Tras un error ante Pedro Neto (Chelsea), se recompuso de forma brillante: cerró su banda e incluso dio una asistencia. Su resiliencia impresionó a la Roma, y José Mourinho dio el visto bueno, convencido de que los errores pueden corregirse. Roma valoró también su entendimiento con Paulo Dybala y desembolsó 13 millones de euros. Wesley, a su vez, rechazó una oferta del Zenit para apostar por la Serie A.
La mayor sorpresa vino con la doble venta de Botafogo al Nottingham Forest. El club inglés, que transformó su política de fichajes abrazando los datos y mercados alternativos, volvió a dar en el clavo.
Gor Jesus, delantero de 24 años rescatado del anonimato en Emiratos, tuvo un torneo memorable. Su juego de espaldas y presión fueron incesantes, y su gol de la victoria contra el PSG —una definición física y sufrida— cerró el trato. Forest ya tenía acuerdo, pero ese gol ante defensas de élite justificó los 18 millones de libras invertidos. Gor encaja en el libreto de Nuno Espírito Santo: correr, sacrificio y goles feos pero efectivos.
Jair Cunha, de solo 22 años, fue menos vistoso pero igual de valioso. Último recurso tras una lesión en la plantilla, el central de la cantera de Santos tuvo un torneo irregular: sólido por arriba, vulnerable en espacios. Pero Forest vio lo que quería: un central zurdo, alto, sereno bajo presión y habituado a defender en bloque bajo. Es un proyecto, pero calculado: 7 millones de euros.

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El mercado se mueve—y también el modelo
Hasta hace poco, los clubes europeos preferían adolescentes sudamericanos, priorizando la reventa sobre el rendimiento inmediato. Pero el Mundial de Clubes 2024 cambió la tendencia.
Jhon Arias, con 28 años, nunca habría entrado en la mayoría de listas. Pero los Wolves vieron que sus cifras de creación de ocasiones y presión superaban a muchos objetivos sub-23. Benfica, club que suele fichar para vender caro, entendió que Ríos podía encajar y liderar desde el primer día.
En Brasil, equipos como Flamengo y Botafogo, antes reacios a vender en mitad de temporada, también cambiaron su postura. Con la inflación en alza y el real devaluado, las ofertas que alcanzan la valoración se aceptan rápido—en ocasiones en menos de 48 horas.
Para los clubes sudamericanos, el Mundial de Clubes ya no es solo un desafío a Europa. Es un escaparate televisado. Un pase filtrado, una entrada decisiva, un regate que cambie un partido—todo transmitido globalmente—puede redefinir el valor de un jugador.
Los cinco exportados de este año dejaron más que huella en Abu Dabi. Dejaron planos de ruta: de cómo un futbolista puede usar el Mundial de Clubes para cruzar fronteras, de cómo los clubes pueden reordenar sus prioridades de fichajes, y de cómo los scouts podrían empezar a valorar más el rendimiento probado que el potencial proyectado.
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A medida que se acerca el próximo torneo y otra oleada de ojeadores desembarque en una sede neutral, el mensaje será claro: no hace falta ganar el trofeo para ganar la noche. Solo hay que demostrar que se está listo—y confiar en que alguien, en algún lugar, esté mirando.