Brasil revela la saga oculta de la megafauna que vivió por más tiempo

Nuevos hallazgos en Brasil están desafiando suposiciones antiguas sobre los gigantes extintos. Investigadores han descubierto que algunas especies de megafauna sobrevivieron mucho más allá de su fecha de extinción presunta, coexistiendo con los primeros humanos y cuestionando teorías populares sobre su desaparición.
Reescribiendo la Línea del Tiempo
Durante décadas, la narrativa dominante sostenía que la extinción de la mayoría de la megafauna mamífera ocurrió en la transición entre los períodos Pleistoceno y Holoceno, hace aproximadamente 11,700 años. Criaturas como los perezosos gigantes, los tigres dientes de sable, los mamuts y enormes herbívoros parecidos a camellos se creían extintos al comienzo de nuestro período geológico actual. Debido a su gran tamaño, estas especies, llamadas megafauna, habitaron diversas partes del planeta.
Sin embargo, nuevos fósiles encontrados en Brasil cuestionan esta línea del tiempo. Los restos muestran que algunos grupos de grandes mamíferos sobrevivieron miles de años más de lo que se pensaba. Esta revelación no es completamente nueva; los paleontólogos ya habían encontrado evidencia de mamuts lanudos que sobrevivieron hasta hace aproximadamente 4,000 años. Con los nuevos descubrimientos en Brasil, parece que al menos algunos perezosos gigantes y otros mamíferos inusuales, como un género extinto de llama americana y una criatura parecida a un camello con una nariz similar a la de un tapir, continuaron existiendo hasta hace aproximadamente 3,500 años.
Puede parecer una extensión pequeña de la línea del tiempo conocida, pero en términos científicos, siete u ocho mil años adicionales de supervivencia son extremadamente significativos. Esto significa que, durante milenios, estas criaturas habitaron el mismo paisaje que las primeras comunidades humanas en América del Sur, que llegaron entre 20,000 y 17,000 años atrás. La prolongada coexistencia plantea preguntas importantes sobre cómo interactuaron los humanos con la megafauna y por qué estos animales desaparecieron.
Si bien las fluctuaciones climáticas globales al final de la última era de hielo afectaron sin duda a innumerables especies, el gran enigma ahora es determinar si esos cambios fueron la única causa de la desaparición de estos animales o si múltiples factores influyeron, incluida la intervención humana. Si algunos grupos sobrevivieron en refugios donde las condiciones eran más favorables, esto sugiere un proceso de extinción más prolongado de lo que se pensaba originalmente, en lugar de una desaparición repentina causada por un solo evento.
Descubrimientos en Brasil
Los hallazgos recientes provienen de un equipo de investigadores liderado por el geólogo Fábio Henrique Cortes Faria, de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Examinaron fósiles extraídos de dos sitios: uno cerca de Itapipoca y otro en el Valle del Río Miranda. A través de la datación por radiocarbono, analizaron fragmentos de dientes pertenecientes a varias especies de megafauna, incluyendo Palaeolama central, un género extinto de llama americana, y Xenorhinotherium bahiense, un camélido con una estructura nasal similar a la de los tapires.
La sorpresa llegó cuando dos de estos fragmentos dentales arrojaron fechas sorprendentemente recientes, de aproximadamente 3,500 años atrás. Según el conocimiento convencional, estos animales deberían haber desaparecido mucho antes, probablemente hace unos 11,700 años, cuando el clima global hizo la transición al Holoceno. El hecho de que estas especies hayan persistido hasta mediados o finales del Holoceno sugiere una dinámica de extinción completamente diferente a la imaginada previamente.
Estos hallazgos están en línea con evidencias de otras partes del mundo, donde se ha acumulado información que indica que la llamada “gran extinción de la megafauna” ocurrió de manera desigual en el tiempo y el espacio. Regiones que antes se consideraban completamente desprovistas de grandes mamíferos después de cierto período han revelado poblaciones remanentes que sobrevivieron mucho más tiempo. La cuestión de si estas áreas deberían clasificarse como “refugios” ha intrigado a los paleontólogos. Si estos entornos proporcionaron más alimento, refugio y condiciones climáticas favorables, podrían haber permitido que algunas especies sobrevivieran más allá de lo esperado.
Los investigadores también estudian cómo estos grandes mamíferos pudieron haber entrado en contacto con los primeros habitantes de América del Sur. Si los humanos y la megafauna coexistieron durante miles de años, se vuelve menos probable que los humanos fueran los únicos responsables de erradicar estas criaturas mediante la caza excesiva, un argumento propuesto por las hipótesis del Exterminio o Blitzkrieg. Según estas teorías, los cazadores humanos atravesaron los continentes, diezmando la megafauna en un período relativamente corto. Sin embargo, la prolongada coexistencia sin una extinción inmediata debilita este escenario.
Reevaluando las hipótesis de extinción
Durante años, los científicos han debatido sobre los principales factores que llevaron a la extinción de la megafauna. Una cuestión central ha sido si el cambio climático o la actividad humana desempeñaron un papel más importante. Los cambios climáticos al final de la última era de hielo fueron drásticos: el retroceso de los glaciares, temperaturas más cálidas y patrones de lluvia alterados transformaron los ecosistemas a un ritmo vertiginoso. Por otro lado, el argumento a favor de la extinción causada por los humanos, especialmente en las Américas, se basa en evidencia arqueológica y ecológica que sugiere que las poblaciones humanas recién llegadas cazaban agresivamente a los grandes mamíferos.
Sin embargo, el hallazgo de que ciertas especies de megafauna persistieron hasta hace 3,500 años—miles de años después de la llegada de los humanos—complica las afirmaciones de un escenario de “exterminio rápido”. Si los humanos hubieran sido los únicos responsables, la extinción habría ocurrido poco después de su llegada a América del Sur. No obstante, estos nuevos datos sugieren un proceso prolongado y abren espacio para otras explicaciones.
Los diversos ecosistemas de Brasil pueden haber funcionado como refugios con climas estables, abundancia de plantas y menor presión humana. Factores como la altitud, la cercanía a fuentes de agua o la disponibilidad de minerales podrían haber hecho que ciertos lugares fueran particularmente adecuados para los grandes herbívoros. Con el tiempo, a medida que las poblaciones humanas crecieron y se expandieron, las presiones sobre la megafauna probablemente aumentaron. Pero esa transición ocurrió de manera gradual, en lugar de ser un evento repentino. En este sentido, se vuelve aún menos probable que una única causa haya llevado a la desaparición de todas las especies de megafauna en la región.
Estos hallazgos reflejan una realidad más amplia en la paleontología: las extinciones rara vez ocurren de manera instantánea o uniforme a escala continental. Es más común que algunas especies sobrevivan en refugios dispersos durante siglos o milenios después de su desaparición esperada. Este proceso lento respalda la idea de que las condiciones locales, la competencia, las enfermedades, la depredación y factores ambientales más amplios crean un patrón complejo de supervivencia y declive.
Un panorama más amplio de supervivencia y pérdida
La idea de que los grandes mamíferos persistieron junto a comunidades humanas en Brasil hace 3,500 años reconfigura efectivamente la línea de tiempo de las extinciones más recientes de grandes animales en la Tierra. En lugar de concluir abruptamente al inicio del Holoceno, la desaparición de la megafauna ahora parece haberse desarrollado a lo largo de milenios. Estos hallazgos van más allá del interés académico; demuestran cómo el cambio climático y los asentamientos humanos coexistieron con grandes animales en diversas regiones.
Un resultado claro es que las teorías tradicionales, especialmente las del Exterminio y Blitzkrieg, ahora requieren una reevaluación. Si, como concluye el equipo de investigación, la evidencia muestra una coexistencia prolongada con los humanos, esto sugiere que la caza directa no fue el único ni necesariamente el factor dominante en la desaparición de la megafauna en América del Sur. Es más probable que una combinación de factores—cambios en la vegetación, disponibilidad de agua, enfermedades, presión de caza moderada y fragmentación del hábitat—haya confluido para provocar la desaparición gradual de estas criaturas a lo largo del tiempo.
Además, darse cuenta de que algunas especies sobrevivieron más tiempo en ciertas regiones de Brasil que en otros lugares podría inspirar a los científicos a estudiar las condiciones ambientales o ecológicas específicas que permitieron su preservación. Tales investigaciones podrían revelar cómo ciertos hábitats amortiguaron los extremos climáticos o proporcionaron fuentes de alimento confiables para los enormes herbívoros. Estas ideas pueden guiar los esfuerzos de conservación actuales, ya que la crisis de biodiversidad del planeta combina el cambio climático con la expansión humana, de manera similar a lo ocurrido en el pasado.
Aunque el estudio se basa en unas pocas muestras fósiles, su importancia radica en que desafía las visiones actuales sobre la extinción de la megafauna. De manera similar a cómo el descubrimiento de mamuts lanudos que sobrevivieron en la isla de Wrangel hasta hace 4,000 años cambió las suposiciones sobre las extinciones globales, los nuevos datos brasileños refuerzan la conclusión de que el colapso de las poblaciones de megafauna no fue ni repentino ni uniforme. Al centrarse en una región específica y generar datos concretos mediante datación por radiocarbono, los investigadores han establecido un nuevo pilar en el debate en curso sobre cómo, por qué y cuándo desaparecieron finalmente estas especies gigantes.
En el futuro, exploraciones fósiles más amplias y técnicas avanzadas de datación podrían revelar restos adicionales de gigantes del Pleistoceno en lugares inesperados. La idea de una “supervivencia tardía” podría extenderse para incluir aún más especies o nuevos refugios geográficos. Cada nuevo hallazgo nos impulsa a refinar nuestra comprensión de la prehistoria. Este proceso iterativo transforma continuamente nuestra perspectiva sobre el pasado profundo y destaca las intrincadas relaciones entre el clima, los humanos y la vida silvestre.
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La historia de Brasil muestra que la extinción rara vez sigue un solo patrón, incluso para animales que parecían condenados debido a su gran tamaño o a sus altas necesidades de recursos. Si lograron sobrevivir hasta mediados del Holoceno en algunos sitios, esto demuestra que los ecosistemas varían y que las causas de la extinción son complejas. En lugar de un evento monolítico o de corta duración, estamos aprendiendo a valorar un panorama mucho más rico de supervivencia y pérdida, uno que, milenios después, aún nos deja lecciones sobre la responsabilidad humana, la resiliencia y la fragilidad de la vida en un mundo en constante cambio.